miércoles, 26 de mayo de 2021

¿Quién podrá entender sus propios errores?

 


¿Quién podrá entender sus propios errores?

“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí” Salmo 19:12-13

“Pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él”. 1 Juan 3:20-22

El Salmista se hace una pregunta que nosotros regularmente deberíamos hacernos: ¿Cómo podemos conocer todos los pecados escondidos en nuestro corazón? Hay que sacar tiempo delante de Dios para examinar nuestro interior y pedir perdón si encontramos que hay cosas, de las cuales, no somos conscientes y que se están interponiendo en nuestra comunión con Dios.

Todos deseamos ser perdonados y limpiados de nuestros pecados, más cuando sabemos que los hemos cometido a sabiendas. Aquí David nos dice que no siempre podemos estar seguros de que hemos hecho algo malo, habla de esas faltas ocultas o pecados secretos que todavía pueden tener dominio sobre nosotros y que no agradan a Dios, por eso, cuando nos confesamos delante de Él, debemos pedir perdón por los pecados de omisión.

La Palabra escrita es la revelación de Dios y usada por el Espíritu Santo puede mostrarnos si hemos fallado y llevarnos a orar en el trono de gracia, para limpiarnos y mantener una vida de comunión constante. Es bueno disponer nuestro corazón, para aceptar también exhortaciones y correcciones de las fallas, que otros han visto en nosotros, que no nos damos cuenta y nos han llevado a pecar sin intención, porque a menudo los cristianos nos volvemos ciegos ante nuestras propias flaquezas, por eso, nuestra oración debe ser la del salmista: “Líbrame de los que me son ocultos”.

Nuestra actitud debe ser humilde, reconociendo que no somos perfectos y no llenarnos de arrogancia, porque el deseo de todo creyente es agradar a Dios. Permitamos al Señor que todos nuestros pensamientos, palabras y actos pasen por el filtro del perdón para no hallarnos pecando. Acerquémonos con confianza a nuestro Redentor y admitamos que necesitamos depender de Él en cada aspecto de nuestra vida.

El perdón de Dios es total y completo, aun cuando se trate de pecados inconscientes.  Oración

«Señor, vengo delante de ti a rendir mi corazón y a pedirte que lo escudriñes, líbrame de pecar intencionalmente y que mis pecados me controlen, pero también límpiame de esas actitudes, palabras y acciones que no te agradan y de las cuales no me percato, con las que te he ofendido a ti y a otros. Muéstrame cualquier pecado en mi vida que estoy pasando por alto. Mira mi corazón arrepentido y contrito y vuélveme el gozo de tu salvación. En Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.