domingo, 28 de febrero de 2021

Soportándonos y perdonándonos unos a otros

 

Soportándonos y perdonándonos unos a otros


“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Gálatas 6:1

“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:13

En la vida se presentan muchos conflictos entre nosotros, padres e hijos, esposos, hermanos, amigos, vecinos, no hay excepción. Pero lo que nos enseña la Palabra de Dios es a solucionarlos o a enfrentarlos con sabiduría, con amor y con mucha paciencia.

Lo primero que nos aconseja la escritura que hagamos cuando tengamos un conflicto con nuestro hermano, está en Mateo 18:15-17, y básicamente nos dice que si alguien peca contra nosotros lo amonestemos en privado, luego con dos o tres testigos si no reconoce su falta y por último en la iglesia (en el caso de que sea un hermano en Cristo); si no nos oyere solo nos queda orar por esa persona. Pero siempre, el principio de toda corrección, es que se debe hacer con mansedumbre (2 Timoteo 2:25).

Algo importante acerca de los conflictos, que debemos considerar, es que siempre los vamos a tener de una forma u otra, y siempre tenemos que estar dispuestos a perdonar (Mateo 18:21-22), no podemos exigirle a una persona que nunca vuelva a fallar, porque incluso nosotros mismos podemos caer en el error que estamos juzgando, por esto dice “considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1); pero esto tampoco es excusa para dejar pasar el error y no enfrentar la situación problemática, buscando en la fuerza de Dios y el poder de su Espíritu, un cambio que nos lleve a solucionar el problema. De esto se trata cuando dice la escritura “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:1-2).

Si somos victimarios u ofensores, estamos llamados a apartarnos del pecado, pidiendo a Dios que nos de el dominio para no volver a ofender a la otra persona, estimándola como superior a nosotros mismos (Filipenses 2:3) y heredera de la misma gracia que nos fue dada, porque todos nosotros somos uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:28).

Estos principios son enseñados para nuestra congregación en la iglesia, pero nos dan luz para solucionar cualquier conflicto en nuestra vida con nuestro prójimo, a los cuales también debemos soportar y perdonar, aplicando lo que nos enseñó nuestro Señor Jesús: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;”( Mateo 5:44)    Oración.

«Padre, ayúdame en la fuerza de tu Espíritu a tener toda paciencia y humildad para reconocer mis errores y para no ofender a mi hermano, y también para soportar y perdonar cuando soy ofendido, así como tú me perdonaste, así también ayúdame a hacerlo, cumpliendo la ley del amor, pues el amor no hace mal al prójimo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 27 de febrero de 2021

Creados para la gloria de Dios

 

Creados para la gloria de Dios


todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” Isaías 43:7

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18

Todos los llamados en mi nombre, se refiere la escritura de hoy, a los que hemos creído en Cristo, pues por fe, hemos sido creados de nuevo (Juan 1:12-13), creados para su gloria, como nos enseña Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Es decir, en lo que somos y en lo que hacemos manifestamos la gloria de Dios.

Y no solo esto, sino que el Señor nos sigue formando en nuestro carácter, para llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Efesios 4:13) y como consecuencia, para llevar mucho fruto, para que el Padre sea glorificado (Juan 15:8).

Nos ha creado y nos sigue formando para que crezcamos en el conocimiento de Cristo, y por si fuera poco, nos ha hecho una promesa de gloria futura, que ha de manifestarse en nosotros, cuando nos encontremos con Cristo: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.” (1 Juan 3:2).

Nueva creación, formación y crecimiento, pues el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6b); y además, una esperanza de gloria futura que Dios hará con nosotros: “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Filipenses 3:21).

Entonces, si estamos pasando por un momento de dificultad, o estamos afligidos, seamos reconfortados sabiendo que nada de lo que estamos pasando se compara con todo el amor, el propósito, la gran obra que hace Dios en nosotros por medio de la fe en Cristo y la gran esperanza futura que nos ha prometido; y que incluso esta aflicción presente actúa para la gloria de Dios.  Oración.

