miércoles, 9 de febrero de 2022

Gracia y verdad

 


Gracia y verdad

“le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más” Juan 8:4-11.

En este pasaje tenemos un claro ejemplo de cómo debemos acercarnos a las personas que están atadas al pecado, encadenadas a los vicios y que han perdido toda esperanza, ya que están viviendo en orfandad espiritual porque no conocen la paternidad de nuestro Padre amoroso y se refugian en todas estas cosas para llenar su vacío. Jesús es el camino, la verdad y la vida y el único medio para volverlos a Dios; por eso, al compartir el evangelio, debemos encarnar a nuestro maestro y ser cómo Él. Juan 1:17 dice “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”, tenemos su ADN y es el amor.

Jesús estaba lleno de gracia y verdad, por eso no condenó a la mujer adúltera; así es que debemos ir a otros, sin juicio, sin reproche, sin señalar a ninguno, porque al igual que ellos éramos huérfanos y Jesús con su sacrificio en la cruz restauró nuestra relación con el Padre y nos acercó a su presencia.

Entender que cada ser humano fue hecho a la imagen de Dios, nos dice que no debemos tratarlo con desprecio por su condición, su equivocación o pecado. Cuanto más firmes estén nuestros fundamentos cristianos, con más facilidad podremos acercarnos a nuestro prójimo, porque estaremos llenos de su amor, gracia y verdad. Para cumplir con la gran comisión debemos crecer en estos fundamentos y así ganar el corazón de otros para Cristo, viendo sus heridas causadas por su orfandad.

Jesús primeramente con su gracia conquistó el corazón de la mujer, porque la vio diferente a los otros que la condenaban, la miró con amor y compasión, y cuando todos se fueron y ninguno arrojó ni una piedra sobre ella, le manifestó la verdad, la confrontó con su pecado diciéndole que no pecara más.

Si al evangelizar ofrecemos solo la verdad sin la gracia, perdemos la perspectiva porque podemos volvernos legalistas y esto hace que las personas cierren su corazón a Cristo, ya que no experimentan el amor de Él a través de nosotros, sino la condena. Pero tampoco es irnos al otro extremo de solo gracia, porque entonces podemos caer en la permisividad; amor que no conduce a la verdad es permisividad.

Por eso la gracia y la verdad deben ir juntas cada vez que vamos en el nombre de Cristo a hablar de Él, porque nos lleva a tener respeto por la dignidad humana y llenarnos de su inagotable amor, que es lo único que puede volver los corazones pródigos.  Oración.

«Amado Jesús, gracias por haber restaurado mi relación de paternidad y haberme acercado nuevamente al Padre por tu gracia y tu verdad. Quiero, al igual que tu poder, ir a tantas personas que están errantes como ovejas sin pastor, deambulando en oscuridad, ataduras y vicios, buscando una salida. Lléname de ti, de tu ADN, para llevarles tu amor y acercarlos a ti. En el Nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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