domingo, 16 de mayo de 2021

Llamamiento de un Libertador. Parte 1

 

Llamamiento de un Libertador. Parte 1


“Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?”. Jueces 6:11-14

Gedeón fue un hombre escogido por Dios en un momento de mucha oscuridad en el pueblo de Israel. Su fe no era fuerte, le costaba trabajo entender lo que Dios había hecho con sus padres en Egipto y no tenía mucha seguridad de la Presencia de Dios al ver la aflicción de su pueblo. Pero el ángel se le aparece y responde a sus objeciones y le dice que es el libertador que el Señor ha llamado para librar a Israel de la opresión madianita. Lo califica de valiente y esforzado. Y aunque el ángel le promete acompañarlo en la batalla, pide señales para confirmar su fe y el Señor se las da para afirmarlo.

Gedeón mostró algunos rasgos de un líder humilde y consagrado, como dependencia continua de Dios, disposición a convertir su fe en acción, aprovechó los dones dados por Dios para dirigir a otros, reconoció el crédito de otros por lo que hicieron, no hizo nada sin la guía divina y le dio la gloria a Dios antes que a él en la victoria que obtuvo.

El llamado de Gedeón tiene un paralelo con el de Moisés, en ambos relatos el pueblo se encuentra en opresión y clamor, ambos tienen una aparición sobrenatural donde Dios se manifiesta diciéndoles: “Yo te envío”, los futuros libertadores no se sienten capaces de cumplir con la misión que se les ha encomendado, los dos dijeron: ¿Quién soy yo para salvar a Israel? Y hay una promesa del acompañamiento divino: “Yo estaré contigo”. Tendrían señales y milagros que mostrarían el poder de Dios para que los pueblos enemigos le temieran.

Ahora nosotros, somos llamados igualmente a ser libertadores de este mundo oprimido y frente a ese desafío no tenemos que pedir señales, sino, pedirle al Espíritu Santo, que habita en nuestro corazón, que confirme la Palabra de Dios con la cual hemos sido llamados.

En Marcos 16:15-18 el Señor nos dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.

Y también nos asegura que estará con nosotros en Mateo 28:20 “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.

Dispongamonos para que el Señor haga lo que Él quiere, a través de nosotros.  Oración inicial

«Amado Señor, gracias por tener misericordia de mí, quizás no soy el más apto para recibir tu llamado, pero me has escogido para llevar libertad a los cautivos por el pecado, a los que están oprimidos y en necesidad. Sé que has prometido estar a mi lado y me has dado tu Espíritu quien me capacita, para llevar a cabo la Gran Comisión, por eso, Señor, te ruego dame un corazón humilde y lleno de amor para hacerlo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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