«Padre, en el nombre de Jesús, entro a tu presencia con un corazón agradecido, pues aún en medio de la dificultad, todo actúa para mi bien y para que se cumpla tu propósito en mí y para darte toda la gloria a ti; te pido que cada día crezca en mí tu gracia, tu verdad, tu amor y toda la plenitud de Cristo. En el nombre de tu Hijo amado Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 26 de febrero de 2021

Vivamos por el Espíritu, andemos por el Espíritu

 

Vivamos por el Espíritu, andemos por el Espíritu


“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.” Gálatas 5:25

Antes de ir a la cruz, el Señor Jesús dejó una promesa a sus discípulos, que cambiaría nuestra vida de manera profunda, Él le llamó “otro Consolador” (Juan 14:16), de su misma sustancia y esencia, pues aclara que es el Espíritu de Verdad, que vive con ustedes y después estará en ustedes (Juan 14:17), es decir, Cristo mismo andaba con ellos, pero luego de su muerte y resurrección estaría “en” ellos, y esto sucedió el día de pentecostés, cuando fue derramado sobre los creyentes, el Espíritu Santo. (Hechos 2).

Y ahora, por el anuncio que iniciaron los apóstoles, ha llegado hasta nuestro día el mensaje de la buena noticia, de que todo aquel que cree en Jesús, recibe el Espíritu de Cristo, pues recibimos al Espíritu Santo porque creemos en el mensaje que escuchamos acerca de Cristo (Gálatas 3:2).

Luego de que el Espíritu Santo cayera sobre los que esperaban la promesa, el apóstol Pedro explica a otros que también estaban allí, el cumplimiento de las profecías anunciadas por los profetas, acerca de Cristo y de la venida de su Espíritu sobre toda carne, y los que escucharon este mensaje se sintieron profundamente conmovidos y preguntaron: “¿qué debemos hacer?” (Hechos 2:37), a lo cual Pedro, les da una respuesta contundente, que aún resuena hasta nuestros días: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38)

Así como aquellos que escucharon a Pedro, también nosotros cambiemos nuestra forma de pensar, escuchando atentamente y obedeciendo el mensaje del nuevo nacimiento por la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23) y de la renovación en el Espíritu Santo (Tito 3:5) así como en cada aspecto de nuestra vida sigamos la guía del Espíritu, siendo conscientes de su presencia en nosotros, porque nos ha sido concedido por su gracia, que sea revelado el mayor secreto guardado durante siglos, y este secreto es: Cristo vive en nosotros. Eso nos da la seguridad de que no estamos solos y de que participaremos de su gloria. (Colosenses 1:26-27)   Oración.

«Señor Jesucristo, fue para mi conveniencia que tú te fueras, pero luego vinieras a vivir en mí por medio de la fe, en la presencia de tu Santo Espíritu, que llena y guía mi vida a toda verdad. Ayúdame a que de ahora en adelante sea consciente de esta verdad y de tu presencia en mí, viviendo para amar a los demás, como tú lo hiciste conmigo. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 25 de febrero de 2021

 


El Espíritu Santo hablará por nosotros

“Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”. Marcos 13:10-11

Jesús nunca dejó en duda que la vida cristiana es un camino duro. Seguirle a Él implica pagar un precio, porque tenemos que renunciar a muchas cosas y aun soportar persecución, acusación y hasta maltrato por causa del evangelio. Pero no sólo nos da advertencias, sino que nos anima a seguir adelante porque no estamos solos, nos fortalece para que podamos soportar y cumplir con la tarea de predicar su Palabra a todas las naciones.

Ahora más que nunca este mandato es para su iglesia militante, puesto que estamos viviendo muchas señales antes de su Segunda Venida y debemos anunciar las buenas nuevas, para que muchos sean salvos y lleguen al conocimiento de la Verdad que es Cristo.

Pero no es una tarea fácil extender el evangelio en estos tiempos de tanta apostasía espiritual (renuncia a la fe), a pesar de que tecnológicamente hay más opciones para hacerlo, necesitamos revestirnos del amor de Cristo y mostrarle a este mundo que sólo Jesús puede traer respuestas en medio del caos en que se encuentra el mundo.

Prediquemos sin temor, porque el Espíritu Santo es quien coloca palabras en nuestra boca y puede convencer al mundo de pecado, justicia y juicio. Seamos sensibles a la guía del Espíritu Santo como Pablo lo hizo al predicar el evangelio, recordemos lo que dice Hechos 18:9-10 “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”.

Es el tiempo de confiar en su infinita gracia y cumplir con nuestra misión en esta tierra. Dejemos el temor para poder compartir un evangelio poderoso que le dé una nueva oportunidad de arrepentimiento a esta humanidad para que reciban salvación.  Oración.

