domingo, 15 de noviembre de 2020

Si tú le buscares, lo hallarás

 

Si tú le buscares, lo hallarás


“Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque el SEÑOR escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; más si lo dejares, él te desechará para siempre.” 1 Crónicas 28:9

El hombre no puede vivir sin Dios, aunque se invente sus propios dioses, o se convierta en su propio dios. Fracasará y morirá en su pecado si no conoce al verdadero Dios y al Señor Jesucristo, a quien envió para revelar en Él todo el esplendor de su gloria y darnos vida eterna (Juan 17:3).

 

Y Él puede ser encontrado si le buscamos; Él no se ocultará de ninguno de nosotros, si lo buscamos de manera personal. No es, si lo merecemos, o si compramos su favor, sino simplemente si le “buscamos”.

Si lo buscamos de todo corazón podremos encontrarle (Jeremías 29:13), pero, ¿en dónde podemos iniciar nuestra búsqueda del Dios de la vida? Él se revela, se deja encontrar a través del evangelio, de su Palabra, porque realmente cuando estamos en nuestros delitos y pecados, no consideramos a Dios, como nos enseña la escritura, no había ni siquiera uno que lo buscara (Salmos 14:2-3). “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11).

Y cuando le buscamos a través de la escritura, hallamos el punto de encuentro y este es: la fe. La Palabra nos da la fe para tener un encuentro personal con Dios, porque ella nos enseña que es a través de Cristo, y que sin esta fe es imposible agradar a Dios, “porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (hebreos 11:6)

Cuando lo buscamos, realmente nos damos cuenta que Él se despojó a lo sumo, y tomando forma de siervo vino a buscarnos primero, y se ofreció en sacrificio por nosotros, incluso antes, cuando aún éramos pecadores; el inocente ofreció su vida por los culpables y vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:10)   Oración.

«Señor, estaba perdido sin ti y me amaste, viniste a buscarme, ofreciste tu vida en sacrificio por mí. Anhelo tener un encuentro personal, con aquel que, sin yo merecerlo, me amó primero y se entregó por mí. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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