sábado, 23 de octubre de 2010

No dudemos

No dudemos

El que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.

Santiago 1:6-7

La persona que duda y que no cree que Dios puede dar sabiduría es como el mar ondulante e intranquilo, que se mueve de un lado a otro con sus interminables olas, que nunca puede calmarse. No tiene sentido alguno que tal persona suponga que recibirá algo del Señor.

Cuando se enfrenta a una prueba, un incrédulo que dice conocer a Cristo dudará de Dios y se enojará con Él y finalmente se apartará de la iglesia. Un cristiano verdadero que es espiritualmente inmaduro pudiera reaccionar de igual manera porque reacciona emocionalmente ante sus circunstancias difíciles y no entiende plenamente a Dios. En medio de una prueba, no tendrá una actitud gozosa, una mente comprensiva, una voluntad dócil ni un corazón creyente. Parecerá incapaz de buscar la sabiduría de Dios y no estará dispuesto a aprovecharse de los recursos que Él ha provisto, sin conocer la solución de que puede disponer mediante la fiel y constante oración al Señor. Exaltación de los pobres

El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación.

Santiago 1:9

El versículo de hoy es una orden de que el cristiano pobre se regocije. Un cristiano que es económicamente pobre tal vez no tenga nada en el mundo material de qué regocijarse, pero puede regocijarse en el conocimiento de que Dios lo está exaltando espiritualmente en su posición delante de Dios. Pudiera tener hambre, pero tiene el pan de vida. Pudiera tener sed, pero tiene el agua de vida. Pudiera ser pobre, pero tiene riquezas eternas. Pudiera no tener un hogar satisfactorio aquí, pero tiene un glorioso hogar en la vida venidera. En esta vida pudiera tener pruebas, pero Dios las está usando para perfeccionarlo y exaltarlo espiritualmente.

El cristiano desposeído puede aceptar sus pruebas gracias a la esperanza de recibir una herencia incorruptible e incontaminada que nunca se desvanecerá (1 P. 1:4). Las verdaderas riquezas nos pertenecen, de modo que la pobreza es una prueba de corta duración que puede resistirse cuando miramos hacia delante a un tiempo glorioso de exaltación.