«Seguirte a ti Señor Jesús no es nada fácil, por el contrario, mantenernos firmes en la fe implica que tenemos que renunciar a muchas cosas de nuestra vida para poder llevar con poder tu mensaje; por eso, dame el valor para hacerlo. Señor sólo te pido que como a Pablo, me enseñes a seguir la guía de tu Santo Espíritu y que me des la palabra precisa para anunciar las buenas nuevas de salvación a los que me rodean. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 24 de febrero de 2021

Vituperios por el nombre de Cristo

 

Vituperios por el nombre de Cristo


“Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.” 1 Pedro 4:14

“Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.” Juan 16:2-3

Ante nuestros ojos, vemos cómo el mundo habla mal de las cosas de Dios o las rechaza, haciendo más caso a sortilegios y fábulas, a horóscopos e imaginaciones de hombres, que a la Palabra de Dios.

Entonces somos tratados de “intolerantes”, porque defendemos con amor y amabilidad la verdad; por supuesto no estamos llamados a ofender a otros, pero sí a estar siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y respeto ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15).

Esto mismo le sucedió a los discípulos cuando hablaban de Jesús, de su sacrificio en la cruz por nuestros pecados y de su resurrección, les ordenaron terminantemente, incluso las mismas autoridades religiosas, que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús (Hechos 4:18, 21-22). Pero ellos, contestaron algo que está vigente para nuestro tiempo actual y que también nosotros podemos contestar y vivir: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:19-20)

Este es nuestro compromiso, obedecer a Dios antes que a los hombres, anunciando con toda determinación la buena noticia de salvación por medio de Cristo, con mansedumbre y respeto, con humildad corrigiendo a los que se oponen, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer la verdad (2 Timoteo 2:25) y si somos censurados o reprochados, recordemos que a Cristo también le hicieron lo mismo, por eso su Palabra nos dice que: “Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.” (Romanos 15:3) Oración.

«Padre, si soy perseguido por causa de mi fe, censurado o rechazado, renueva mi fuerza, para seguir anunciando a Cristo, y mostrando todo tu amor, dando testimonio con una fe inquebrantable y una conducta intachable, en el nombre de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 23 de febrero de 2021

Sencillez de corazón. Parte 2

 

Sencillez de corazón. Parte 2


“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” 1 Pedro 3:3-4

La palabra de Dios nos enseña que la sencillez del corazón, implica tener un corazón que se deja corregir por el Señor, que reconoce que falla pero que no se queda en el error, sino que cambia su forma de pensar y de actuar. A esto se refería David, cuando en el salmo 51, reconoce su pecado y le pide a Dios: “Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.” (Salmos 51:12), lo cual significa que pedir un espíritu noble, es estar dispuesto a obedecer a Dios, a permitir que Él dirija nuestro andar y nos muestre el camino que debemos seguir (Salmo 25:4-5).

Esto es lo más importante, ser tratados por Dios en el secreto de la oración (Salmos 51:6), y no interesarnos tanto por la belleza externa, sino por la interna, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios (1 Pedro 3:4). Es ese mismo corazón afable y apacible del Señor Jesús que debemos imitar, cuando nos dice que aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón; y hallaremos descanso para nuestra alma; (Mateo 11:29)

Nuestro reto más importante en la vida no es conseguir cosas materiales para adornar nuestra vida exterior, sino adquirir sencillez de corazón para adornar nuestra vida interior, agregando virtud a nuestra fe y recibiendo toda la plenitud del amor de Dios (2 Pedro 1:5-8), para así mantenernos en obediencia, fidelidad y llevando mucho fruto a nuestro Padre celestial por medio de Cristo.  Oración.

«Señor Jesús, me diste ejemplo de un corazón manso y humilde, siendo obediente al Padre cuando te llamó a la cruz para morir por mis pecados. Ahora te pido que abunde en mí toda esa gracia, para dar a mi prójimo todo el amor que me diste, también te ruego que examines mi corazón y quites todo aquello que no te agrada y me guíes a obedecerte en todo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 22 de febrero de 2021

Sencillez de corazón. Parte 1

 

Sencillez de corazón. Parte 1


“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,” Hechos 2:46

Tener sencillez de corazón implica comunión, gozo y un corazón humilde.

Tenemos sencillez de corazón cuando aprendemos a compartir con otros, a escucharlos pacientemente y a trabajar en equipo para lograr un fin sin imponer nuestras ideas. Buscar la unanimidad implica llegar a acuerdos, también compartir lo que tenemos con otros sin egoísmo; este era el ejemplo de las primeras comunidades cristianas, en el primer siglo. Luego de la venida del Espíritu Santo sobre los creyentes, podemos ver cómo ellos, los que habían creído, estaban unidos de corazón y en espíritu; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. (Hechos 4:32).

