martes, 1 de noviembre de 2022

Negándome a mí mismo

 

Negándome a mí mismo

Mateo 16:24 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos:


Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”

¡Negarme a mí mismo! Qué difícil tarea en un mundo en donde diariamente se nos impulsa a hacer todo lo contrario, y es que ¿cuántos de nosotros queremos cumplir este llamado de Jesús, pero nos vemos constantemente tentados a desobedecerlo? Esta problemática no solo se presenta en la actualidad pues desde el inicio de la creación vemos a Satanás disfrazado de serpiente argumentarle a Eva que el ser humilde y obedecer a lo que Dios ha dicho (“no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”) es una locura, pues este mandato dado por Dios no tiene “ningún provecho para ella” (Génesis 3:4-5) es aquí en donde encontramos que la misma estrategia que se utilizó en aquel entonces es la misma que se nos ofrece hoy en día para impulsarnos a tomar decisiones en la que terminemos haciendo todo lo contrario a lo que Dios quiere para nuestras vidas. Por eso es tan importante el negarnos a nosotros mismos, pues este “negarnos” implica en nuestra vida humildad y obediencia; humildad porque necesitamos reconocer que no somos Dios y que del único y verdadero Dios, nuestro Padre Celestial, necesitamos ser direccionados, pues como dice su palabra, sin Él nada podemos hacer; pero también requerimos la obediencia porque con ella lo que hacemos es tomar nuestra voluntad humana y sujetarla a la voluntad buena, agradable y perfecta del Padre creyendo firmemente en que lo que Él nos ha pedido hacer es bueno para nosotros.

Hoy en día el mundo se burlará de todos aquellos que estemos dispuestos a negarnos a nosotros mismos por obediencia a Dios, tal como le pasó a nuestro Señor Jesús, quien recibió burla de muchos de los que le veían por haber decidido humillarse a sí mismo y hacerse obediente hasta la muerte y muerte de cruz, pero aún esto no lo detuvo y culminó por completo el plan de Dios, esto mismo es lo que el Señor quiere para nosotros que le sigamos pero para ello debemos primero en humildad negarnos a nosotros mismos. Oración.

«Padre cuánto anhelo que el vivir en humildad sea siempre mi prioridad pues ahora entiendo que sin ella no podría caminar. Santo Espíritu de Dios llévame a ser un digno imitador de Jesús y que mis pasos sean un reflejo de su andar. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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