martes, 23 de febrero de 2021

Sencillez de corazón. Parte 2

 

Sencillez de corazón. Parte 2


“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” 1 Pedro 3:3-4

La palabra de Dios nos enseña que la sencillez del corazón, implica tener un corazón que se deja corregir por el Señor, que reconoce que falla pero que no se queda en el error, sino que cambia su forma de pensar y de actuar. A esto se refería David, cuando en el salmo 51, reconoce su pecado y le pide a Dios: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.” (Salmos 51:12), lo cual significa que pedir un espíritu noble, es estar dispuesto a obedecer a Dios, a permitir que Él dirija nuestro andar y nos muestre el camino que debemos seguir (Salmo 25:4-5).

Esto es lo más importante, ser tratados por Dios en el secreto de la oración (Salmos 51:6), y no interesarnos tanto por la belleza externa, sino por la interna, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios (1 Pedro 3:4). Es ese mismo corazón afable y apacible del Señor Jesús que debemos imitar, cuando nos dice que aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón; y hallaremos descanso para nuestra alma; (Mateo 11:29)

Nuestro reto más importante en la vida no es conseguir cosas materiales para adornar nuestra vida exterior, sino adquirir sencillez de corazón para adornar nuestra vida interior, agregando virtud a nuestra fe y recibiendo toda la plenitud del amor de Dios (2 Pedro 1:5-8), para así mantenernos en obediencia, fidelidad y llevando mucho fruto a nuestro Padre celestial por medio de Cristo.  Oración.

«Señor Jesús, me diste ejemplo de un corazón manso y humilde, siendo obediente al Padre cuando te llamó a la cruz para morir por mis pecados. Ahora te pido que abunde en mí toda esa gracia, para dar a mi prójimo todo el amor que me diste, también te ruego que examines mi corazón y quites todo aquello que no te agrada y me guíes a obedecerte en todo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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