martes, 21 de diciembre de 2021

 


El hermano del hijo pródigo

“Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” Lucas 15:25-32

El hermano mayor del hijo pródigo sintió envidia y enojo por ver cómo su hermano menor, habiendo sido desobediente y rebelde, recibió lo que no merecía.

Tal vez el hermano mayor recordó que, de acuerdo a la ley, su hermano debería ser castigado severamente y se le debía aplicar lo que estaba dictaminado en el antiguo testamento en Deuteronomio 21:18-21, acerca del hijo contumaz y rebelde, el cual debería ser apedreado por los ancianos de la ciudad.

Y así somos nosotros en muchas ocasiones, envidiamos lo que otro tiene o criticamos al otro, condenamos y entramos en el legalismo. Nos preguntamos ¿Por qué él sí recibe y yo no? o vemos a un hermano que ha caído en pecado y en vez de levantarlo con mansedumbre, como nos dice la escritura, deseamos que venga un castigo sobre él (Gálatas 6:1).

Entonces, podemos ver en esta parte que el hermano mayor representa la ley, mientras que el hermano menor representa la gracia (favor inmerecido). Dice la escritura “​​De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;” (Gálatas 5:4-5), pues somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús y no mediante nuestras propias obras de justicia, (Romanos 3:24, Tito 3:5).

También podemos ver que el hijo pródigo del antiguo testamento, es decir, lo que estaba determinado pasarle a un hijo que se hacía rebelde, de acuerdo a las instrucciones de la ley, era bañarlo con piedras, en contraste, el del nuevo testamento fue bañado con besos; el hijo del antiguo testamento recibiría lo que merecía debido a su rebeldía y todo terminaría en tristeza, en muerte, en un funeral, mientras que el hijo pródigo del nuevo testamento recibió lo que no merecía, fue revestido, perdonado y todo terminó en celebración.

Lo que le debía pasar a un hijo pródigo del antiguo testamento muestra la justicia bajo este pacto, porque sería el juez injusto si no ejecuta justicia. En el nuevo testamento, esta justicia, fue cumplida por Cristo, para que ahora nosotros disfrutemos de la celebración; así que, podemos ver el alto costo que Cristo pagó con su sangre y por lo tanto apreciar el amor y la gracia de Dios derramada abundantemente sobre nosotros, por medio de la fe en Jesús, para que no condenemos a otros, mejor compartamos el mensaje de su favor inmerecido y vivamos una vida en santidad agradando al Padre.    Oración.

«Padre, me has dado tu amor al enviar a tu Hijo Jesús a morir por mis pecados y por medio de Él me has tratado como yo no merecía; gracias por tu gran favor. De la misma manera quiero amar a los demás, no condenándolos, sino edificando y enseñando acerca del amor que cubrió mi maldad y me hizo nueva creación. En el nombre de Jesús, Amén.