sábado, 13 de abril de 2024

Más líbranos del mal

 


Más líbranos del mal

“Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”. Mateo 6:13

Esta petición es la última de la oración modelo que Jesús enseñó. “más líbranos del mal” y qué acertado es pedir siempre esto, porque como dice 1 Juan 5:19 “sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Vivimos en un mundo caído lleno de pecado, corrupción y violencia, por eso, necesitamos constantemente la protección sobrenatural de Dios, y entender que nuestra lucha es espiritual, pues el maligno y sus potestades gobiernan este mundo. Efesios 6: 12-13 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

Las peticiones sexta y séptima unidas por la conjunción “más”, implica que un pensamiento sigue naturalmente al otro: “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Ese mal se refiere al enemigo de nuestras almas: Satanás, fuente de toda maldad.

El apóstol Pablo también pidió a Dios que lo librara de toda obra mala cuando se acercaba el final de su vida, usó una expresión de tranquila seguridad; veamos 2 Timoteo 4:18 “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Esa oración también la podemos hacer nosotros para librarnos de todo mal, de cualquier clase, no sólo del pecado, sino de todos los efectos que trae.

“Líbranos del mal” expresa nuestro reconocimiento del poder soberano de Dios sobre todas las fuerzas en el mundo. Se refiere a todo lo que podría inducirnos a pecar y ofender a Dios. Esta oración termina con una doxología: “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Es una expresión de adoración al reconocer la magnificencia de Dios tanto en el cielo como en la tierra.

Debemos ver un orden en las peticiones de esta oración modelo, las primeras tres tienen que ver con Dios y con su gloria, y las siguientes cuatro tocan nuestras preocupaciones temporales y espirituales. Empezamos dando a Dios el lugar supremo que le corresponde y después nos volvemos a nosotros reconociendo nuestra vulnerabilidad, nuestro pecado y necesidad ante un Dios Santo. Hay cuatro necesidades esenciales como seres humanos: primero el pan que necesitamos para vivir, segundo, el perdón para poder acercarnos a su presencia, tercero, la ayuda en medio de la tentación y cuarto, ser librados del mal y preservados. En estas peticiones se nos enseña a depositar el pasado, el presente y el futuro ante el trono de gracia del Señor.

Esta oración no se limita solo a presentarle a Dios la totalidad de nuestro ser, sino que es una oración que trae la totalidad de Dios a nuestras vidas. Porque cuando pedimos pan, nos dirigimos a Dios Padre Creador y Sustentador de la vida; cuando pedimos perdón nos dirigimos a Dios Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador y cuando pedimos que nos libre de la tentación y del mal, nos dirigimos a Dios Espíritu Santo, el Consolador, iluminador, guía y guardián de nuestras almas. Es decir, nos dirigimos a Dios en toda su plenitud.

Este breve estudio sobre el Padre Nuestro, debe llevarnos entonces a orar como le agrada a Dios, en lo secreto, con entendimiento, sinceridad y sin vanas repeticiones, mostrando nuestra confianza, reverencia, sometimiento, dependencia, perdón, humildad y adoración.  Oración.

«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, enséñame a buscar primero tu reino y tu justicia y todas las demás cosas me serán añadidas, dame el sustento y consuelo necesarios para vivir el presente, a perdonar a otros porque quiero que tú me perdones. Enséñame a odiar y aborrecer el pecado mientras espero en tu misericordia y a estar preparado para resistir al tentador y líbrame de todo mal, amén.