lunes, 21 de enero de 2019

PRECIOSA SANGRE



PRECIOSA SANGRE DE CRISTO
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Hebreos 9:14
elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”, 1 Pedro1:2.
Para poder nosotros acceder a la presencia de Dios, se requirió pureza. El pecado humano tenía que ser expiado y su inmundicia lavada por Jesús, quien cumplió cabalmente con ese propósito al presentarse delante de Dios, no sólo como Sacerdote sino como el Cordero para el sacrificio. Si fuéramos más conscientes de lo que significó ese derramamiento de sangre de Jesús, seríamos
más cuidadosos con nuestra vida espiritual y haríamos todo lo posible por agradar a Dios.
El sacrificio de Cristo en perfecta obediencia hasta la muerte de cruz, nos dio acceso directo a Dios, quitó toda barrera que nos separara. Su sangre preciosa derramada limpió nuestra alma. En los sacrificios antiguos el cuerpo de una persona podía estar ritualmente limpio, pero su corazón lleno de suciedad. Esa persona se podía sentir temporalmente libre para estar en el tabernáculo y, sin embargo, estar lejos de la presencia de Dios. Pablo refiriéndose a la ley en el capítulo 7 de Romanos dice 6. Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
7. ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.
Su sangre liberó nuestra conciencia del pecado porque nos trajo perdón, su sangre nos presenta a un Dios que nos espera siempre con sus brazos abiertos y su corazón lleno de amor. Su sangre nos dio la redención eterna, fue el precio más alto para liberarnos de la condición de esclavos del pecado y de Satanás, su sangre nos permite dejar las obras de la muerte y poder ser servidores del Dios vivo, con una vida nueva, limpia y útil.
Su sangre nos coloca en una debida relación con nuestro Padre celestial, pues trajo su amor a nuestros corazones, la presencia del Cristo vivo con todo su poder para poder vencer el pecado en todo momento y en toda situación. Su sacrificio por nosotros fue voluntario, espontáneo, racional pues sabía lo que estaba haciendo, murió no como una víctima ignorante sino consiente de su entrega, producto del más grande amor. Ofreció su sacrificio por el Espíritu eterno que había de darnos para morar en nosotros, no fue una cuestión ritual y mecánica como los sacrificios pasados, sino que detrás de su muerte estaba la libre elección del amor por nosotros.
Por su sangre somos el pueblo escogido cuyo rey es Dios, nuestro hogar la eternidad y exiliados del mundo, porque, aunque estemos en este mundo ya no somos de él. Su sangre nos confirió el honor de ser usados para los propósitos divinos y ser instrumentos de salvación para los demás.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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