martes, 15 de diciembre de 2009

Exodos 10

Exodos 10 -

CAPÍTULO 10
Versículos 1-11. Anuncio de la plaga de langostas-Faraón, aconsejado por sus siervos, se inclina a permitir que los israelitas se vayan. 12-20. La plaga de langostas. 21-29. La plaga de tinieblas.

Vv. 1-11.Las plagas de Egipto muestran la gravedad del pecado. Advierten a los hijos de los hombres que no deben luchar con su Hacedor. Faraón había pretendido humillarse, pero no se le tomó en cuenta poque no fue sincero. Se anuncia la plaga de langostas. Esta debía ser mucho peor que cualquiera de esa clase que se hubiera conocido. Los sirvientes de Faraón le persuadieron para que se pusiera de acuerdo con Moisés. En ese momento Faraón quiere dejar que vayan los varones, pretendiendo falsamente que esto era todo lo que ellos deseaban. Jura que no se llevarán a los pequeños. Satanás hace todo lo que puede para impedir que quienes sirven a Dios lleven a sus hijos consigo. Es el enemigo jurado de la piedad precoz. Tenemos razón para sospechar que Satanás está metido en todo lo que nos impida comprometer a nuestros hijos en el servicio de Dios. Tampoco debe el joven olvidar que el consejo del Señor es: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud; pero el consejo de Satanás es que se mantenga a los niños como esclavos del pecado y del mundo. Fijaos que el gran enemigo del hombre desea retenerlo con los lazos del afecto, como Faraón hubiera tomado rehenes de los israelitas para garantizar su retorno, reteniendo en cautiverio a esposas e hijos. Satanás está dispuesto a compartir nuestro deber y nuestro servicio con el Salvador, porque el Salvador no aceptará sus condiciones.

Vv. 12-20.Dios hace que Moisés estire su mano; las langostas vienen al llamado. Hubiera sido más fácil resistir a un ejército que a esta hueste de insectos. ¿Entonces, quién es capaz de hacer frente al gran Dios? Cubrieron la faz de la tierra y se comieron su producto. Las hierbas crecen para servir al hombre pero, cuando agrada a Dios, los insectos la saquean y comen el pan de la boca de ellos. Que nuestro trabajo no sea por la habitación y la comida que así quedan expuestos sino para lo que perdura para la vida eterna.
Faraón pide a Moisés y Aarón que oren por él. Hay quienes, en su malestar, buscan la ayuda de las oraciones de otras personas, pero no tienen intención de orar ellos mismos. Con eso demuestran que no tienen un amor verdadero a Dios ni se deleitan en la comunión con Él. Faraón desea solamente que esta muerte sea alejada, no este pecado . Desea librarse de la plaga de langostas, no de la plaga de un corazón duro que era más peligroso. Un viento oriental trajo las langostas, un viento occidental se las lleva. Donde quiera que esté el viento, obedece la palabra de Dios y gira por su consejo. El viento sopla de donde quiere, en relación a nosotros, pero no así en cuanto a Dios, pues lo respeta. También fue un argumento para el arrepentimiento de ellos, porque por esto parecía que Dios estaba dispuesto a perdonar y es pronto para mostrar misericordia. Si lo hace ante los signos externos de humillación, ¡qué no hará si somos sinceros! ¡Oh, que esta bondad de Dios pueda llevarnos al arrepentimiento! Faraón regresó nuevamente a su resolución de no dejar ir al pueblo. Los que a menudo son detenidos en sus convicciones, es porque están justamente entregados a las concupiscencias de su corazón.

Vv. 21-29.La plaga de las tinieblas traída sobre Egipto fue una plaga espantosa. Era oscuridad que podía palparse, tan espesa era la niebla. Asombraba y aterraba. Continuó por tres días: seis noches de una sola vez; hasta los palacios más iluminados eran como mazmorras. Ahora Faraón tuvo tiempo para considerar si él lo hubiera hecho mejor. Las tinieblas espirituales son esclavitud espiritual; mientras Satanás ciega los ojos de los hombres para que no vean, les ata de pies y manos para que no trabajen para Dios ni se muevan hacia el cielo. Ellos se sientan en tinieblas. Era justo que Dios los castigara así. La ceguera de su mente les acarreó la oscuridad del aire; nunca estuvo tan cegada la mente como la de Faraón; nunca el aire estuvo tan entenebrecido como en Egipto. Hay que temer las consecuencias del pecado; si tres días de tinieblas fueron tan espantosos, ¿cómo serán las tinieblas eternas? -Los hijos de Israel tenían, al mismo tiempo, luz en sus viviendas. No debemos pensar que participamos de las misericordias comunes como algo que se da por sentado y, por tanto, que no debemos gratitud a Dios por ellas. Ellas demuestran el favor particular que Él demuestra a su pueblo. Sin duda que hay luz donde hay un israelita, donde hay un hijo de luz, aunque sea en este mundo de tinieblas. Cuando Dios hizo esta diferencia entre los israelitas y los egipcios, ¿quién no hubiera preferido la pobre choza de un israelita al hermoso palacio de un egipcio? Hay una diferencia real entre la casa del impío que está bajo maldición y la vivienda del justo que es bendecido.
Faraón renovó su tratado con Moisés y Aarón y consintió en que llevaran a sus hijos, pero dejando el ganado. Es común que los pecadores regateen con Dios Todopoderoso; así tratan de burlarse de Él, pero se engañan a sí mismos. Las condiciones de la reconciliación con Dios han sido fijadas de modo que, aunque los hombres las discutan por largo tiempo, no pueden alterarlas ni rebajarlas. Tenemos que cumplir las exigencias de la voluntad de Dios; no podemos esperar que Él condescienda a los términos que dicte nuestra lujuria. Debemos consagrar todas nuestras pertenencias mundanas, con nosotros mismos y nuestros hijos, al servicio de Dios; nosotros no sabemos qué uso hará Él de alguna parte de lo que tenemos.
Faraón se retiró abruptamente de la conferencia y resolvió no hacer más tratos. ¿Se había olvidado de la frecuencia con que mandaba traer a Moisés para que lo aliviara de sus plagas? ¿Ahora había que decirle que no viniera más? ¡Vana maldad! ¡Amenazar con la muerte, a quien estaba armado con tamaño poder! ¡A qué punto llevará a los hombres la dureza de su corazón y el desprecio por la palabra de Dios y sus mandamientos! Después de esto Moisés no volvió a venir hasta que lo mandaron llamar. Cuando los hombres echan de sí la palabra de Dios Él los entrega justamente a sus propios engaños.