jueves, 25 de abril de 2024

Dios de refugio, fortaleza y liberación

 


Dios de refugio, fortaleza y liberación

“Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste”. 2 Samuel 22:2-3
“Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado”. 2 Samuel 22:32-37
Dios de refugio, fortaleza y liberación, es una triple declaración que el rey David hace en este cántico y es su expresión personal de cómo siente la presencia del Señor en su vida: “mi roca, mi fortaleza y mi libertador”. La roca o fortaleza era un lugar de protección en las batallas, es la palabra hebrea “mesuda”, muy parecida a la palabra mesad que significa “cumbre”; una cumbre era una fortaleza natural en el tiempo de David; las ciudades localizadas a una gran altura eran difíciles de penetrar. La palabra libertador se deriva del verbo “palát”, que significa libertar, escapar o salvar; verbo usado de preferencia en los salmos y como referencia a la liberación que Dios da. Para David, Dios no es una abstracción, ni un concepto, sino un Ser que actúa en su vida, estaba seguro de su relación personal con Dios, usaba el pronombre “mí” para referirse a Él: “mi peña, mi escudo, mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador”.
Recordemos que todos estos nombres dados a Dios indican la protección y refugio que le daba a David en momentos de batalla o cuando era perseguido injustamente por Saúl. Baluarte es en hebreo “misgab”, que significa altura o torre alta, y se deriva del verbo “sagab”: “estar en un lugar alto”; la torre alta era parte del muro que protegía a las ciudades. El lugar alto que podemos buscar en momentos de angustia es la presencia de Dios, ahí estaremos seguros. La palabra refugio es traducción de “menusah”, que significa “huida” o “escape”; es una referencia a Dios como lugar de protección o escape de las amenazas del enemigo.
Por último, la palabra liberación es derivada del verbo “yasha”; usado muchísimas veces en el Antiguo Testamento, significa estar libre. El poder de la liberación de nuestro Salvador está a nuestro alcance, nos salva de la violencia, nos libra de nuestros enemigos (la carne, el mundo y Satanás), es el escudo y la roca de nuestra salvación.
Tenemos no solo un Dios Omnipotente, que todo lo puede, sino un Dios Omnisciente, persona que lo sabe todo, que siente y consuela a sus hijos. La vida está llena de temores, angustias y desesperación, por eso no podemos vivir sin el amparo de Él. También es Omnipresente, porque está en todo tiempo y lugar cuidándonos y mirándonos. La vida sin Dios nunca será completa y feliz. Todos estamos expuestos a persecución, engaño, envidia de otros, humillación, crisis, muerte, etc.; y en todo esto, podemos encontrar consuelo en el Señor que nos oye cuando lo invocamos, así como lo decía David.
Animémonos entonces, recordando esta promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13. Recordemos que la fuente de nuestra fortaleza está dentro de nosotros mismos, por eso cada situación que estamos atravesando la podemos sobrellevar en Cristo. Él nos da por medio del Espíritu Santo las fuerzas para ser más resistentes, es una seguridad que brota de la fe en Cristo, de Él viene la fortaleza. Pensemos: ¿En qué áreas necesitamos hoy la fuerza, el refugio o la liberación de Dios? Oración.
«Amado Dios, gracias por darme la fuerza para enfrentar cada situación. A pesar de mis esfuerzos nada puedo hacer por mi cuenta, a veces mis emociones, el estrés por las circunstancias y los afanes diarios se apoderan de mi y olvido que tú tienes el control; que tú eres mi refugio y mi libertador. Lléname de tu fuerza y de tu paz, guíame un día a la vez. En el nombre de Jesús, amén.