lunes, 10 de agosto de 2015

Salmos. 12:v1-8

Salmos. 12:v1-8
12.1 Vivir para Dios en un mundo engañoso puede ser una batalla difícil y solitaria. En un momento, el gran profeta Elías se sintió tan solo que quiso morir. Pero Dios le dijo que quedaban otros siete mil siervos fieles (1Ki_19:4, 1Ki_19:14, 1Ki_19:18). Nunca estamos solos en nuestra batalla en contra del mal. Cuando se sienta solo, busque a otros creyentes de los que pueda obtener fortaleza y apoyo.

12.2-4 Podemos vernos tentados a creer que las mentiras son relativamente inofensivas, hasta incluso pueden parecernos útiles en algún momento. Pero Dios no pasa por alto el engaño, la adulación, el alarde y las mentiras. Cada uno de estos pecados surgen de una mala actitud que a la larga se expresa con palabras. La lengua puede ser nuestro mayor enemigo; aunque pequeña, puede hacer un gran daño (Santiago._3:5). Tenga cuidado con la forma en que utiliza la suya.

12.5 Dios cuida del débil y necesitado. Aquí promete proteger al oprimido y confrontar a sus opresores. Deberíamos identificarnos con la actitud de Dios. Su trabajo no está concluido hasta que nosotros nos interesemos por las necesidades de los pobres.

12.6 La sinceridad y la verdad son extremadamente valiosas porque no abundan. Muchas personas engañan, mienten, adulan. Creen que obtendrán lo que quieren por medio del engaño. Como rey, David seguramente se enfrentó con personas que esperaban ganar favores y ascensos por medio de la adulación. Cuando sintamos que la sinceridad y la verdad ya casi no existen, tenemos una esperanza: la Palabra de Dios. Las Palabras de Dios son tan puras como la plata refinada. Así que escuche con cuidado cuando El hable.