Dios cuida a
sus hijos
“Pues a sus
ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos
te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid
pisarás; hollarás al cachorro del león y al dragón.” Salmos 91:11-13
¿Le has
dicho a Dios con fe: “tú eres mi Dios, mi esperanza, mi castillo, en ti pongo
mi confianza”?
Cuando
nosotros depositamos realmente nuestra fe en Dios, debemos estar seguros y
tranquilos de que, de todo lo que sucede en nuestro día, Dios tiene el control;
si es así no tenemos por qué vivir en temor y angustia a causa de los terrores
de la noche, las flechas del día, las pestes de la oscuridad o la mortandad que
a pleno día destruya; pues, el Señor siempre cuida nuestra entrada y nuestra
salida (Salmos 121:8).
Su Palabra
dice que Él nos librará del lazo del cazador y de la peste que destruye, porque
con sus plumas nos cubrirá y bajo sus alas estaremos seguros; pueden caer miles
a nuestro lado, pero nosotros estaremos sanos; no habrá plaga que toque nuestra
morada (Salmos 91:3-4, 10).
El Dios para
el cual nada es imposible nos dice: porque me has amado, yo te libraré; te
pondré en alto por cuanto has conocido mi nombre. Cuando me invoques, yo te
responderé, contigo estaré en la angustia; te glorificaré. Te saciaré de larga
vida y te mostraré mi salvación (Salmos 91: 14-16).
Debemos confiar
y esperar pacientemente en el propósito que Dios tiene con cada suceso de
nuestra vida, tenemos un Dios omnisciente cuyos pensamientos son más altos que
los nuestros y cuya voluntad es buena, agradable y perfecta (Isaías 55:8-9,
Romanos 12:2).
Nuestra
tarea de nunca acabar es la de orar, ese es el camino seguro; poner todo en
manos de Dios, para tener la certeza de que lo que a nosotros llega, es por su
intervención, y para poder aceptarlo en la paz que Él nos da. Oración.
«Señor, te
alabo y te doy gracias por tu cuidado y protección; yo en paz me acuesto y así
mismo duermo porque sólo tú me haces vivir confiado. Gracias por ese amor
incondicional y por tu Palabra que me revela tu poder y tu bondad. Te pido que
me ayudes a poner, cada vez más, toda mi atención y mi confianza en lo que tú
dices y no en lo que los demás piensan, en el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.