martes, 19 de julio de 2022

Señor, que nuestro hablar y pensar sea tu deleite

 

Señor, que nuestro hablar y pensar sea tu deleite


«¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mí», Salmo 19:12-14

Dios mira primero nuestros pensamientos y actitudes. No podemos evitar que los pájaros vuelen en nuestra cabeza, pero sí que hagan nido en ella. A veces evitamos grandes pecados, pero nos dedicamos a cometer “pequeños pecadillos”. Para Dios no hay grandes, ni pequeños. Todos los días estamos sometidos a grandes tentaciones, pero si nos acostumbramos a ceder a pequeñas tentaciones, después cuando venga la gran tentación no vamos a poder resistir.

La revelación de la Palabra de Dios, debe llevarnos a revisar nuestro interior y mirar que «pequeñas cosas» para nosotros, nos están robando la bendición de Dios. Debemos revestirnos de Cristo, para tener su mente y no alimentar el pensamiento con otras cosas, un refrán conocido dice» El que tiene rabo de paja no se arrime a la candela».

No debemos permitir que nuestra mente se ensucie porque repercutirá en nuestras palabras y acciones. En el verso 14 dice: «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti», señalando que nuestras palabras y pensamientos deben ser acordes con la Palabra de Dios y con su voluntad. Que lo que hablemos y lo que meditemos en nuestro corazón sean el deleite de nuestro Dios. Nuestras palabras deben reflejar lo que nuestros corazones sienten y piensan. «De la abundancia del corazón habla la boca» Mateo 12:34b. Recordemos que cuando resistimos los grandes pecados nos preparamos para vencer aún las pequeñas tentaciones.   Oración.

«Señor, gracias por morir en la cruz por nuestros pecados, danos la fuerza para resistir la tentación y no ceder ante ella. Renueva nuestra mente y nuestro corazón para poder soportar en el día malo y vencer las batallas contra la carne, el mundo y el enemigo, que anda como león rugiente, para hacernos caer. Amén   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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