viernes, 28 de octubre de 2022

Respuesta para el sediento

 

Respuesta para el sediento


“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” Juan 7:37-39

El actor Robert Williams, en su canción “Feel” (Sentir), expresó lo siguiente: “Solo quiero sentir amor verdadero (…) hay un hueco en mi alma, puedes verlo en mi rostro”; la verdad es que ese “hueco en el alma” es la realidad de todos los seres humanos, pues nacemos separados de Dios por el pecado; es un vacío que no podremos llenar con cosas materiales, ni placeres ni conocimientos, ese hueco solo tiene la forma de Dios y es llenado cuando el Señor Jesús viene a morar en nuestros corazones, por medio de su Santo Espíritu.

Por eso, en una de las enseñanzas más trascendentales de Jesús, Él describe cómo puede ser llenado ese vacío espiritual. El contexto de este pasaje indica que se estaba celebrando la fiesta judía de los tabernáculos (Juan 7:2), llamada también “fiesta de las cosechas”, donde las familias judías dejaban sus hogares y vivían en tiendas temporales (sucots) durante ocho días de celebración; conmemoran lo que vivieron durante su travesía de cuarenta años por el desierto, tras la liberación de la esclavitud en Egipto; festejaban la terminación del ciclo agrícola con la vendimia y la cosecha de aceitunas, y daban gracias por el agua.

Esta fiesta apunta a algo que tiene que ver con nuestra fe como cristianos; busca recordarnos que Dios es el Redentor de su pueblo por medio de su Hijo Jesucristo, quien nos liberó de la esclavitud del pecado, quien provee para todas nuestras necesidades en nuestro peregrinar por este mundo y que mora en medio de nosotros.

Este fue el escenario escogido por Jesús para enseñar acerca del Espíritu Santo que da vida; se puso en pie y alzó su voz para ser oído por todos los que estaban allí. Las veinticuatro palabras en el idioma griego, que iba a pronunciar, serían las más significativas que cualquier ser humano podría escuchar, porque era una promesa que cambiaría por completo su existencia. Señaló “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.

Era la promesa para cada persona con un vacío en el alma; aplica para todos los que no han experimentado al Espíritu Santo, pero también, para todos aquellos que se sienten insatisfechos espiritualmente porque no han aprendido a vivir en el Espíritu y se sienten frustrados con su nivel se santidad o anhelan tener una relación más estrecha con el Señor.

La condición para que esa promesa sea verdad en una persona, es creer en Jesucristo; es tan sencillo como eso. Pidamos la llenura de su Santo Espíritu, entonces, fluirán ríos de agua viva, para que, a través de nuestra vida, saciemos la sed de los solitarios, vacíos y necesitados de este mundo.  Oración.

«Señor Jesucristo, hoy vengo a ti, lléname de nuevo con tu Santo Espíritu, con ríos de agua viva, para darte a conocer a los que me rodean; que las palabras que hable hoy, sean espíritu y vida para los que las escuchen. En el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.  ¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.