viernes, 13 de diciembre de 2019

Protocolo de la realeza


Protocolo de la realeza

“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”, Salmo 6:1-5
Pertenecer a una familia real tiene múltiples privilegios como lo es el poder, la riqueza y lujos, pero también significa seguir ciertas reglas, muchas de las cuales insólitas. No cualquiera puede tener una audiencia con un rey o un presidente, pues para lograr entrevistarse hay que seguir un estricto protocolo. Ahora, en el campo espiritual, ¿qué protocolo debemos seguir para presentarnos ante el Rey de Reyes? ¿qué debemos cambiar para lograr mayor nivel de intimidad con el Creador?, o ¿simplemente nos quedaremos en el pórtico fuera del palacio, sin pasar detrás del velo al lugar santísimo donde sólo pocos logran entrar?
En primer lugar sabemos que hay un sólo camino para llegar al Rey y es Jesucristo, pero muchos sólo pasaron la puerta del palacio y se quedaron allí; sin embargo, para entrar en la recámara del Rey y permanecer en la intimidad del lugar santísimo, debemos dejar de ser como somos, villanos, y acomodarnos a los protocolos del reino de Dios, porque muchas veces pretendemos que el Rey se acomode a nuestra manera de ser, de pensar y de actuar. Nos aferramos a los prototipos mundanos y nos repetimos: “yo soy así y punto”, y no queremos aprender cómo llegar al Rey, mucho menos ofrendar lo que Él pide. Si no tienes nada que ofrecerle, pues ofrécete a ti mismo en obediencia, santo y agradable a nuestro Rey.
Isaías tuvo una gloriosa visión de un Dios que reina, que está sentado en un trono alto y sublime, y su túnica cubría el templo; ese es el lugar santísimo detrás de la cortina de santidad que envolvió a Isaías purificándolo primeramente de su pecado.
Hermano, ¿Dios es Soberano en tu vida, es tu Rey? Seamos sobresalientes aprendiendo el protocolo para entrar al Rey y ser parte de sus escogidos. Oración.
Amado Señor, eres el Rey eterno, y solo a ti te daré la gloria, el honor y la honra. Tú eres el Rey de Reyes y el Señor de señores, a ti elevaré mi canto de adoración y con mis labios purificados con fuego exclamaré: “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos, la tierra está llena de tu gloria”. Te alabo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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