Otro ejemplo muy claro es cuando nos sentamos a comer con otra persona, estamos disfrutando individualmente de la comida pero compartiendo el mismo gusto y satisfacción con otro; tal vez lo que más sabor le da al plato no es el alimento en sí mismo, sino la experiencia de compartir con nuestro prójimo.

Y lo que causa esa comunión, esa unión espiritual, es el Espíritu de Dios, ese amor de Dios derramado en nuestro corazón. Entre más amor de Dios experimentemos en nosotros, mayor debe ser nuestra comunión con nuestros hermanos y nuestro amor hacia el prójimo.

Así que hoy, pongamos en práctica el llamado de vivir en comunión como creyentes en Cristo, pero también, dejando todo egoísmo, vivamos la sencillez de corazón tomando en cuenta lo que nos dice el Señor Jesús: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;” (Mateo 25:35)   Oración.

«Padre, así como Jesús que se dio así mismo por mí, quiero comunicar y vivir ese amor colocado en mí por tu Espíritu, teniendo un corazón sencillo que piense en las necesidades de los demás antes que en las propias y que viva en comunión con otros creyentes para dar a conocer el mensaje de Cristo. En el nombre de Jesús. Amén.   Oración. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 21 de febrero de 2021

Poner en práctica las obras de Dios

 

Poner en práctica las obras de Dios


“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.” Juan 6:28-29

Nuestra fe determina nuestras obras, nuestra confianza en Jesucristo determina nuestras acciones. Qué esperarían aquellos que hicieron esta pregunta al Señor Jesús: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?, tal vez esperarían que el Señor les diera un conjunto de reglas y de prácticas religiosas para poder estar más cerca de Dios, pero en contraste, Él les enseña que confiar en el enviado de Dios, es colocar en práctica su obra. La razón de esta respuesta, está en el hecho de que el pecador no es justificado por sus buenas acciones, sino por la fe en aquel que justifica al malvado y se le toma en cuenta su fe como justicia. (Romanos 4:5).

Al ser justificados, es decir, considerados justos delante de Dios, y al tomar esto como un hecho, como algo cierto en nuestra vida, el Espíritu de Dios en el día a día, nos lleva a actuar en la justicia y santidad que Cristo, el poderoso Salvador, nos dio en la cruz; porque somos librados del enemigo que nos tenía encerrados, somos librados del pecado (Lucas 1:67-75)

Así que la verdadera fe nos lleva a actuar de acuerdo con lo que creemos, es el impulso de vida que todos necesitamos y al ‘hacer’ en coherencia con lo que creemos, nuestra fe es perfeccionada (Santiago 2:22); por esto el Señor nos da este mandamiento: “Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.” (1 Juan 3:23)

Por lo tanto, hermanos, sigamos pues en esta obra de fe, haciendo nuestro trabajo de amor y teniendo la firmeza de nuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo (1 Tesalonicenses 1:3).   Oración.

«Padre, guíame por tu Espíritu para poner en práctica las obras que de antemano preparaste para mí en Cristo. Que mi fe sea perfeccionada cuando obedezca tu Palabra. Que mi confianza en Cristo sea reafirmada y mi esperanza en Él inquebrantable, te lo ruego en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 20 de febrero de 2021

La oración es sencilla pero poderosa

 

La oración es sencilla pero poderosa


“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” Ezequiel 22:30

“si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14

Cuando oramos Dios interviene en la tierra, esta es una promesa que Él dejó en su Palabra, para que se hagan manifiestas las obras de sus hijos y se haga visible todo el amor que ha dispuesto en nosotros por su Santo Espíritu (Romanos 8:26), por eso oramos, para que el mundo se reconcilie con Dios y muchos lleguen al conocimiento de la verdad.

Dios, a través de la oración, también interviene en nuestra vida para bien, pues cuando confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar nuestro pecado y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). En la oración Dios nos examina y mira si hay maldad en nosotros, si hay algo que guardemos en nuestro corazón que no le agrade y por supuesto no nos conviene, para indicarnos el camino correcto (Salmos 139:23-24, Proverbios 21:2).

También cuando oramos por la necesidad de otro, estamos haciendo el acto de bondad más grande, porque estamos practicando el mismo sentir de Jesús: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36).

Por esto, Jesús nos enseñó a hablar con el Padre, a pedir por medio de Él, dándole de antemano gracias y gloria, colocando toda necesidad en sus manos soberanas y poderosas, reconociendo que de Él es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos (Mateo 6:9-13). También, acercándonos con confianza, pues Dios tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7). En esto está el poder de la oración, en la confianza que depositemos en el Padre eterno que todo lo puede (Lucas 1:37), pues no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32).

