martes, 6 de julio de 2021

Levantemos nuestras manos

 


Levantemos nuestras manos

«Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación». Éxodo 17:8-13

Muchos de los que nos rodean, están viviendo una lucha diaria para vencer al pecado, los malos hábitos, las adicciones, el miedo, la soledad, el dolor, etc. Se encuentran desesperados, quebrantados física y mentalmente, necesitan recibir el consuelo de Dios. Es el momento de dejar el egoísmo y pensar en los demás; Dios nos ha dado su amor, su paz y su poder para llevar sanidad a nuestro alrededor, es tiempo de orar, de brindar comprensión, de dar fortaleza al que está cerca de nosotros, de compartir el mensaje de salvación que los hará libres.

Moisés estaba cansado, aún el brazo más fuerte puede fallar si está extendido por mucho tiempo. Aarón y Hur le ayudaron levantando sus brazos para que Israel no perdiera la batalla. Así como las manos de Moisés estuvieron sostenidas por sus colaboradores, hasta que se puso el sol y fue un gran estímulo para el pueblo de Israel, ver a Josué delante de ellos en el campo de batalla y a Moisés en lo alto de la colina orando con las manos alzadas, nosotros debemos, así mismo, interceder unos por otros para pelear espiritualmente y para no permitir que nuestra fe decaiga.

Necesitamos apoyar con nuestra oración y compromiso a quienes trabajan en la obra de Dios, pues no son infalibles. Cuando hay demasiada carga y les faltan fuerzas para orar y trabajar, es el momento de darles nuestro apoyo para que no se rindan. Como nos enseña Efesios 6:18-19 “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio”.

La causa de la iglesia será exitosa en la medida en que sus miembros sean fervientes en orar unos por otros, de mantenerse firmes en la fe, batallando juntos para ver la gloria de Dios. Por eso, no debemos avergonzarnos de pedir socorro o de brindar ayuda a los demás.

Hoy sigamos ese ejemplo y digamos al que se encuentra cerca de nosotros: «No bajes las manos, no te rindas, todo estará bien, Dios es nuestra fortaleza, es nuestra solución».  Oración.

«Dios bondadoso y misericordioso, abre nuestros ojos para ver a aquellos que necesitan nuestro apoyo y dárselo de todo corazón, necesitamos levantar sus manos caídas y sus rodillas paralizadas, para que no se rindan, ante las dificultades de la vida, que podamos proporcionarles una palabra de aliento y reanimarlos para que luchen hasta el final. Úsanos con tu poder. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.