sábado, 10 de octubre de 2015

Salmos.51.v10-17

Salmos.51.v10-17 Debido a que nacemos pecadores (51.5), nuestra inclinación natural es complacernos a nosotros y no a Dios. David siguió esta inclinación cuando tomó la esposa de otro hombre. También nosotros la seguimos cuando pecamos en cualquier forma. Al igual que David, debemos pedir a Dios que nos limpie desde adentro (51.7), que nos limpie el corazón y el espíritu para tener pensamientos y deseos nuevos. La buena conducta solo proviene de un corazón y un espíritu limpios. Pida a Dios que se los dé.

51.12 ¿Se ha sentido estancado en su fe alguna vez, como si todo lo hiciera automáticamente? ¿Acaso ha establecido el pecado una brecha entre usted y Dios, haciéndolo parecer distante? David se sentía así. Pecó con Betsabé y el profeta Natán acababa de confrontarlo. En su oración a Dios suplicó: "Vuélveme el gozo de tu salvación". Dios quiere que estemos cerca de El y que experimentemos su vida plena y completa. Pero el pecado inconfesado hace que esa intimidad sea imposible. Confiese su pecado a Dios. Aun así tendrá que enfrentarse a las consecuencias terrenales, como lo hizo David, pero Dios le devolverá el gozo de andar con El.

51.13 Cuando Dios perdona nuestro pecado y restaura nuestra relación con El, queremos alcanzar a otros que necesitan este perdón y esta reconciliación. Mientras más haya sentido el perdón de Dios en su vida, más deseará hablar de ello a los demás.

51.17 Dios quiere un espíritu quebrantado y un corazón contrito. Nunca complacerá a Dios mediante acciones externas, por muy buenas que sean, si la actitud interna de su corazón no es correcta. ¿Tiene una actitud de remordimiento por su pecado? ¿Tiene la intención sincera de apartarse del pecado? Dios se agrada de esta clase de humildad.