martes, 14 de abril de 2009

Jonatán ataca a los filisteos


1 Samuel 14 -

CAPÍTULO 14
Versículos 1-15. Jonatán ataca a los filisteos. 16-23. La derrota de ellos. 24-35. Saúl prohíbe al pueblo comer hasta el anochecer. 36-46. Jonatán señalado por sorteo. 47-52. La familia de Saúl.

Vv. 1-15.Saúl parece haber estado muy perdido e incapaz de ayudarse. Nunca pueden considerarse a salvo quienes se ven fuera de la protección de Dios. Ahora manda en busca de un sacerdote y el arca. Espera arreglar las cosas con el Todopoderosos por medio de una reforma parcial, como hacen muchos cuyo corazón no se humilla ni cambia. A muchos les agrada tener ministros que profeticen cosas lindas.
Jonatán sintió el impulso y la impresión divina que lo lanzó a esta aventura atrevida. Dios guía los pasos de quienes lo reconocen en todos sus caminos y buscan su dirección, con todo el propósito de su corazón de seguirle. A veces encontramos más consuelo en lo que, no es tanto nuestra obra, puesto que hemos sido llevados a ello por las vueltas inesperadas, pero bien planeadas de la providencia divina.
Hubo pánico en la guarnición. Se le dice temblor de Dios lo cual significa no sólo un gran temblor, que no pudieron resistir ni razonar para ponerle fin, sino que vino repentinamente de la mano de Dios. El que hizo el corazón sabe hacerlo temblar.

Vv. 16-23.Los filisteos fueron puestos uno contra el otro por el poder de Dios. Mientras más evidente era que Dios hacia todo, más razón tenía Saúl para preguntar si Dios le daría autorización para hacer algo. Pero estaba tan presuroso por combatir a un enemigo caído que no se quedó para terminar sus devociones, ni escuchó la respuesta de Dios. Quien cree no andará tan apurado ni considerará cualquier asunto tan urgente, como para no dedicar tiempo para que Dios lo acompañe.

Vv. 24-35.La severa orden de Saúl fue muy imprudente; si ganaba tiempo, le quitaba fuerzas para la persecución. Tal es la naturaleza de nuestros cuerpos que el trabajo cotidiano no puede hacerse sin el pan cotidiano, que, consecuentemente nuestro Padre celestial da en su gracia.
Saúl estaba alejándose de Dios y ahora empieza a levantar altares, siendo entonces, como muchos, muy celoso de la forma de la piedad, pero niega su eficacia.

Vv. 36-46.Si Dios rechaza nuestra oración tenemos razones para sospechar que es por algún pecado albergado en nuestro corazón, el cual debemos buscar para sacarlo y eliminarlo. Siempre debemos sospechar de nosotros mismos y examinarnos primero; pero un corazón que no se ha humillado sospecha de cada persona, y busca en todas partes, menos en sí mismo, la causa pecaminosa de su calamidad.
Se descubrió que Jonatán era el ofensor. Los que son más indulgentes con sus pecados son los más severos con los demás; quienes más desechan la autoridad de Dios son los más impacientes cuando se desobedecen sus propios mandatos. Los que echan maldiciones, se ponen en peligro a sí mismos y a su familia. —¿Qué observamos en toda la conducta de Saúl en esta ocasión sino una disposición impetuosa, orgullosa, maligna e impía? Y en todo caso, ¿no percibimos en cada caso que ese hombre, librado a sí mismo, deja ver la depravación de su naturaleza, y que está esclavizado al más bajo de los temperamentos?

Vv. 47-52.Este es un recuento general de la corte y campamento de Saúl. Él tenía pocas razones para enorgullecerse de su dignidad real, y ninguno de sus vecinos tenían causa para envidiarlo, pues disfrutó muy poco después de asumir el reinado. A menudo, la gloria terrenal del hombre no es sino un destello producido justo antes que caiga sobre ellos la oscura noche de la desgracia y de los ayes.