jueves, 15 de julio de 2021

Guerra espiritual, parte 3

 


Guerra espiritual, parte 3

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” Efesios 6:11

Somos soldados, soldados de Cristo, y como a dignos guerreros se nos ha provisto de armadura, la armadura de Dios, y debemos vestirnos de ella para poder resistir en el día malo y estar firmes contra las asechanzas de nuestro enemigo, el diablo (Efesios 6:11, 13); así que, conozcamos de qué estamos dotados.

Para nuestra cabeza se nos dota con el yelmo o casco de la salvación, pues es necesario estar seguros de esto para que no nos dejemos aturdir por el enemigo con pensamientos de condenación y desesperanza, porque Dios no nos ha puesto para ira sino para alcanzar salvación por medio de Cristo Jesús (Efesios 6:17, 1 Tesalonicenses 5:9).

En el caso de nuestro pecho y espalda se nos ha dado la coraza de justicia, con la cual protegemos nuestro corazón de albergar sentimientos de culpa de pecado, pues conocemos que Cristo fue hecho pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Cristo (Efesios 6:14b, 2 Corintios 5:21).

Para nuestros lomos o cintura se nos brinda el cinturón de la verdad. Meditar en la verdad de Dios nos permite estar bien ceñidos y preparados, para que cuando llegue el momento de actuar lo hagamos de manera eficaz y contundente (Efesios 6: 14a).

Como calzado tenemos el evangelio de la paz. Así como para un soldado ponerse las botas es estar preparado para la batalla, para un cristiano calzarse con el evangelio es estar dispuesto y preparado con el buen mensaje de la paz, el cual nos da una base firme para enfrentar a Satanás y no caer en temor, culpa o servidumbre espiritual (Efesios 6:15).

De escudo se nos ha dado la fe, con la cual podemos apagar toda flecha encendida del maligno, pues creerle a Dios es nuestra mejor arma defensiva ante cualquier tentación (Efesios 6:16).

Y como arma ofensiva tenemos la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, a través de la cual podemos responder a los ataques del enemigo, pues cuando nosotros pronunciamos y declaramos Palabra de Dios, esta tiene el poder del Espíritu para penetrar hasta partir nuestra alma, espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discernir los pensamientos y las intenciones del corazón (Efesios 6:17b, hebreos 4:12).

Por último, como arma universal de guerra tenemos la oración, pues esta debe ser ejercitada en todo tiempo; es el medio a través del cual nos comunicamos con el Padre por medio de su Espíritu y así permanecer fortalecidos (Efesios 6:10, 18).

Así que, valientes soldados de Cristo, no olvidemos quien es realmente nuestro enemigo, busquemos nuestra fuerza en el Señor y como dice su Palabra, vistámonos de toda esta armadura divina; así será como resistiremos, permaneceremos firmes y venceremos una guerra espiritual.   Oración.

«Padre de gloria, por tu poder y misericordia te pedimos que alumbres los ojos de nuestro entendimiento, para que podamos conocer cuál es la supereminente grandeza de tu poder que actúa en nosotros y así fortalecernos en ti, en tu potestad, y no valernos de nuestros propios esfuerzos, al enfrentar una guerra espiritual. Por Cristo Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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