miércoles, 19 de febrero de 2020

Dios siempre nos escucha. Parte uno


Dios siempre nos escucha. Parte uno
“Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Isaías 65:24
Dios siempre está dispuesto para oír al que le busca. Responderá antes de que le llame y aun cuando esté hablando, Él se adelanta y responde sus oraciones. Que hermosa promesa la de nuestro amado Padre, cada día está esperando a que entremos en su presencia y antes de que hablemos, ya conoce las intenciones de nuestro corazón, y sabe de qué tenemos necesidad. Siempre está atento a escuchar nuestro clamor, el Salmo 18:6 dice: “En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos”.
Uno de los más graves problemas de la comunicación entre los seres humanos es que no sabemos escuchar, siempre estamos interrumpiendo al otro y exponiendo nuestro punto de vista. Por esto, muchas relaciones han fracasado al no saber escuchar y hoy las personas solo necesitan ser oídas para entenderlas. Si necesitamos conocer y ayudar a otros, debemos empezar por aprender a escucharlos.
Qué reconfortante saber que Dios siempre tiene oídos para oírnos, conoce los anhelos de nuestro corazón y nuestras necesidades. En Isaías 59:1 dice “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír”. No hay ningún obstáculo de parte de Dios para que atienda nuestras oraciones, para que oiga nuestro clamor, Dios se deleita en contestar y obrar en la vida de cada uno de nosotros, pero hay cosas en nuestra vida que pueden estar estorbando nuestra oración. Los obstáculos no vienen de parte de Dios sino de nosotros mismos.
Examinemos nuestro corazón y pidamos a Dios que nos muestre cuál es la barrera que está impidiendo que nuestra oración llegue a sus oídos. Puede ser la falta de fe, nuestro pecado, el desconocimiento de su Palabra, nuestro corazón duro, etc.
¿Cómo pretender que Él nos escuche si antes no le escuchamos a Él a través de su Palabra?   Oración.
«Gracias Señor por estar siempre atento a mi clamor cuando entro en tu presencia. Tú eres el único que escucha sin interrupción, el que siempre tiene palabras de vida eterna para mí, el que comprende la necesidad de mi corazón aun antes de que la exprese con mis labios. Enséñame a esperar en ti y a callar cuando quieres que escuche tu voz. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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