sábado, 26 de agosto de 2017

Clamar a Dios


Clamar a Dios

“También Set tuvo un hijo, y le puso por nombre Enós. A partir de entonces se comenzó a clamar a Dios usando su nombre.” Génesis 4:26 (DHH)

Existe una definición de clamar que significa implorar pidiendo auxilio.

En los comienzos de la humanidad, después de la expulsión de Adán y Eva del paraíso, el hombre comenzó su triste peregrinaje por este mundo. Ya desde el inicio su historia estuvo marcada por situaciones trágicas y lamentables. El primer asesinato de la historia de la humanidad ¡fue entre hermanos! A los pocos años de haber salido del Edén, Adán tiene que enterrar a su hijo Abel que había sido asesinado por su hermano Caín.

¿Qué estaría pensando Adán en ese momento? Nadie puede saberlo, pero si hubiera estado en su lugar, me estaría reprochando con dureza la terrible estupidez que había cometido al comer del fruto prohibido. Es muy posible que este hombre se haya atormentado todos y cada uno de sus días por semejante tontería. No había disculpas ni palabras posibles para enmendar semejante error. ¡Por su culpa toda la humanidad estaba condenada!

Los primeros signos del pecado no tardan en aparecer. Caín asesina a Abel, la humanidad comienza a degenerarse, la maldad crece y los corazones se desvían cada vez más de Dios. Adán y Eva tuvieron muchos hijos, pero solo se menciona el nombre de Set. Tal vez porque de este hombre surgió la línea espiritual que intentaría mantener una relación viva con Dios.

En este sentido, su hijo Enós trató de seguir los pasos que su padre Set le había enseñado y que seguramente fueron apuntalados por el atormentado Adán. A tal punto que cuenta Génesis que a partir de Enós, los hombres comenzaron a implorar pidiendo auxilio a Dios por su nombre. Con la tercera generación el hombre se dio cuenta que solo no podía seguir y que necesitaba del auxilio y la ayuda de Dios para poder sobrevivir.

Pasaron muchos años desde los tiempos de Enós, pero nuestra realidad sigue siendo exactamente la misma. Hoy también necesitamos clamar a Dios, llamándolo por su nombre, para que nos asista, auxilie y socorra. Necesitamos implorar de Dios su bendición y su ayuda para poder estar bien.

No hacerlo, nos va a llevar por el camino que transitó la humanidad, que lleva al fracaso absoluto. Clamar a Dios no es una opción, es una necesidad demostrada por la historia de la humanidad. Sería bueno aprender de los errores para no cometerlos nuevamente.

REFLEXIÓN – ¿Clamaste hoy?

Un gran abrazo y bendiciones