lunes, 28 de julio de 2014

1Pedro 1:14-16

1Pedro 1:14-16


Como hijos obedientes, no se amolden a los malos deseos que tenían antes, cuando vivían en la ignorancia.  Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: sean santos, porque yo soy santo.



No sé si eras una persona muy buena estudiando o no, pero yo recuerdo cuando llegué a reprobar algún examen.  Habían algunos que no les había dedicado el tiempo correcto pero había otros que pensaba que había estudiado lo suficiente como por lo menos tener una calificación aprobatoria.  ¡Gran sorpresa cuando veía la calificación reprobada!  Poco a poco he ido madurando y he podido entender que hay cosas que no están basadas en nuestra perspectiva ni somos nosotros quienes las medimos.  Por ejemplo: en los exámenes que pensaba debía de haber obtenido por lo menos un 6, la realidad es que mi dedicación no ameritaba ese 6.  Realmente tuve la calificación que merecía para la prueba que el profesor realizó.  No importa si yo pensé que estudié mucho o poco.  No importa si le dediqué más tiempo que el anterior.  Lo importante es el resultado.  Reprobado.  Ahora, podemos caer en dos vertientes: negación o aceptación.  La primera decimos que el examen fue más difícil de lo que tenía que haber sido.  Decimos que el material estaba incompleto.  Ponemos cualquier pretexto para decir que nosotros no tuvimos la culpa.  Mientras tanto, cuando aceptamos nuestro error, crecemos y no volvemos a caer en la misma falta.  Reconocemos que no estudiamos lo suficiente para el parámetro de prueba que el profesor puso.  Entendemos que era necesario dedicarle más tiempo y tomar medidas distintas.  Bien.  ¿Qué tiene que ver esto con el versículo de hoy?  Dios nos llamó a ser santos.  No medio santos.  No santos los domingos.  No santos entre hermanos.  No.  Santos.  En todo lo que hagas busca santidad en tu vida.  ¡No te amoldes a tus deseos o actividades anteriores!  Dice Pedro.  Obedece y se santo como Cristo.  Él puso el parámetro.  Él estableció la barra para ser medidos.  No tú.  No yo.  Él.  Así que, no podemos seguir seleccionando qué hacemos y qué no.  No puedes obedecer en unas cosas y hacer tu voluntad en otras.  ¡Así no puso Cristo el ejemplo!  ¿Lo puedes entender?  Para Dios no existe el corazón “muy entregado” y el “medio entregado”.  Él nos analiza y sabe con quien puede contar y con quien no.  ¿Puede contar contigo?  Tal vez tienes tiempo pensando que Dios y tú pueden tener comunión a tu manera.  Tal vez has pensado que lo que haces es suficiente.  Es posible que pienses que no necesitas involucrarte más con el Señor.  Por esta razón puse el ejemplo de los exámenes en mi vida.  La verdad es que no somos nosotros los que podemos decidir si ya es suficiente o no.  ¡Eso solamente lo mide Dios!  Honestamente nunca va a ser suficiente si vemos que la meta es Cristo quien se sacrificó y entregó por completo por ti y por mí.  ¿Cómo podemos pensar entonces que hemos hecho suficiente para Dios?  Hay gente que pone apodos a aquellos que deciden obedecer en todo lo que hacen.  Los señalan.  Los critican.  ¿Sabes?  ¡Qué bendición ser señalado y criticado por esas razones!  Quiere decir que estamos haciendo bien nuestro trabajo para el Señor.
Espero medites en tu entrega.  Espero reflexiones y seas honesto.  Date cuenta si estás poniendo tú el parámetro y la vara de medición en tu relación con Dios.  Entiende que no te corresponde a ti sino a Él.  Entiende que tú no vas a calificarte sino Él.  A los ojos de Él, ¿cómo crees que saldrías evaluado?  Es momento de cambiar de dirección y verdaderamente buscar ser santos como Él fue santo.
Oración
Padre y Señor: gracias.  Gracias por darle dirección a mi vida y darme entendimiento para corregir mis pasos.  Perdóname por querer llevar mi comunión contigo a mi manera.  Perdóname por poner mis parámetros y hacer a un lado los tuyos.  Hoy vengo a Ti y reconozco que quiero obedecerte y ser santo tal y como Jesús lo fue.  No quiero entregarme a medias ni seguir una comunión mediocre contigo.  Toma mi vida.  Toma mi corazón y decide por dónde me quieres llevar.  En el nombre de Cristo Jesús te lo pido.  Amén