martes, 20 de septiembre de 2022

Al pasado, pasado

 


Al pasado, pasado

“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría” Eclesiastés 7:10.

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:18.

Se escucha el refrán popular que todo tiempo pasado fue mejor, pero esto no es cierto en el reino celestial, en el reino de Cristo.

Muchos viven con dolor, rencor o reproches por causa del pasado que tuvieron, pero no es sabio añorar el pasado y sufrir por esto; como dice la escritura, tenemos frente a nosotros en Cristo Jesús: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9b).

Es más grande lo que Dios ha hecho ahora, su restauración, provisión y propósito, que todo lo malo que sucedió antes. Es más sublime y extraordinario lo que Dios hará con nuestras vidas si estamos dispuestos en su Espíritu, que todo dolor, frustración o daño que pudimos experimentar en el pasado, por eso no vale la pena quejarse por lo que fue o lamentarse por lo que no pudo ser. Así que, no guardemos ningún rencor ni amargura en nuestro corazón (1 Pedro 1:4-6).

Mejor, fijemos nuestra mirada en las cosas celestiales y eternas, comprendiendo que aunque a veces no vemos el propósito detrás de las cosas que suceden, si entregamos a Dios toda nuestra imposibilidad, Dios usará para nuestro bien aún la dificultad, para abrirnos todas las posibilidades de su favor inmerecido, porque: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Vivamos cada día aceptando y experimentando con la guía de su Espíritu una verdad que ya ocurrió en todo creyente: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).   Oración.

«Padre, todo dolor, frustración o daño que pude experimentar en el pasado lo dejo en tus manos, lo llevo a la cruz y acepto el nuevo hombre creado en Cristo Jesús con toda bendición que tienes para mí, conforme a tu buena, agradable y perfecta voluntad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.