lunes, 27 de enero de 2025

Señor, ¿si puedes?

 


Señor, ¿si puedes?

“Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó”. Marcos 9: 17-27

En muchas circunstancias de nuestra vida podemos estar preguntándole al Señor si Él puede con alguna situación. Este pasaje fue un momento crítico en la vida de los discípulos, que también ponía en duda la capacidad del Señor Jesucristo, pues los escribas estaban disputando con ellos y haciéndolos quedar en ridículo. Cuando llega Jesús, este hombre le explica a Jesús la situación de su hijo y le pide ayuda, pero según la construcción gramatical y la palabra griega “dynei” usada en el original bíblico, lo hace de una forma irónica, prácticamente le dice: “pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.

Jesús está ante un episodio de incredulidad, a lo cual responde: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Debemos entender que ante la desesperación y la frustración podemos caer en incredulidad cuando tenemos que esperar una respuesta; y llegar como este hombre a decirle a Jesús si realmente tienes la capacidad de sanar, liberar, transformar, etc., ayúdame.

La respuesta del Señor es interesante porque contesta con la misma palabra griega “dynei” que el padre había usado, pero ahora le devuelve el desafío diciéndole “si tú puedes creer…”.

La sanidad, la liberación y la transformación de nuestras vidas no dependen de la capacidad de Jesús sino de la fe que tenemos. El poder de Cristo nunca debe ponerse en duda, porque Él todo lo puede.

En ese momento el padre se quiebra y “clama” a Jesús. Es un grito de angustia, desesperación y reconocimiento sincero de su poca fe: “¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!” Esto es lo que quiere escuchar el Señor cuando estamos débiles en nuestra fe. Pidamos que nos ayude en nuestra incredulidad, seamos honestos con Jesús y se abrirá la puerta para el milagro. Es innecesario desafiar a Dios con frases como: “Si eres Dios entonces…”, “si tienes tanto poder…”, “si realmente me amas…”, o “si crees que lo merezco…”.

No seamos hipócritas, nada de eso toca su corazón solo la oración sincera con fe, como dice Mateo 21:22 “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”   Oración.

«Cristo Jesús, perdona mi falta de fe cuando atravieso por situaciones que parecen imposibles, hoy me reconfortas con tu palabra cuando dices: “al que cree todo le es posible”. Señor aumenta mi fe, y la capacidad de ver las cosas como tú las ves, porque para ti no hay nada imposible. Quita de mí todo espíritu de incredulidad y dureza de corazón para creer todo lo que ya has declarado en tu Palabra y recuérdame “que todo lo puedo en ti, que me fortaleces”, ayúdame a mirarte y dame la gracia suficiente para aprender a esperar la respuesta en el momento oportuno. En el nombre de Jesús, amén.