martes, 17 de abril de 2018

El poder para mover montañas


El poder para mover montañas
En la Biblia a veces se habla de las montañas en sentido figurado: como símbolo de fuerza y estabilidad; pero también es frecuente que éstas representen dificultades, problemas e impedimentos. Así que, si hemos de preparar el camino del Señor lo torcido debe enderezarse y los montes allanarse; entonces se revelará la gloria divina (Isaías 40:3-5; Lucas 3:4-6). Cuando el poderoso Espíritu de Dios actúa, montañas de otro modo inamovibles resultan como nada delante de la fuerza del Señor (Zacarías 4:6, 7). El Espíritu Santo, que es el único capaz de realizar esto, puede convertir los montes más insuperables en caminos y calzadas para un rápido avance (Isaías 49:11). Jesús utilizó esta ilustración del Antiguo Testamento en varias de sus enseñanzas. Cuando los discípulos no pudieron echar. Fuer. al demonio del niño atormentado, el Señor les dijo que SI tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza podrían ordenar a "este monte" (símbolo de cualquier situación o problema insuperable) y el mismo se movería. "Y nada os será imposible, (Mateo 17:20), dijo luego; añadiendo de inmediato que aquella clase de exhibición espectacular sería consecuencia de la oración y el ayuno (v. 21). En otra ocasión, cuando los discípulos se asombraron del poder de Jesús para secar la higuera estéril, Elles repitió que ellos no sólo podían hacer lo mismo, sino que incluso tenían en su mano el ordenar a los montes que se echaran en el mar, porque "todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mateo 21:21, 22). Marcos refiere el mismo incidente y cita estas palabras de Jesús: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24).  Dios espera que sus hijos se enfrenten a montañas de dificultad y las muevan (vea capítulo 13), no que sean detenidos por ellas. Deben aceptarlas como un desafío: ya sea para convertirlas en caminos para la mayor gloria de Dios; o para echarlas en el mar, quitándolas completamente de la vista como si nunca hubieran existido. Jesús nos asegura que esto es del todo posible cuando sus hijos se enfrentan a los montes creyendo; pero también nos recuerda que hacerlo puede requerir una oración y un ayuno prolongados. El Espíritu Santo hará el milagro; éste no se realizará por nuestra fuerza o nuestro poder (Zacarías 4:6). En la actualidad hay cientos de montes que estorban el avance de las misiones y de la Iglesia de Cristo porque estamos confiando casi por completo en nuestra propia sabiduría, nuestra propia habilidad y nuestro propio esfuerzo. ¡Hemos hecho casi todo menos entregarnos de veras a la oración y al ayuno! La oración tiene un gran poder para mover montañas, debido a que el Espíritu Santo está dispuesto tanto a estimular nuestra intercesión como a quitar de en medio los montes que nos estorban. La oración posee la fuerza necesaria para transformar las montañas en calzadas.