jueves, 6 de noviembre de 2014

Hechos 17:29-31

Hechos 17:29-31

Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano.  Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan.  Él ha fijado un día que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado.  De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo de entre los muertos.


En un libro que leí, el autor hablaba sobre un personaje interesantísimo: Ghandi.  Este hombre pudo derribar a un ejército y vencer a una nación poderosa a través de la no violencia y promoviendo el amor entre los unos y los otros.  Siguió a la perfección el amor al prójimo del que habla Jesús.  Considerado como una buena persona y que realizó extraordinarias cosas en su vida, dando ejemplos de la sencillez y congruencia que podemos tener al hablar y actuar, resulta difícil pensar si ese hombre está en el cielo o no.  Pero no se trata de hacerla de Dios para que nosotros decidamos y tristemente como creyentes caemos en esta mala costumbre de hablar sobre quién sí y quién no ha entrado al cielo al morir.  La biblia nos dice que solamente podemos ir a la presencia del Padre a través de Jesús.  Si Ghandi no reconoció a Cristo, por consecuencia, cuando sea juzgado, no tendrá Redentor que pague por sus pecados.  No caigamos en el error de juzgar quién es y quién no es digno de entrar en el cielo.  Por otro lado, tampoco omitamos el hecho de que Dios nos juzgará y el lugar donde pasemos nuestra eternidad dependerá de nuestra decisión en la tierra sobre aceptar o no a Jesús como Salvador y Señor.
Pablo no tuvo miedo de hablar sobre el juicio de Dios a pesar de que no conocía a nadie de su público.  No consideró que fuera un tema “delicado” o tabú.  Claramente anunció que seremos juzgados y que por esta razón mandó a su Hijo para que nos arrepintamos y reconciliemos con Él.  En ocasiones me han preguntado sobre cómo compartir a Cristo.  Qué decir y qué no decir.  Mucha gente piensa que no deben hablar del juicio de Dios porque “espantan” a los que oyen pues no es fácil de entender.  Si bien, no creo que exista una lista con 5 pasos a seguir para la perfecta predicación, me parece que no debemos encerrarnos a una o dos características del Señor.  Si resulta congruente y necesario, debemos hablar de cada detalle de Jehová.  No podemos omitir que cada uno de nosotros seremos juzgados por pensar que es muy “duro” de escuchar.
Por otro lado, me gusta cómo Pablo aclara quién es Dios.  No está hecho por oro ni plata o cualquier piedra preciosa.  Esta es nuestra forma de pensar y limitamos a Dios a lo que conocemos y comprendemos.  Pensamos en piedras preciosas y en algo grandioso y se lo adjudicamos a Dios.  Dios es Dios.  Creador y Todopoderoso.  ¿Por qué insistimos en darle dimensiones humanas?  ¡Es imposible!  Pablo nos dice, no trates de encasillar a Jehová.  Va más allá de lo que puedas imaginar.  Ni lo más precioso que ves en este mundo puede asimilarse a su grandeza.  No puedes capturar su imagen con una escultura ni limitar su tamaño con un gran templo.  Este es el Dios de la biblia.
Oración
Padre: perdona mis pecados y límpiame.  Quiero reconciliarme contigo y pasar mi eternidad junto a Ti.  Hoy entiendo que no estás en un templo o en una escultura sino que eres omnipresente y omnipotente.  Perdóname si he juzgado y criticado.  No permitas que mi corazón se llene de soberbia y sea humilde y sencillo.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén