viernes, 31 de diciembre de 2021

¿Nuevo año, nueva vida?

 


¿Nuevo año, nueva vida?

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17.

Todos tenemos expectativas para un nuevo año que comienza y anhelamos que nos vaya mejor, que todo lo malo quede atrás y que vengan mejores días. Pero la única manera de dejar las cosas malas atrás y que haya un cambio real en nuestra vida, es si la entregamos a Cristo.

Él nos hace nacer de nuevo por medio de su palabra y del Espíritu, como dice 1 Pedro 1:23: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”, y nos lo confirma en Tito 3:5 “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Esta es la renovación verdadera que podemos vivir entrando en un nuevo año o en una nueva etapa de nuestra vida: la renovación por el Espíritu Santo.

Solo el Espíritu Santo, puesto en nuestro corazón por medio de la fe en Cristo, puede ayudarnos a que experimentemos una transformación en todas las áreas de nuestra vida, que comienza en nuestro interior con un regalo maravilloso que es lo primero que podemos y necesitamos tener: la paz de Dios. Esta paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, debe ser nuestro primer deseo para el próximo año. Si la pides con fe, Dios te la dará abundantemente y al tenerla, la podrás mostrar a tus seres queridos y a tu prójimo. Con Cristo en nuestro corazón y su paz, podemos tener un nuevo año y una nueva vida, con dificultades y persecución tal vez, pero llena de victoria y bendición.    Oración.

«Padre, hoy te doy gracias por el año que finaliza, por tu protección, amor y provisión, te entrego mi vida y mis planes para el próximo año, que seas tú llenándome de la paz de Cristo y guiándome con tu Espíritu para experimentar una renovación profunda que me lleve a toda bendición y a hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 30 de diciembre de 2021

Tiempo de oración

 


Tiempo de oración

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” Mateo 6:6.

La oración es un tiempo de profunda intimidad con Dios, donde depositamos en Él toda nuestra confianza, le confesamos nuestro pecado y maldad reconociendo la necesidad de que Él nos sostenga por medio de su Espíritu, para apropiarnos de su perdón y llenarnos con su paz.

Así que no podemos salir igual luego de una oración, pues tenemos un encuentro con el Dios que todo lo puede y que recompensa a los que le buscan con fe (hebreos 11:6). Nuestra necesidad de orar es incluso más importante que nuestra alimentación física, pues podemos vivir un día sin alimento, pero es imposible vivir un día de vida abundante y dirigida por Dios, sin oración.

En ocasiones solemos olvidar quienes somos en Cristo, y el por qué dependemos absolutamente de Dios para cada actividad, decisión o dificultad que enfrentemos en el día a día. En estos momentos de afanes, fiestas y distracciones temporales, no perdamos la cita con Dios, es lo más importante y determinante para que en el resto de nuestro día todo vaya bien y nos llenemos de su amor, para enfrentar toda situación, con la ayuda de su Espíritu y no en nuestra carne.  Oración.

«Padre, hoy quiero presentarte mi vida, entrego en tus manos mis preocupaciones y te pido la fuerza y la sabiduría para enfrentar este día guiado por tu Espíritu; que toda actividad que tenga hoy la haga con diligencia, con verdad y amor, por medio de Cristo Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 29 de diciembre de 2021

Antes que se cierre la puerta

 

Antes que se cierre la puerta


“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.” Lucas 13:25-27

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.” Isaías 55:6

¡Creed en Jesucristo antes que se cierre la puerta!, porque en los días de Noe todos estaban comiendo y bebiendo sin tener en cuenta a Dios, solo pensando en sí mismos y en satisfacer sus deseos, y tuvieron la oportunidad de subirse al arca, pues estuvo durante muchos años abierta, pero cuando llegó el tiempo señalado nos dice la escritura que “Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. “Génesis 7:16.

El mismo Dios cerró la puerta, una puerta que ahora tiene abierta para todos, pues el que crea en Jesucristo puede ser salvo. Pero Dios abre puertas que nadie puede cerrar y también cierra puertas que nadie puede abrir (Apocalipsis 3:7-8).

Por su inmenso favor, la puerta de la gracia de Dios está abierta y esa puerta es su mismo Hijo, pues el evangelio nos recuerda las palabras de Jesús que dice “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” (Juan 10:9).

Como vemos, el Señor no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9). Así que, con suma urgencia ¡Creed en Jesucristo, la puerta de su gracia está aún abierta!   Oración.

«Padre, gracias por salvarme por medio de la fe en tu Hijo Jesucristo, no por mis méritos sino por tu inmenso favor. Por tu palabra de verdad, que permanece para siempre, sé que no quieres la muerte del que no cree, sino que proceda al arrepentimiento y vaya a la cruz; así que mi Señor, lléname de tu Espíritu para anunciar el mensaje de perdón y salvación en Cristo, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 28 de diciembre de 2021

Esperar en Cristo


Esperar en Cristo


“Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan” Proverbios 30:5

“Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.” Salmos 25:5

Dice un dicho popular “el que espera, desespera», pero si es en Cristo, el que espera es edificado, bendecido y fortalecido en su fe.

Esperar en Cristo no debe ser una espera pasiva y triste, sino la confianza que tenemos que nuestro Dios todopoderoso llegará en el momento justo para ayudarnos y tendernos su mano ante las dificultades, enfermedades o cualquier otra necesidad. Entonces, nuestra espera debe ser con sumo gozo, aun en las pruebas (Santiago 1:2).

También cuando debemos tomar decisiones, podemos esperar confiadamente en que Él nos dará su respuesta y orientación frente a lo que tenemos que hacer, pero debemos pedir con fe como dice el apóstol Santiago por el Espíritu “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Esta sabiduría que viene de lo alto nos da la paz y la respuesta correcta en nuestras decisiones.

Asimismo, cuando se dice que esperemos en el tiempo de Dios, la palabra de Dios nos enseña que es el tiempo más corto a la solución verdadera, pues podrían venir otras soluciones antes, pero no resuelven el problema o lo profundizan, pero Dios llegará en el tiempo preciso y con la respuesta adecuada; por esto dice la escritura “Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” (Salmos 46:1).

Amados, podemos esperar sin desesperarnos, pues fiel es el que prometió. Que nuestra espera sea en toda confianza y con gozo, mientras esperamos podemos alabarle, como nos enseña el Salmo “​​Mas yo esperaré siempre, Y te alabaré más y más.” (Salmos 71:14).    Oración.

«Espero en tu ayuda mi Dios, porque en ti he confiado; no seré conmovido ni me llenaré de angustia porque sé que mi causa es tu causa y vas delante mío. Alumbra Señor mi entendimiento y lléname de sabiduría para enfrentar cada situación, problema, enfermedad, porque sé que al final todo obrará para mi bien y para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 27 de diciembre de 2021

El Amado

 

El Amado


“Mi amado es mío, y yo suya; Él apacienta entre lirios.” Cantares 2:16.

“para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,” Efesios 1:6

Como una pareja de enamorados, así podemos entender la relación que existe entre Cristo y su iglesia, es decir, entre cada uno de nosotros y el Amado del Padre.

Una pareja de esposos se corresponde mutuamente, han dejado de ser para sí mismos y se han ofrecido el uno al otro en un acto de amor, de reciprocidad, de entrega fiel y total (1 Corintios 7:4).

Cristo es el Amado de Dios y nosotros somos sus amados (Colosenses 3:12), Él se entregó por nosotros y nosotros le hemos entregado a Él nuestro corazón; entonces, ya no vivimos para nosotros mismos sino para Cristo. Este hecho nos lleva a afirmar como dice la escritura “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15).

Entonces, pertenecemos a Cristo por la abundante gracia de Dios, pues Él nos amó primero y se entregó por nosotros en la cruz para darnos vida eterna, por lo tanto, Dios nos aceptó por medio de la fe en aquel de quien con su propia voz declaró: “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

¿Qué implica para tu vida saber que eres aceptado y también el amado de Dios por medio de Cristo? La respuesta nos la da el apóstol amado por Jesús, llamándonos por lo que somos, en 1 Juan 4:7 escribe por el Espíritu “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios”.

Hermano, que tú y yo seamos amados y aceptados por Dios, por medio de la fe en el Amado, implica que ahora nos amemos unos a otros, para revelar el gran amor de Dios y su gloria eterna. Así que, no tardemos en expresar y revelar a todo el mundo el gran amor de Dios que habita en nuestro corazón.   Oración.

«Padre, me has amado en Cristo Jesús, en tu Hijo amado, para que ahora yo muestre ese inmenso amor a los demás; guía cada día de mi vida con tu Espíritu Santo para aprovecharlo practicando el amor al prójimo. En el nombre de Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 26 de diciembre de 2021

Dios fiel

 

Dios fiel


“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;” Deuteronomio 7:9.

¿Quiénes son los que lo aman y guardan sus mandamientos? Aquellos que han sido sellados por el Espíritu Santo por medio de la fe en Cristo, aquellos a quien el Padre amó primero y entregó a su Hijo aun cuando estaban muertos en sus delitos y pecados. Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero, enviando a su hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10, 1 Juan 4:19).

Ahora, como hijos de Dios, gozamos de un atributo de Dios que reafirma nuestra confianza: Su fidelidad. Él es Dios fiel, nunca tarda, siempre llega. Aunque pareciera tardar y nos vemos angustiados porque las dificultades nos presionan y nos llevan al límite, Él está justo allí para mostrarnos su fidelidad y mostrar su gloria a través de nuestra vida. Por tanto, esperemos en su tiempo.

Su fidelidad en Cristo es en todo tiempo, en toda circunstancia y eterna. Esto nos da un piso firme que debe llevarnos a aumentar nuestra fe y ser fieles (2 Pedro 1:4), por eso mantengamos la esperanza, como dice la escritura: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (hebreos 10:23), entonces Dios es fiel y sus hijos perseverantes.

Hermano, cuando estés pasando por un mal momento, recuerda que Dios es fiel, toma como tuya una promesa de acuerdo a tu situación y persevera, confía en Él y Él hará (Salmos 37:5).    Oración.

«Amado Señor, tú eres fiel y esto me llena de confianza, de seguridad en ti y en tus promesas, gracias por ser mi roca y mi piso firme, no temeré por tanto bajo ninguna circunstancia difícil porque tú estás a mi lado, tu amor me sostiene y me anima a seguir, gracias Jesús, mi fiel amigo. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 25 de diciembre de 2021

La luz del mundo

 

La luz del mundo


“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” Juan 3:19.

“otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Juan 8:12.

Otra vez el Señor nos habla, en el presente siglo, que Él es la luz del mundo. Si no tenemos a Cristo, estamos en oscuridad. Por mucha paz y amor que deseemos a otros, lo cual es un anhelo muy loable, estos solo se encuentran en la presencia de Dios, entonces podemos ofrecer que Cristo habite en el corazón de cada persona como el mejor regalo. Porque Jesús pagó el costo y en la cruz venció al maligno y al pecado que nos tenían en esclavitud y en la más profunda oscuridad.

Así que cuando mires las luces de esta época, recuerda quien es la luz verdadera que puede iluminar con paz y amor verdadero tu vida y la de tu familia, tus vecinos o conocidos; así que vale la pena dedicarle unos minutos, detener el afán de las fiestas y decirle al Señor: “quiero hoy Señor Jesús que tu luz ilumine mi corazón, resplandece en mí y quita toda oscuridad de mi vida, hoy te recibo como mi Señor y Salvador personal”. Ahora que la luz está en ti, puedes compartir el mensaje de la Palabra de Dios, que ilumina a todos tus semejantes y llevarles la luz verdadera que quita la oscuridad producida por el pecado y nos da la luz de la vida.   Oración.

«Padre, lléname de tu paz y de tu amor, que tu luz ilumine a todos mis seres amados, que nos permita conocerte a ti, Dios verdadero, y a Jesucristo a quien enviaste para salvarnos y morar en nuestro corazón por medio de tu Espíritu. Quita de mi vida todo pecado que me lleve a no disfrutar de tu luz y que tu Espíritu me sostenga en perfecta obediencia, para gloria de tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 24 de diciembre de 2021

El árbol de la vida

 


 El árbol de la vida

“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.” Génesis 2:9

“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.” Génesis 3:24

Notemos que Dios no prohibió, antes de que el hombre cayera, tomar del árbol de la vida, pues estaba a su disposición, más una vez que le desobedecieron y cayeron en el engaño del enemigo, fueron separados, y no pudieron hallar el camino al árbol.

Pero cuando Cristo murió por nuestros pecados y resucitó, todos los que creen en Él, tienen acceso al árbol de la vida y podrán disfrutar de esta promesa. “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.” (Apocalipsis 22:2)

Nuestra vida está escondida en Cristo, en Él hallamos alimento eterno, ese fruto de justicia, paz y santidad que nos lleva camino al Padre.

Cuando mires un árbol iluminado en esta época de navidad, recuerda y cree en Cristo que te da a comer del árbol de la vida, pues en Él encontramos el camino que estaba perdido, la verdad que se había ocultado, la vida que se había extinguido. Él declaró ciertamente: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).  Oración.

«El pan de vida eres tú, mi Señor Jesús, quien alimenta y sostiene mi vida, de ti dependo porque tú me das alimento verdadero. Ilumina mi vida y llénala de todo fruto de justicia y santidad. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 23 de diciembre de 2021

Lo que ofrece el mundo

 

Lo que ofrece el mundo


“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” 1 Juan 2:16

El mundo en la Biblia hace referencia al sistema caí­do, como consecuencia del pecado, hostil a Dios y que sigue su propia sabiduría, viviendo a la luz de su propia razón sin reconocer la Fuente de toda la verdad, vida e iluminación.

Este mundo intentará hacerte creer que necesitas satisfacer tus propios deseos, te creará necesidades que no tienes y te empujará a que te enfoques en ti mismo y no en Cristo.

El mundo caído tiene como características predominantes el orgullo y la codicia. El primero quiere llevarnos a que no reconozcamos nuestro estado y necesidad de Dios, el segundo quiere empujarnos a desear y poseer todo lo que resulta atractivo a nuestros sentidos físicos, como sucedió en el paraíso: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” (Génesis 3:6).

Además del orgullo y la codicia, el mundo quiere llevarnos a una falsa religión basada en el legalismo, el ascetismo y el ritualismo como débiles sustitutos de la verdadera adoración a Dios que debe ser en Espíritu y verdad (Juan 4:23-24); estos elementos de una falsa comunicación con Dios conducen a la esclavitud de la conciencia por medio de rudimentos y tradiciones humanas (Gálatas 4:9-10).

Pero nosotros, los creyentes en Jesús, tenemos al Espíritu de Dios habitando en nosotros y donde está el Espíritu hay verdadera libertad (2 Corintios 3:17), esto incluye al mundo y sus ideologías, por eso estamos llamados a cambiar nuestra forma de pensar y a no seguir las corrientes de este mundo, viviendo santa y piadosamente, sin mancha e irreprensibles, en paz, porque el mundo y sus cosas han de ser deshechas, pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. (2 Pedro 3:11-18)    Oración.

«Padre, nada quiero de este mundo, pues lo único que llena mi vida es tu amor derramado en mi corazón por medio de Cristo, quita de mí todo mal deseo y por medio de tus promesas enséñame a disfrutar desde hoy de mi posición eterna, en Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 22 de diciembre de 2021

Libres de maldición

 

Libres de maldición


“Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.” Deuteronomio 21:22-23

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” Gálatas 3:13-14

Como vemos en la escritura, Cristo, al ser colgado de un madero, se hizo maldición por nosotros y nos redimió de la maldición de la ley, pues esta condenaba a todo aquel que no cumpliera alguna de sus exigencias. Como nos explica contundentemente el Espíritu Santo por medio del Apóstol Pablo “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10).

Lo cual no quiere decir que no estemos llamados a cumplir sus mandamientos, sino, que nuestro cumplimiento de la ley ocurre cuando amamos a los demás, siendo esto el fruto y evidencia de estar justificados por fe; pero este cumplimiento de la ley, en amar a los demás, no es ejecutado con nuestras propias fuerzas, sino por la presencia del Espíritu Santo, quien actúa poderosamente en cada creyente. Es decir que, con el amor que Cristo derramó en nosotros, somos llevados y llamados a poner en práctica sus preceptos y a hacer morir las obras de la carne.

Al ser ineficaces e incapaces de cumplir fielmente todos sus mandamientos y preceptos, merecemos caer bajo la maldición descrita en Deuteronomio 28:15-64; sin embargo, Cristo tomando nuestro lugar, siendo nuestro sustituto en la cruz, se hizo maldición para que ahora heredemos la bendición de Abraham y por gracia seamos alcanzados de todas las bendiciones descritas en Deuteronomio 28:2-14. Bendición tras bendición en nuestra salud, economía, sobre todo aquello en que ponemos nuestras manos, nuestros hijos e hijas, nuestro cónyuge; bendiciones que están dispuestas por medio de la obediencia a la fe para ser tomadas por nosotros. ¡Qué esperas hermano, aprópiate de ellas!    Oración.

«Padre amado, gracias porque en Cristo Jesús no tengo ninguna maldición; al recibir a Cristo fueron rotas todas las maldiciones, ahora estoy llamado a tomar por fe las bendiciones en toda área que tienes para mí y a vivir una vida de excelencia moral, impulsado por el amor de Dios y guiado por tu Espíritu, para hacer morir en mí toda obra de la carne, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 21 de diciembre de 2021

 


El hermano del hijo pródigo

“Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” Lucas 15:25-32

El hermano mayor del hijo pródigo sintió envidia y enojo por ver cómo su hermano menor, habiendo sido desobediente y rebelde, recibió lo que no merecía.

Tal vez el hermano mayor recordó que, de acuerdo a la ley, su hermano debería ser castigado severamente y se le debía aplicar lo que estaba dictaminado en el antiguo testamento en Deuteronomio 21:18-21, acerca del hijo contumaz y rebelde, el cual debería ser apedreado por los ancianos de la ciudad.

Y así somos nosotros en muchas ocasiones, envidiamos lo que otro tiene o criticamos al otro, condenamos y entramos en el legalismo. Nos preguntamos ¿Por qué él sí recibe y yo no? o vemos a un hermano que ha caído en pecado y en vez de levantarlo con mansedumbre, como nos dice la escritura, deseamos que venga un castigo sobre él (Gálatas 6:1).

Entonces, podemos ver en esta parte que el hermano mayor representa la ley, mientras que el hermano menor representa la gracia (favor inmerecido). Dice la escritura “​​De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia;” (Gálatas 5:4-5), pues somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús y no mediante nuestras propias obras de justicia, (Romanos 3:24, Tito 3:5).

También podemos ver que el hijo pródigo del antiguo testamento, es decir, lo que estaba determinado pasarle a un hijo que se hacía rebelde, de acuerdo a las instrucciones de la ley, era bañarlo con piedras, en contraste, el del nuevo testamento fue bañado con besos; el hijo del antiguo testamento recibiría lo que merecía debido a su rebeldía y todo terminaría en tristeza, en muerte, en un funeral, mientras que el hijo pródigo del nuevo testamento recibió lo que no merecía, fue revestido, perdonado y todo terminó en celebración.

Lo que le debía pasar a un hijo pródigo del antiguo testamento muestra la justicia bajo este pacto, porque sería el juez injusto si no ejecuta justicia. En el nuevo testamento, esta justicia, fue cumplida por Cristo, para que ahora nosotros disfrutemos de la celebración; así que, podemos ver el alto costo que Cristo pagó con su sangre y por lo tanto apreciar el amor y la gracia de Dios derramada abundantemente sobre nosotros, por medio de la fe en Jesús, para que no condenemos a otros, mejor compartamos el mensaje de su favor inmerecido y vivamos una vida en santidad agradando al Padre.    Oración.

«Padre, me has dado tu amor al enviar a tu Hijo Jesús a morir por mis pecados y por medio de Él me has tratado como yo no merecía; gracias por tu gran favor. De la misma manera quiero amar a los demás, no condenándolos, sino edificando y enseñando acerca del amor que cubrió mi maldad y me hizo nueva creación. En el nombre de Jesús, Amén.  

lunes, 20 de diciembre de 2021

El hijo pródigo. Parte 2

 


El hijo pródigo. Parte 2

“Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:18-24

En el pasaje de hoy, Lucas 15:23, el Padre manda a que traigan el becerro gordo y lo sacrifiquen, es decir, que matan el becerro frente a su hijo pródigo. Esto nos ayuda a ejemplificar el costo del perdón; hubo un sustituto por el pecado del muchacho. Una vez muere el cordero hacen fiesta, se regocijan porque la culpa ha sido quitada, al ser puesta sobre el becerro y no sobre el joven.

En el antiguo testamento, Dios ordenó este tipo de sacrificios como sombra de lo que había de venir, el sacrificio de su Hijo amado (Levíticos 16:21-22). Llegando Cristo, Él cumplió lo profetizado en la escritura, de ser el sustituto de nuestros pecados (Isaías 53:4-6); y con esto, Dios quiere demostrarnos el precio de la cruz, el precio de salvarnos. El hijo pródigo reconoció que había pecado, que merecía ser tratado como un trabajador más, por su rebeldía, pero recibió de su Padre un favor inmerecido, un amor que no merecía, un perdón sin condición.

Asimismo pasa con nosotros, que a pesar de haber sido merecedores de ser tratados con castigo, por nuestro pecado y desobediencia, Jesús tomó este castigo para que nosotros fuésemos tratados bien, librados del pecado y limpiados de todo mal, porque así como el hijo pródigo fue revestido de gala, a nosotros se nos han quitado las vestiduras viles del pecado y se nos ha llamado a colocarnos la nueva vestidura, como dice la escritura “y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). Es algo que ya tenemos por su gran amor.

Así que, si te has alejado de Dios, tu corazón está seco, sin vida, necesitas apreciar el amor y la gracia de Dios, recordando la abundancia de su favor inmerecido y las grandes bendiciones espirituales que ha derramado sobre nosotros por medio de Cristo; y disfrutar de la vida verdadera que experimentarás cuando vuelvas a la presencia del Padre.  Oración.

«Padre, hoy quiero levantarme y regresar a ti, disfrutar de tu presencia por medio de Jesús; reconozco que necesito de ti y hoy coloco mi confianza y mi esperanza en tu Hijo amado, quien murió por mis pecados y resucitó para darme vida nueva. En el nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 19 de diciembre de 2021

El hijo pródigo. Parte 1

 


El hijo pródigo. Parte 1

“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:11-17

Hemos pedido bienes y nuestro Dios proveedor nos los ha concedido, pero los hemos derrochado viviendo perdidamente, es decir, hemos seguido los afanes del mundo, que nos impulsan a los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2:16). Priorizamos el placer por encima del ser, colocamos en primer lugar nuestra comodidad, por encima de nuestra identidad. Parece que es más importante el sentirnos bien y hacer todo lo posible para no perder nuestra aparente estabilidad, que el vivir como hijo del Padre celestial, el cual tiene una misión específica aquí en la tierra: No vivir para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por nosotros. (2 Corintios 5:15).

Entonces, ¿hemos malgastado las riquezas que nuestro Padre amoroso nos confió por medio de la fe en Cristo? Aunque las riquezas de su gloria y sus dones espirituales son innumerables, si ha sido el caso que hemos estado viviendo perdidamente, no haciendo lo que nos corresponde, recordemos el gran amor del Padre que dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1). Así como el hijo pródigo, cuando comenzó a faltarle, recordó el gran amor de su Padre, manifestado en cómo trataba a sus empleados, el Espíritu Santo nos recuerda la verdad y nos llama como dice la escritura: “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4:5), ese anhelo, ese celo del Espíritu es para que recapacitemos, como ocurrió con el personaje de esta parábola, y regresemos a hacer las primeras obras, cambiando nuestra manera de pensar, ya no pensando cómo el mundo lo hace, porque el mundo pasa y sus deseos pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:17).

En el versículo 17 de la cita de hoy, cuando se usa la palabra “abundancia”, en griego, que es el idioma en el cual está escrita originalmente, se usa “perisseúo”, que significa una exagerada abundancia, esto quiere decir que fue la exagerada bondad de su Padre la que lo llevó al arrepentimiento, pues si el padre puede tratar bien a sus jornaleros, aunque él no considera que es hijo por su mal comportamiento, sabe que al menos siendo un jornalero recibirá de esa abundancia del Padre. ¿Cuánto más nosotros, como hijos, recibimos la abundancia de su favor inmerecido? (Romanos 5:17), así que, hermanos, busquemos el arrepentimiento por el malgasto que hemos estado haciendo, apartándonos de los malos deseos del mundo y buscando agradar a Dios antes que a los hombres.   Oración.

«Tú eres mi Padre porque he creído en tu Hijo Jesús, y como hijo tuyo quiero honrarte, permitiendo que el Espíritu de gracia, que has puesto en mí, me guíe, aliente mis pasos y me lleve a hacer tu voluntad, ya no quiero malgastar mi tiempo y mi vida en cosas vanas, sino en glorificar tu nombre. En el nombre de Jesús. Amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 18 de diciembre de 2021

El desamor mata

 


El desamor mata

“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” Mateo 5:22-24

El griego en que fue escrito el evangelio emplea un término arameo que era una exclamación de gran desprecio que usaban los judí­os en tiempo de Cristo: Si le dices a tu hermano: “Raca”, esto quiere decir que si te enojas y tratas con desprecio a tu hermano, lo estás matando en su interior, ya que en el contexto del pasaje inicia con “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.” (Mateo 5:21). Es decir, el Señor Jesús explica que las malas actitudes hacia nuestro prójimo, los insultos, las malas palabras, causan una herida profunda que se iguala o es comparable a cometer un asesinato. Si actuamos de esta manera somos culpables y dignos de juicio, debemos buscar, por tanto, a nuestro prójimo y reconciliarnos con él.

Esto lo confirma el apóstol Juan, cuando por el Espíritu escribe “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.” (1 Juan 3:15), es decir, esta actitud de aborrecer a nuestro hermano, es un acto que practican los incrédulos y no debe permanecer en nosotros, los hijos de Dios. Recordemos que lo contrario a aborrecer es amar.

Si en nuestra oración diaria, nos damos cuenta de que tenemos un conflicto o que nuestro hermano tiene algo contra nosotros, vayamos sin demora, con un corazón lleno de humildad y bondad, a buscar reconciliación, esforzándonos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Si luego de dialogar con tu hermano, en la guía del Espíritu, hay paz en tu corazón y paz en el corazón de tu hermano, habrás conseguido poner en práctica, de verdad, el amor de Cristo, este amor que restaura, consuela y da vida, contrario al desamor que mata.   Oración.

«Padre, ayúdame a buscar la restauración y la reconciliación con las personas a las que he ofendido o me han ofendido, coloca en mi corazón tu paz y en mí la humildad suficiente para reconocer mis errores y olvidar la ofensa. Quiero tener la misma actitud y sentir de Cristo, quien sufrió terribles dolores y ofensas, pero prefirió callar por amor, perdonar y ofrecerse en sacrificio por mí. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 17 de diciembre de 2021

Reciprocidad

 

Reciprocidad


“entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2:3

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:12-13

La segunda instrucción, que nos da la escritura para vivir guiados por el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne, es que nos vistamos como escogidos de Dios, es decir, como lo que ya somos por la gracia de Cristo, y esto implica poner en práctica el amor, perdonándonos y soportándonos unos a otros, dando a otros de la misma misericordia que nosotros recibimos. Esto es una clave de la vida cristiana en victoria, la reciprocidad, que significa que de la manera que Cristo hizo con nosotros así hagamos con los demás. (Colosenses 3:-12-17)

Debemos, por tanto, reconocer que la reciprocidad no es de nosotros, sino un regalo de Dios que compartimos, por esto, no se nos está diciendo que hagamos algo que no podemos o que demos de lo que no tenemos, sino que esta nos lleva a dar a otros de lo mismo que hemos recibido, recordando la Palabra que nuestro Señor dijo: “de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8b).

Perdonarnos y soportarnos unos a otros no es fácil y no es posible en nuestra fuerza, es necesario el vínculo de la paz que solo da el Espíritu, pero nuestra parte es la disposición, por esto dice la Palabra “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;” (Efesios 4:3).

Por esto hermanos, podemos reflexionar hoy si tratamos a otros de la misma manera que Cristo nos trata ya que en otro tiempo, sin Cristo, cuando vivíamos en los deseos de la carne, no podíamos poner el amor en acción, tal vez teníamos buenas intenciones, pero nuestra naturaleza vacía no tenía el fruto del Espíritu, pero ahora llegado lo nuevo, desechemos lo viejo, andando en el Espíritu que mora en nosotros (Gálatas 5:22-23).    Oración.

«Padre, de la misma manera que hiciste conmigo, amándome en Cristo Jesús al perdonar todos mis pecados, quiero corresponder a mi prójimo, por esta razón, ayúdame a experimentar toda la gracia y la misericordia que tuviste conmigo, compartiendo el mensaje de salvación y llevando tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 16 de diciembre de 2021

Dos clases de persona

 


Dos clases de persona

“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” 1 Corintios 3:1-3

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” Gálatas 5:17

Dos clases de persona parece que actuarán en nosotros, y en ciertas ocasiones, al recordar si actuamos correctamente o no, en una situación determinada, decimos si hemos actuado en la carne o guiados por el Espíritu.

Pero no es realmente una lucha interior sino que es una cuestión de elección y de fe, porque en Cristo somos completamente nuevos, pero nosotros decidimos si andamos como si fuéramos el viejo hombre, llevado por deseos carnales, o si andamos como espirituales, siendo guiados por el Espíritu de Dios.

Entonces, ¿por qué siendo nuevos en Cristo a veces nos comportamos como carnales? La escritura hoy nos llama la atención, pues tenemos una nueva posición cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón, por tanto el Espíritu Santo, derramado en nosotros, actúa poderosamente para derrotar la mala influencia de la carne con toda suficiencia y plenitud, (Efesios 3:20). Esto ocurre cuando tomamos nuestra posición en Cristo para que no usemos la libertad dada en satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa, sino, para servir a los demás por amor (Gálatas 5:13). Así que nos comportamos como carnales cuando olvidamos quienes somos.

Es un hecho, algo que debemos saber, creer y tomar, la carne ya ha sido condenada, y está próxima a desaparecer. La verdadera vida presente del creyente está en el Espíritu.

Por esto la escritura nos da una primera instrucción clara: haced morir lo terrenal en vosotros, y nos da detalles explícitos de comportamiento que podemos, con la ayuda del Espíritu, dejar de practicar o dejar atrás: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría, ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca, la mentira; teniendo claro que estas son cosas en las cuales anduvimos en otro tiempo, y esto se refiere al pasado. (Colosenses 3:5-11)

La segunda instrucción clave la veremos en el devocional de mañana.   Oración.

«Padre, en el nombre de Jesús, mi Salvador, quiero aplicar hoy esta verdad tan importante para mi vida: el vivir guiado por tu Espíritu para hacer morir en mi todo lo terrenal, todo mal deseo, toda influencia del pecado. Vivir desde ahora en adelante para agradarte tomando mi nueva posición en Cristo. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 15 de diciembre de 2021

Posición eterna, disposición presente

 

Posición eterna, disposición presente


“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Gálatas 4:6-7

Una de las revelaciones más impactantes que nos trajo el Señor Jesús, acerca de Dios, es la revelación de que todo el que cree en Cristo es hecho hijo de Dios (Juan 1:12-13), pasa a ser heredero de las promesas y de toda riqueza espiritual, como lo confirma la carta a los Efesios “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3), y esto, es una alabanza de agradecimiento por los bienes espirituales recibidos por medio de la fe en Cristo. Esto no es algo que esperemos algún día, pues observemos que dice: “nos bendijo”, algo que ya ocurrió y solamente se hace efectivo cuando nos apropiamos por fe de esta promesa.

¿Creemos que tenemos toda bendición espiritual gracias a Cristo? Claro que podemos estar seguros, y esto es así, porque somos hijos y el Espíritu de Dios nos revela nuestra verdadera posición, pero ahora es tiempo de que en nosotros haya toda disposición para empezar a disfrutar de todas las riquezas en gloria que tenemos en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

Nuestra posición ya está definida en la eternidad, con un sello de garantía eterno por el Espíritu que hemos recibido, pero nuestra disposición a colocar en acción nuestra nueva identidad, define nuestro presente y nuestros frutos en la vida terrenal. Entonces, ¿Estamos usando nuestra posición eterna y las abundantes riquezas de su gracia que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús?   Oración.

«Padre, gracias por la incomparable riqueza espiritual que me has dado en Cristo Jesús, que tu Espíritu resplandezca en mi corazón ayudándome a comprender todo lo ancho, alto, largo y profundo de tu amor y pueda poner en práctica mi posición eterna en el tiempo presente. En el nombre de Jesucristo tu Hijo Amen.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 14 de diciembre de 2021

Riquezas espirituales

 


Riquezas espirituales

“para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.” Efesios 2:7

Las riquezas espirituales están por encima de las riquezas materiales. A pesar de que no las vemos, aparentemente, trascienden el plano material y son las que ocasionan que haya bendición en todas las áreas de nuestra vida. No es al revés, pues no es la multitud de riquezas materiales las que definen cómo o si somos bendecidos o no, sino la fe en las promesas de Dios son las que determinan la verdadera riqueza que poseemos en nuestra vida.

Las riquezas materiales tal vez se obtienen por mérito propio, duro trabajo, ahorro u otra circunstancia, pero las espirituales son gratuitas, obtenidas por medio de la fe en Cristo, no por nuestra propia justicia ni méritos humanos. Por esta razón son eternas, sin embargo, impactan nuestra vida material. Por ejemplo, la paz de Dios, hace que en todo nos vaya bien, pues tenemos la suficiente tranquilidad para enfrentar todos los retos y dificultades, saliendo victoriosos por medio de la guía de su Espíritu, que obra poderosamente a nuestro favor. ¿Hemos visto un hombre rico materialmente, pero con ansiedad, sin paz y perturbado por el futuro? Realmente es un hombre pobre y necesitado.

Nosotros somos millonarios espirituales gracias a los méritos de Cristo, cada gota de sangre que derramó por nuestros pecados, llenó el saldo espiritual que estaba vacío. Y ahora estamos llamados a no vivir en la miseria espiritual, pues muchos teniendo tanto, usan poco o no saben todo lo que tienen. Nosotros ahora lo sabemos, así que empecemos a hacer uso de su generoso favor, y vivamos una vida para agradar a Dios.  Oración.

«Padre, guíame con la ayuda de tu Espíritu para abrir mis ojos espirituales y ver todas las riquezas que tengo en Cristo, para que no habite en mí ningún pecado, ni ninguna pobreza espiritual, antes mejor ser lleno de tu bondad y abundante amor. En Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 13 de diciembre de 2021

Palabras y actitudes que edifican

 

Palabras y actitudes que edifican


“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.” Romanos 15:2

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Efesios 4:29

Una palabra dicha con dureza, sin amor, puede destruir, pues la manera en que decimos las cosas determina el cómo serán recibidas. Hay personas que son sensibles por diferentes factores de su vida que desconocemos, y aunque siempre debemos hablar con la verdad, ésta debe ir acompañada con una actitud correcta, de respeto y amabilidad, buscando siempre construir algo bueno en la persona a la que nos dirigimos.

Si buscamos edificar y no destruir, es claro que previamente debemos orar, para que no sea nuestra voluntad o que de manera forzada queramos moldear en otros, lo que solo el Alfarero de nuestra alma puede cambiar, pidiéndole las palabras correctas y sobre todo, acercarnos con una disposición amorosa y precisa; buscando ser usados por el Espíritu Santo de Dios para convencer de pecado, para instruir en justicia, redargüir e inspirar a seguir a Cristo.

No se trata de presentar a otros una motivación temporal basada en emociones, sino que, al corregir, llevemos a las personas a mirar a Cristo, a identificarse con su mansedumbre, nobleza y amor. Si conseguimos que las personas miren a Cristo, en nosotros, habremos iniciado el camino de construir y evitaremos a toda costa destruir, desanimar o alejar a la persona de Dios.

Reflexionemos cuando estemos dialogando con otra persona, si lo que le estamos diciendo está conforme a la escritura y si es dicho con amor, si estamos siendo guiados por el Espíritu de Dios o por algún resentimiento, dolor, falta de perdón o doble intención. Si encontramos alguna sombra de duda en nuestra palabra y falta de paz, mejor, apliquemos el más alto grado de sabiduría: el silencio.

Callemos por amor, pero sigamos en oración, hasta que Dios disponga todas las circunstancias para edificar a nuestro prójimo con amor, nunca para destruir.   Oración.

«Padre, ayúdame, que todo lo que diga y haga sea para edificar a mi hermano o mi prójimo, para mostrar todo el fruto de tu Espíritu que has puesto en mí. Señor, que mis palabras sean llenas de verdad, y que contribuyan a la paz y a la mutua edificación. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 12 de diciembre de 2021

Tiempo presente

 

Tiempo presente


“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,” Colosenses 1:13

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;” 2 Pedro 1:3-4

Un detalle muy importante de las escrituras es el entendimiento del contexto y del tiempo de lo que está escrito. Lastimosamente muchos sacan textos fuera del contexto para apoyar un pretexto, creando confusión y solo para tratar de sostener falsas doctrinas. Pero también el no tener en cuenta el tiempo (pasado, presente y futuro) de lo escrito, causa que no tengamos un entendimiento pleno de la revelación de Dios.

Por ejemplo, en los pasajes de hoy podemos notar que estas promesas son dadas para el ahora y la eternidad, ¡son nuestras y son para tomarlas en el tiempo presente! Y esto no de nosotros, por nuestra propia justicia, sino por medio de la fe que en el Hijo de Dios se nos ha dado: libertad del dominio de las tinieblas. Estamos en el reino de su Hijo amado, tenemos todas las bendiciones espirituales que necesitamos para vivir una vida que agrade a Dios, además tenemos a nuestro alcance preciosas y grandísimas promesas que hacen posible que participemos de la naturaleza divina y escapemos de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.

En pocas palabras, Dios nos ha dado por medio de Cristo, todo lo que necesitamos en todas las áreas de nuestra vida para que en todo tengamos abundancia, con el propósito de mostrar la gloria de Dios a través de la obediencia de sus hijos amados (2 Corintios 9:10-11). Obedezcamos pues a la fe y recibamos lo que Dios en abundancia nos ha dado, y conforme a la escritura: el tiempo es ahora.   Oración inicial

«Padre amoroso, mi corazón está lleno de agradecimiento porque en Cristo Jesús me has dado todo lo que necesito para vivir una vida primeramente en abundancia espiritual y luego en todas las demás áreas, pues poderoso eres tú Señor para hacer que abunde en mí toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abunde para toda buena obra. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 11 de diciembre de 2021

 


El amor de Dios nos impulsa

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Corintios 5:14-15

Que todo lo que hagamos sea impulsado por el amor, es el mejor camino y motivación que podamos tener. ¿Qué amor tiene ese poder? Solo el amor de Cristo, el amor real.

El versículo de hoy tiene la palabra “constriñe”, en referencia a que el amor de Dios, que está dentro de nosotros por el Espíritu Santo, nos impulsa o nos alienta, relacionado con lo que nos enseña Filipenses 2:13 “​​porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”.

Esto nos lleva a reflexionar por qué debemos hacer o no hacer algo, cuál es nuestra motivación, pero también cómo lo debemos hacer: por y con el amor de Cristo.

Por amor a aquel que nos amó primero y dio su vida por nosotros, debemos hacer morir todo lo terrenal en nosotros, fornicación, malos deseos, es decir todo pecado. Con el amor que Dios puso en nosotros, podemos y debemos vivir para agradarle, tomando las decisiones que sean necesarias para tener nuestra vida en orden.

Por esto, es contundente la Palabra de Dios al enseñarnos que no debemos nada a nadie, excepto el amarnos, porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley, porque todas las demandas justas de la ley se cumplen en el amor, porque el cumplimiento de la ley es el amor. (Romanos 13:8-10).

Es un amor, no de nosotros, que es humano, fingido y temporal, sino el amor eterno de Dios derramado en nuestro corazón por medio de su Espíritu que ahora mora en todos lo que hemos recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, ahora, sabiendo esto, ¿Qué nos impulsará desde ahora en adelante a hacer todo lo que hacemos? ¿Cómo haremos las cosas que tenemos que hacer?     Oración.

«Padre, gracias por darme de tu amor abundante en Cristo, que ahora impulsa mi vida, que me da la fuerza para hacer lo que te agrada y para amar a los demás, cumpliendo de esta forma tus mandamientos. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 10 de diciembre de 2021

Mucho más abundantemente

 

Mucho más abundantemente


“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. Efesios 3:20-21

Cuando estamos pidiendo por alguna necesidad, sabemos que el Señor está atento a escucharnos y a atender nuestra oración; sin embargo, como dice Romanos 8:26 “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”, al no saber pedir como conviene, tenemos un Ayudador que nos fortalece e ilumina nuestros pensamientos para que entendamos cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad del Padre y podamos pedir con fe para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14:13), teniendo total confianza de que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad Él nos oye y sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, por lo tanto podemos estar seguros de que ya tenemos lo que hemos pedido (1 Juan 5:14-15).

Nuestra parte en fe, es pedir a nuestro Padre amoroso, que está dispuesto a proveernos, primero lo espiritual para que haya comunión con su Espíritu y nuestras peticiones sean para glorificar su nombre, y como efecto de esta actitud, lo demás vendrá por añadidura.

Así que reflexionemos si aquello que estamos pidiendo le da la gloria, honra y honor, o solo obedece a un capricho pasajero o emoción temporal de nuestro corazón, también oremos y esperemos en su favor, pues solo Dios sabe qué es lo mejor para nosotros y actúa con su Espíritu para darnos siempre, en todas las cosas, abundantemente y sin reproche.   Oración.

«Padre, tengo muchas necesidades, pero quiero pedir ante todo la llenura de tu Santo Espíritu, para que me guíe a tu verdad, que todo lo que pida sea para la gloria de tu Hijo y se manifieste tu gran amor y favor en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 9 de diciembre de 2021

Pensamientos llenos de vida y verdad

 


Pensamientos llenos de vida y verdad

“Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie.” Zacarías 3:5

¿Cuál es el problema del porqué no aceptamos la verdad del evangelio en nuestra vida? Por ejemplo, cuando leemos lo que dice en Romanos 6:6 “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”, ¿por qué no nos apropiamos de esta verdad que puede radicalmente bendecirnos y cambiar para bien nuestro comportamiento?, el problema está en nuestra mente que se niega a aceptar la verdad.

En el versículo de hoy, en Zacarías, se le coloca al sacerdote Josué, además de las vestiduras blancas, una Mitra, que representa o es símbolo de pureza y santidad, de consagración plena a Dios, y le es colocada como señal de su purificación y su aceptación por parte de Dios (Éxodo 28:36-38). Esto quiere decir que somos revestidos de Cristo también en nuestros pensamientos.

Ahora, los creyentes, por el Espíritu Santo, tenemos la mente de Cristo y es nuestra responsabilidad permitir que el Espíritu de Dios transforme y renueve nuestra mente a través de su Palabra (Romanos 12:1-2), la cual revela el plan de Dios y discierne nuestros pensamientos (Hebreos 4:12), para que sean alineados a su propósito.

Por esto nos enseña el versículo 23 de Efesios 4 “y renovaos en el espíritu de vuestra mente,” que quiere decir que no pensemos como pensábamos antes, sino que permitamos que el Espíritu renueve nuestros pensamientos; y también, en el contexto de esta enseñanza, que Pablo da a los Efesios, en el versículo 17 dice que “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,” es decir, que abandonemos las ideas equivocadas o desviadas de la verdad, cambiando ideas superficiales de mentira por los pensamientos llenos de vida y verdad de Cristo.

Hermanos, apliquemos esta enseñanza usando nuestras armas espirituales, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, para que sean derribados todos los conceptos o ideas equivocadas en nuestra mente, que no permiten que experimentemos la verdad de su Palabra en nosotros (2 Corintios 10:4-5).  Oración.

«Padre, por medio de tu Espíritu renueva mi forma de pensar y limpia todos y cada uno de mis pensamientos, que se sometan a tu verdad; ayúdame a experimentar por la fe, tus preciosas promesas y a sacar de mi pensamiento toda idea de mentira que no sea conforme a tu Palabra. En el nombre de Jesús, Amén.   

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Libres de condenación

 

Libres de condenación


“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.“ Zacarías 3:1-4

Vemos en este pasaje, una verdad impresionante acerca del mundo espiritual que debemos conocer en profundidad. En esta revelación que tiene el profeta Zacarias, Satanás está como acusador, señalando o mostrando la culpabilidad del acusado, condenando, pero el defensor representado por el ángel de Jehová, es decir, Jesús mismo, está al lado del Sacerdote Josué para defenderlo, por esto reprende a Satanás y muestra a su defendido como “un tizón arrebatado del incendio”, lo cual significa que es alguien que por la gracia de Cristo ha sido salvado. El sacerdote Josué representa al mismo pueblo de Israel, que está vestido de vestiduras viles por su pecaminosidad, sin poder alegar nada en su defensa.

Cristo manda a que se le quiten las vestiduras viles y se le coloquen vestiduras de gala, mostrando con esto que ha quitado el pecado del acusado y lo ha revestido o cubierto de su justicia y santidad (Efesios 4:24).

Esto sucede en nuestras vidas, el diablo nos acusa, nos condena para tratar de detener el propósito de Dios, para que no veamos ni disfrutemos de las bendiciones espirituales y nos quedemos quietos, estancados, pero Jesús está para defendernos, así que: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica” (Romanos 8:33). Él nos defiende para que no andemos en condenación, porque esta nos llevará a repetir el mismo error una y otra vez, al no aceptar la justicia y santidad que Cristo nos ha puesto.

Por lo tanto, estamos llamados a aceptar y colocarnos esta nueva vestidura de gala para vivir libres de condenación, por esto el pecado no tiene ningún poder en nosotros, no nos dominará, sino que viviremos tal y como Cristo nos hizo nacer de nuevo, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia (Colosenses 3:12). Oración.

«Gracias Padre, me has quitado las vestiduras viles que representan el pecado y me has vestido de la justicia y santidad de Cristo, para andar lleno de amor, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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