miércoles, 28 de enero de 2015

Hechos 20:36-38

Hechos 20:36-38


Después de decir esto, Pablo se puso de rodillas con todos ellos y oró.  Todos lloraban inconsolablemente mientras lo abrazaban y lo besaban.  Lo que más los entristecía era su declaración de que ellos no volverían a verlo.  Luego lo acompañaron hasta el barco.


¿Cómo saber si estamos realizando un buen trabajo en cualquier actividad que realizamos?  Es muy sencillo.  ¿Si dejaras de hacerlo la gente reaccionaría como lo hicieron con Pablo?  No estoy diciendo que se echen a llorar y te besen, nuestra cultura hoy en día es distinta.  A lo que me refiero es que la gente te diga que serás extrañado y que lo que sea que hacías será difícil de encontrar un reemplazo.  Esta es una buena señal de que estabas haciendo bien las cosas.  Pablo sería extrañado en gran manera.  Los hermanos lo abrazaron, oraron con él e incluso llorando le besaban en señal de dolor y tristeza.  ¿Qué pasará el día que no estés?  Puede sonar un poco frío lo que estoy diciendo pero necesitamos darle dirección y visión a lo que hacemos hoy.  Si dejamos que pase un día, una semana y luego los años, al final nos daremos cuenta de cuánto tiempo hemos dejado ir sin ponernos al servicio de nuestro Señor.  Estamos en el año 2012.  Tiene probablemente dos años que tengo la idea de hacer de esto que escribo un libro para que pueda llegar a aquellos que no tienen computadora e incluso para que puedan regalarlo y prestarlo.  ¿En dónde está ese libro?  En mi mente.  ¿Alguien extrañaría el que no escriba más libros?  Por supuesto que no ¡porque nunca hice uno!  Me pongo de ejemplo para que seas honesto contigo mismo y también traigas a la luz aquello que has postergado por días y años.  Es momento de poner metas y fechas.  No podemos alcanzar un testimonio y servicio como el que nos encomienda Jesús y que ejecutó Pablo a la perfección si seguimos dejando pasar los días.  Por eso puse en cuestión el hecho de qué pasaría si faltáramos mañana.  ¿Resultaría difícil que encontraran nuestro reemplazo?  A donde quiero llegar es a lo siguiente: seas hijo, padre, cónyuge, amigo, hermano, pariente, jefe, subordinado o cualquiera que sea tu situación, ¿La estás haciendo lo mejor que puedes?  ¿Le estás pidiendo a Dios que te muestre cómo aprovechar todo lo que te dio para ponerlo a su servicio?  ¿Buscas ser el esposo o el padre que Dios quiere que seas?  ¿Eres el siervo que Dios quiere que seas?  Esto es lo que está en la mesa.  Nuestro día a día.  Nuestra reputación a los ojos del Señor.  No a la luz de los hombres o con nuestras categorías.  A la luz y estándares del Creador.  Hoy quiero animarte a que, estés en donde estés, busques servir a Dios en todo lo que hagas.  Que busques ser el mejor siervo y que el día que faltes la gente tenga dificultad para encontrar un reemplazo como tú.  No con el fin de sentirnos más que los demás.  Eso es lo de menor importancia.  La meta es poder ser perfeccionados en Cristo para lograr los objetivos que Él tiene para nosotros.  ¿Lo puedes entender?  Eso hizo Jesús.  Eso hizo Pablo.  Eso es lo que hicieron los grandes testimonios que tenemos en la Biblia.  Ahora, ¿Qué haces tú?  ¿Dejar pasar el tiempo o poner en acción lo que sabes que debes hacer?
Debes saber que resulta más sencillo posponer cualquier cambio y actividad que llevarla a cabo.  La diferencia es que una vez que te has decidido a subir un escalón más en tu compromiso con Dios, no querrás volver ni un instante atrás.  ¡Ánimo!  Es tiempo de cambiar y de ponernos al servicio de nuestro Señor.  No dejes que pasen más días y comienza hoy mismo.
Oración
Padre Nuestro: te pido perdón por mis pecados.  Te pido pueda reconciliarme contigo y pueda ser santificado a través de la sangre de Jesús.  Hoy quiero pedirte que hagas el mejor siervo de mí.  Llévame a ser lo mejor que pueda ser.  Ayúdame a poner mi vida entera a tu servicio con mi entrega al cien por ciento.  Señor, heme aquí.  Dime dónde y cómo quieres utilizarme.  Te lo pido en Cristo Jesús.  Amén