Tomar la cruz
“Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús”. Lucas 23:26
«Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24
Muchas
personas interpretan la palabra “cruz” como una carga, cuando enfrentan una
relación difícil, un trabajo ingrato, una enfermedad, un problema familiar y
dicen muchas veces: “esa es la cruz que me tocó llevar”. Sin embargo, eso no
fue lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Toma tu cruz y sígueme”.
En los
tiempos de Jesús, la cruz representaba una muerte tortuosa, cargarla
significaba llevar el instrumento de ejecución, enfrentándose a hacer el
ridículo mientras caminaba al calvario; por eso, para Simón de Cirene no fue
fácil, pues también se expuso a la burla y al vituperio del público que también
lo miraba, ya que fue obligado por los soldados romanos a llevar la cruz.
“Toma tu cruz
y sígueme” es estar dispuesto a morir para seguir a Jesús, morir a nosotros
mismos, es un llamado a la entrega absoluta que implica renunciar a nuestra
propia vida, abandono de amigos, a veces de la familia, de nuestra reputación
ante otros, de nuestra carrera e incluso de la vida, porque en algunos lugares
del mundo esto es una realidad.
Por eso
cuando Jesús empezó a enseñarles a sus discípulos que iba a morir en manos de
los líderes religiosos y de los gobernantes, su popularidad se hundió a tal
punto que muchos de sus seguidores lo rechazaron, no fueron capaces de morir al
deseo de un Rey terrenal que les diera la victoria sobre la opresión romana, la
idea de un siervo sufriente no estaba en sus mentes y no estaban dispuestos a
cambiar sus anhelos y planes por Jesucristo. Muchos no entendieron su misión en
esta tierra sino hasta después de verlo resucitado.
Jesús hoy
nos dice en Lucas 9:24 “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará”. Si nuestro
compromiso es a medias, empezaremos a calcular el costo de seguirle y no
estaremos dispuestos a tomar la cruz y crucificar nuestros propios intereses
por Él.
Seguir a
Jesús es fácil cuando la vida pasa sin problemas, cuando no nos tenemos que
enfrentar a adversidades por causa del evangelio, por eso nuestro verdadero
compromiso se pone a prueba en las dificultades, porque estas nos traen
sufrimiento y pérdida. ¿Estamos dispuestos a tomar la cruz? Empecemos entonces
con el compromiso de amar a Dios, cuando lo hacemos, es más fácil rendir
nuestra vida a Él y ponerla al servicio de otros. Oración.
«Señor, mi compromiso contigo es amarte y servirte, que significa tomar
la cruz cada día, estar dispuesto a abandonar mis propios planes y todo lo que
tengo, por tu causa. Sé que la recompensa cuando renuncio a mi propia vida vale
el precio. Pero no quiero hacerlo por obligación sino voluntariamente, en una
entrega absoluta a ti, en agradecimiento y amor por todo lo que has hecho por
mí. Quiero poder decir sin vacilación como Pablo: “porque para mí el vivir es
Cristo y el morir es ganancia”. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.