domingo, 21 de febrero de 2010

Exodos 30

Exodos 30 -

CAPÍTULO 30
Versículos 1-10. El altar del incienso. 11-16. Rescate de almas. 17-21. La fuente de bronce. 22-38. El aceite de la santa unción-El perfume.

Vv. 1-10.El altar del incienso representa al Hijo de Dios en su naturaleza humana y el incienso quemado allí tipifica la intercesión por su pueblo. La intercesión continua de Cristo está representada por la quema diaria de incienso, mañana y tarde. Una vez cada año había que aplicar la sangre de la expiación, denotando esto que la intercesión de Cristo tiene toda su virtud a partir de sus sufrimientos en la tierra, y que nosotros no necesitamos otro sacrificio ni otro intercesor sino Cristo solo.

Vv. 11-16.El tributo era medio siclo, unos quince centavos de nuestra moneda. El rico no tenía que dar más, ni menos el pobre; las almas de los ricos y pobres son preciosas por igual, y Dios no hace acepción de personas, Hechos x, 34; Job xxxiv, 19. En otras ofrendas los hombres tenían que dar conforme a sus habilidades mundanas, pero esta, que era el rescate del alma, debía ser igual para todos . Las almas de todos son de igual valor, están en igual peligro y todas por igual necesitan un rescate. El dinero reunido era para usarse en el servicio del tabernáculo. Quienes tienen el beneficio no deben quejarse de las cargas necesarias para el culto público de Dios. El dinero no puede hacer expiación por el alma, pero puede usarse para honra de Aquel que ha hecho la expiación, y para la mantención del evangelio por el cual se aplica la expiación.

Vv. 17-21.Había que instalar una gran fuente de bronce para agua cerca de la puerta del tabernáculo. Aarón y sus hijos debían lavarse las manos y pies en esta fuente, cada vez que entraran para ministrar. Esto era para enseñarles la pureza en todos sus servicios y a temer la contaminación del pecado. No sólo debían lavarse y ser purificados cuando eran hechos sacerdotes por primera vez, sino que debían lavarse y mantenerse limpios cada vez que fueran a ministrar. Nos enseña a presentarnos diariamente ante Dios, a renovar diariamente nuestro arrepentimiento por el pecado y nuestra esperanza en la sangre de Cristo para la remisión; pues en muchas cosas ofendemos a diario.

Vv. 22-38.Aquí se dan instrucciones para hacer el aceite de la santa unción, y el incienso para uso en el servicio del tabernáculo, lo cual era grato de ver y oler. El nombre de Cristo es como ungüento derramado, Cantares i, 3, y el buen nombre de los cristianos es como ungüento precioso, Eclesiastés vii, 1. El incienso quemado sobre el altar de oro era preparado con especias dulces. Cuando se usaba tenía que ser molido muy fino pues así plugo al Señor magullar al Redentor cuando éste se ofreció como sacrificio de sabor y olor grato. El mismo no debe hacerse para ningún uso común. De este modo Dios mantiene la reverencia en la mente del pueblo por su servicio, y enseña a no profanar ni abusar cosa alguna por la cual Dios se dé a conocer. Gran afrenta para Dios es jugar con las cosas sagradas y tomar a ligera su palabra y sus ordenanzas. Sumamente peligroso y fatal es usar la profesión del evangelio de Cristo para fomentar los intereses mundanos.