jueves, 21 de marzo de 2013

Importa Cómo Oír


Importa Cómo Oír 

       Dice Cristo en Lucas 8:18: "Mirad, pues, cómo oís..." Importa la manera de oír. Uno puede oír la verdad presentada por un genuino siervo de Dios, pero si no mira cómo oye, no sacará ningún provecho del oír.
       En Lucas 10 tenemos el caso de un hombre sabio en la ley de Moisés que se levantó, y le hizo a Cristo una pregunta, y luego escuchó la respuesta. Pero no oyó con la intención de recibir algún beneficio. Dice el texto que le hizo a Jesús una pregunta con el fin de tentarle. Está claro que con tal actitud de mente no le iba a aprovechar nada la respuesta que Jesús le diera. Él oyó las palabras de Cristo, pero oyó con mala actitud.
       Así es hoy en día. Muchos oyen la verdad, pero no la perciben porque no son honrados de corazón. Tienen los ojos de su entendimiento cerrados a causa de sus prejuicios.
       Otros oyen de otra manera. Oyen, sí, pero demoran. No reciben la palabra con solicitud. No están ansiosos de saber la verdad para obedecerla. Cuando la oyen, no están dispuestos a aceptar la verdad y ser salvos. Tienen buenas intenciones pero no oyen con la actitud necesaria para provecho. Vamos a notar el casos que hallamos en Hechos 24:24,25: "Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio, y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré". Hay mucha gente como Félix, que oye, pero no obedece.
       Dice Hebreos 4:2, "Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron". Si alguno oye la pura verdad, pero no la cree, de nada le aprovecha. El oír tiene que ser acompañado de la fe. Es como cuando alguien es invitado a asistir un servicio de predicación, y acepta la invitación para cumplir con el sentido de deber social. Asiste, y oye la predicación, pero le es sin provecho porque no mezcló fe con el oír.
       Luego hay quienes oyen de buena gana y obedecen al evangelio. ¡Dichosos éstos! En Marcos 12:37 vemos que "...gran multitud del pueblo le oía de buena gana". Los humildes están más dispuestos a oír el evangelio y obedecerlo. Los demás muchas veces están demasiado ocupados con sus negocios y en su propia sabiduría se sienten muy independientes de Dios. Confían en su propio brazo de fuerza, y creen no necesitar a Dios. Mis amigos, no sean de los tales. Oigan la verdad y obedézcanla.