sábado, 30 de mayo de 2020

La soberbia y la humildad en el hombre


La soberbia y la humildad en el hombre

“Antes del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el abatimiento.” Proverbios 18:12
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” Proverbios 16:18
“Mejor es humillar el espíritu con los humildes. Que repartir despojos con los soberbios.” Proverbios 16:19
La soberbia y la humildad dos actitudes humanas, opuestas entre sí, que se manifiestan en todos los tiempos, momentos y circunstancias de la vida y que, a la luz de la Palabra de Dios, tienen también consecuencias opuestas para bien o desdicha del hombre, según el caso.
La soberbia o altivez que caracteriza a la persona por un sentimiento de superioridad frente a los demás y que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos pero, al mismo tiempo, busca ser admirada y respetada por las cosas que hace o las cualidades que tiene. La biblia la describe como una elevación del corazón del hombre o altivez y, conforme a la Palabra de Dios, esta actitud precede a la caída y al quebrantamiento. La soberbia de Lucifer, que era un Querubín en las cortes celestiales, fue la que provocó su caída que el profeta Isaías describe diciendo: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.” (Isaías 14:11-12)
La humildad es considerada una virtud moral del ser humano que consiste en reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo. La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable. El mayor ejemplo de esta virtud nos lo dio nuestro Señor Jesucristo “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8)
Por todo esto hermanos, humillémonos delante del Señor y sujetémonos en todo, por todo y para todo a su santa y perfecta voluntad obedeciendo a su mandato: “llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” (San Mateo 11:29)  Oración.
«Amado Padre celestial, perdona Señor nuestra vanidad y nuestro orgullo que nos llevan a desconocer la fragilidad de nuestro ser y de nuestra vida y nos impulsan a desconocer los derechos de nuestro prójimo en por de lograr nuestros mezquinos objetivos y propósitos y, por tu Santo Espíritu, danos Señor la sabiduría para entender que una sola cosa necesitamos en esta vida y es que Jesús Cristo de Nazareth sea real y verdaderamente nuestro Señor, nuestro Dios, nuestro todo y guiados por su Santo Espíritu, que mora en nosotros, sigamos su ejemplo de humildad y obediencia a ti Padre Santísimo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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