lunes, 8 de abril de 2024

Venga tu reino

 


Venga tu reino

“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Mateo 6:10
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14:17
El anhelo de nosotros los hijos de Dios, es que su reino sea establecido en esta tierra. El término griego “basileía” que se usa para reino, tiene tres significados: el territorio sobre el cual se reina, la dignidad real, su majestad y gloria y el ejercicio del poder soberano o reinado. Aquí hace referencia al tercer significado, porque el reino llegará a su culminación gloriosa con la Segunda Venida de Cristo, cuando todo será sometido bajo sus pies. Filipenses 2:9-11 dice: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Un teólogo define el reino de Dios de la siguiente manera: “el pueblo de Dios, en el lugar de Dios, bajo el gobierno de Dios y con la bendición de Dios”. Somos su pueblo, estamos en el lugar de Dios que es Cristo (estamos en Cristo), bajo las ordenanzas de Dios, siguiendo sus mandamientos y bendecidos con toda bendición espiritual.
El reino ya está entre nosotros en forma espiritual, llegó cuando Jesús vino por primera vez como dice Mateo 4:17 “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Pero todavía no está establecido en su plenitud literalmente, el rey de Justicia volverá un día y todo ojo lo verá, y toda la tierra será llena de su gloria, como lo expresan: Apocalipsis 1:7 y Habacuc 2:14.
Toda la tierra confesará que Jesucristo es el Señor de señores y el Rey de reyes. Pero mientras tanto, nosotros somos embajadores del reino. Cada persona que conoce a Jesús, se salva, se sana y se libera, es porque el reino de los cielos ha llegado a su corazón. Tenemos la bendición de predicar este evangelio del reino y extenderlo hasta lo último de la tierra, pero debemos saber que esto va a generar oposición, porque el imperio de las tinieblas y el mundo que está bajo el dominio de Satanás, se van a resistir. Jesús en su oración modelo nos pide orar para que su reino venga a gobernar esta tierra.
Mateo 11:12 dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”.
Los valientes, son los que enfrentan los miedos y arrebatan o atraen el reino con adoración e intercesión. Es una guerra. Como Pablo decía: “pelea la buena batalla de la fe” 1 Timoteo 6:12. Entonces llegó el momento de clamar por esta tierra para que se someta al reino de los cielos. No nos rindamos ante el pecado, la enfermedad la muerte y el desorden que se imponen en este mundo bajo el dominio del maligno; somos los hijos del reino, los embajadores de Dios, que debemos traer el reino con la predicación del evangelio a cada criatura y la reconciliación entre los hombres y Dios. Peleemos la buena batalla de la fe, es decir, es dar la vida por lo que creemos, no nos conformemos a este mundo, sino en vivir para Cristo, nuestro Rey.
Es el tiempo de participar de este choque entre dos reinos, para eso necesitamos formar en nosotros las características de ciudadanos del reino, que el Señor Jesús enseñó en las bienaventuranzas en el sermón del monte, (Mateo 5:3-12), con esto, estamos echando fuera el imperio de las tinieblas. Cuando vivamos en justicia extenderemos el reino de Dios y eso se hace con violencia espiritual no con pasividad. Pidamos que se active la valentía del reino en nuestra vida. Que nuestra primera violencia espiritual se vea primero en purificar nuestro ser como el templo del Espíritu Santo, todo aquello que se interpone entre Dios y nosotros. Si queremos ser valientes espirituales debemos purificar nuestro ser. Declaremos que las prioridades de su reino (Romanos 14:17) serán establecidas en nosotros, en nuestros seres amados, nuestra iglesia y nuestra nación. Oración.
«Señor, yo quiero vivir como un hijo del reino, necesito tu justicia para vencer el pecado en mi vida, necesito tu paz para poner un alto a toda enfermedad, conflicto e impureza y vivir en integridad según los parámetros de tu reino. Necesito gozo en el Espíritu para vencer todo temor a la muerte, ese gozo que hace retroceder la tristeza, ese poder que derriba las tinieblas. Activa en mí la valentía espiritual para llevar el reino de Dios a cada persona. Espíritu Santo que traes convicción de pecado, justicia y juicio, muévete en mí ahora, llévame a la santidad, a lo normal del reino de Dios que es justicia, paz y gozo en el Espíritu. Amén.