sábado, 19 de marzo de 2016

Hebreos 3:14-19

Hebreos 3:14-19
Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fina la confianza que tuvimos al principio. Como se acaba de decir: Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón como sucedió en la rebelión. Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto? ¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron? Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.
Dice Romanos 6:23, porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. ¿Sabes? Irónicamente a la gente le gusta quedarse con una parte de lo que dice Romanos. O se quedan con que Dios es amor y se les olvida que la paga del pecado es la muerte. O se quedan con la muerte y se olvidan de la dádiva de Dios que es vida eterna en Cristo. Mientras tanto, la biblia nos muestra que Jehová cumple con esas dos características. Definitivamente nos ama pero al mismo tiempo no puede tener comunión alguna con nuestro pecado. Si no reconocemos a Cristo, no hay forma de poder recibir esa vida eterna. ¿Qué tiene que ver esto con el pasaje? Debemos entender que nuestras decisiones acarrean consecuencias y por eso es importante acudir a Dios mediante su palabra y oración para pedir que muestre por dónde caminar. Además, debemos orar para poder ver los milagros que día a día el Señor hace en nuestras vidas. Los judíos se sorprendieron cuando milagrosamente cayó el maná y tuvieron comida. Sin embargo, algunos desobedecieron y quisieron guardarlo para el día siguiente. ¿Qué pasó? Que se llenó de gusanos. También vemos al pueblo judío reclamarle a Moisés el que los haya llevado al desierto pues piensan que ahí morirán. Si lees unos capítulos antes, puedes darte cuenta lo rápido que olvidamos cómo era nuestra situación y en lugar de vivir agradecidos, vivimos quejándonos. Estaban siendo totalmente oprimidos por los egipcios. Clamaban a Dios para que los librara pero cuando sucede: se quejan. ¿Por qué? Porque como humanos queremos que Dios trabaje a nuestra manera. Querían quedarse donde estaban, pero sin los egipcios. ¿Suena como una buena idea no? Estamos bien aquí, solamente nos estorban estos egipcios que nos están aplastando. Pero el Señor tenía otros planes y así también tiene planes para contigo. Él tenía la tierra prometida para su pueblo y ellos prefirieron quejarse. ¿Lo puedes ver? Por eso el pasaje nos dice: ¿Con quiénes se enojó Dios? Con los que pecaron y cayeron muertos en el desierto. A los mismos que desobedecieron y no entraron a la tierra prometida por causa de su incredulidad. ¡Definitivamente no queremos caer en el mismo error! Aunque parezca que tu situación es complicada y no entiendes lo que está pasando, busca las bendiciones de Dios y vive agradecido. Si bien, siempre habrá algo que te gustaría tener o cambiar, también hay mucho por lo que puedes estar agradecido. Es un pequeño cambio en tu mente de gran impacto en tu vida espiritual. Vive agradecido. Busca permanecer en el Señor y trabaja para su obra. Él se encargará de ponerte, a Su tiempo, en “la tierra prometida.”
Oración
Señor: vengo de rodillas a Ti pidiendo perdón. Me he quejado, te he reclamado y todo sin entender cuánto me das cada día. Te agradezco que abras mis ojos y quebrantes mi soberbia. Te pido pueda levantarme y agradecerte por todo lo que haces en mi vida. Te pido pueda buscarte cada mañana y no apartarme de ti durante el día. No quiero caer en los mismos errores que cayó el pueblo judío. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén