miércoles, 15 de noviembre de 2023

En memoria de mí. ¡TERCERA VERDAD!

 


En memoria de mí. ¡TERCERA VERDAD!

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”, Juan 9:1-3.

¿Si Dios todo lo puede por qué permite o permitió estas situaciones en mi vida? ¿Cuántos de nosotros también nos hemos cuestionado esto? Como es el caso del ciego de nacimiento quien quizás llegaría a pensar lo mismo que los demás “esta ceguera es el castigo por mi pecado, o por el de mis padres, o es la manera en la que Dios me expresa su rechazo”. Pero aquí es necesario recordar la verdad de Jesús, pues esta situación ha sido permitida “para que las obras de Dios se manifiesten en él”, (Juan 9:3).

¿Piensas que tu situación difícil fue un castigo de Dios? La respuesta es: ¡No!, como en este caso en particular, Dios es Todopoderoso, pero también es Soberano y todo esto lo permitió para que sus obras fueran manifestadas y para que su poder se perfeccione en nuestra debilidad. Pero, y en otros casos, como los abusos, el abandono, la mendicidad, etc. ¿También son permitidos por Dios? Lastimosamente debemos tener en cuenta que cuando el hombre dio acceso al pecado en el Edén, nos llevó a experimentar cosas que nunca debimos haber experimentado (dolor, soledad, abandono, mendicidad, etc), pues ese no era el plan de Dios, sin embargo, aquellas cosas que enfrentamos no tienen que ver con Dios sino con la responsabilidad del hombre, pues al haberse alejado de Dios y persistir en el pecado ha llegado a contaminar lo que está a su alrededor.

Dios en su Soberanía ha permitido las consecuencias del pecado, pues Él no interfiere con la voluntad que le ha dado al ser humano, pero pensar que Dios lo ha permitido y se ha quedado de brazos cruzados es una gran mentira, pues observa la cruz y mira a Jesús quien quedó irreconocible, en una sola llaga, fue escupido, injuriado, clavado en sus manos y sus pies, derramó hasta la última gota de su sangre, fue abandonado por sus amigos, rechazado, todo esto y más ¿a causa de quién? De ti y de mí (víctima y victimario), porque la finalidad de la cruz era que no muriéramos, sino que al creer en Jesús tuviéramos vida eterna, una vida restaurada y eso fue lo que hizo Jesús por toda la humanidad, nos redimió y con su resurrección nos ha entregado su restauración, sanidad, su amor, su compañía, identidad, propósito, esperanza.   Oración.

«Padre, quiero solo tener guardado en mi memoria lo que dices en tu palabra, y lo que dices en ella es que me amas, que puedo confiar en ti porque eres bueno y justo, pero sobre todo puedo descansar y tener la certeza de que todo está bajo tu control y que lo que permites en mi vida lo transformas para bien.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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