 ¿Y tú, ya dispusiste tu corazón para orar a Dios, por medio de Jesús? ¡Vamos a orar!   Oración.

«Señor, gracias soberano Dios, puedo entrar confiadamente por medio de Jesús a tu presencia y depositar en ti toda mi ansiedad, sabiendo que tus oídos están atentos a mis oraciones y que no te son indiferentes mis necesidades, te adoro oh Dios. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 19 de febrero de 2021

Un Encuentro personal con Jesús

 

Un Encuentro personal con Jesús


“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Juan 3:4

“Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.” Hechos 9:5

“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.” Juan 4:25-26

Cuando tenemos un encuentro personal con Jesús no volvemos a ser los mismos que éramos antes. Si tenemos un encuentro personal con Jesús ¡ya no volveremos a practicar el pecado!

Le sucedió a Nicodemo, cuando en secreto fue a visitar al Señor y le fue revelado que tenía que nacer de nuevo por medio de la fe en Cristo, quien iba a entregar su vida por amor al mundo perdido (Juan 3:15-18). Luego, vemos a Nicodemo sirviendo a los propósitos de Dios, cuidando el cuerpo de Jesús después de su muerte (Juan 19:39-40).

Lo mismo sucedió con Saulo, camino a Damasco, persiguiendo a los seguidores del Cristo vivo, tuvo un encuentro personal y único con el Cristo resucitado y su vida cambió para siempre. Teniendo un intelecto al servicio de sí mismo y de su convicción religiosa inquebrantable, fue transformado por Jesús en un siervo fiel y lleno del Espíritu de Cristo, que llevó el mensaje de gracia y verdad por todo el mundo. Lo perdió todo, pero ganó a Cristo. (Filipenses 3:5-7)

La mujer Samaritana, tuvo también un encuentro personal con Cristo, se le reveló como aquel que le quitaría la sed para siempre, esa sed que llevó a la mujer a vivir esclava del pecado (Juan 4:10, 16-19), y terminó siendo transformada y liberada, dando testimonio del Salvador; a través de ella otros vinieron a Jesús y creyeron (Juan 4:39-42).

Y ahora, en este presente siglo, ¿has tenido un encuentro personal con Cristo? Si lo has tenido, tu vida no puede seguir esclava del pecado, sirviendo a las cosas del mundo; si tu vida está llena de dolor, resentimiento, pecado, vicios y derrota, es momento de tener un encuentro personal con Cristo y tu vida será transformada, pues el Padre en su gran amor nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado (Colosenses 1:13).   Oración.

«Señor Jesús, quiero hoy conocerte, hablar y tener un encuentro personal contigo, porque sé que no desechas a quien va a ti, y hoy te necesito; además, no volveré a ser el mismo si tu vienes a mi corazón. Háblame por medio de tu Palabra, y transforma mi vida. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 18 de febrero de 2021

La gracia genuina de Cristo

 

La gracia genuina de Cristo


“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,” Tito 2:11-12

La gracia de Dios verdadera, no es un permiso para pecar, todo lo contrario, nos llama a vivir en santidad, lejos de los deseos del mundo, de los deseos de la carne, de la vanagloria de la vida. La gracia de Dios, ese regalo que se ha manifestado para salvación a todos los hombres, nos enseña que todo el que ha sido nacido de nuevo por la fe en Cristo, está llamado a negarse a sí mismo, a sus propios deseos, porque Dios le ha concedido su Santo Espíritu que le da poder, amor y dominio propio. (2 Timoteo 1:7).

Poder, para dar testimonio público de la gracia inmerecida de Cristo; amor, para cumplir la ley porque el que ama no hace daño a su prójimo; y dominio propio, para tener autocontrol de su vida y su cuerpo.

La gracia verdadera, nos da el poder para vivir sobre el dominio del pecado, que antes nos tenía esclavos y nos condenaba llevándonos a la muerte (Romanos 7:11). La genuina gracia no compromete los estándares santos de Dios ni justifica el pecado; en contraste, la respuesta definitiva, es que nos da el poder para vivir vidas gloriosas en búsqueda de buenas obras que Dios preparó de antemano en Cristo (Efesios 2:10).

Así que, al recibir esa abundancia de gracia en nosotros, podemos confiar plenamente en que el pecado no tendrá dominio sobre nosotros, porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. (Romanos 6:14)

Por lo tanto, el problema nunca ha sido los gloriosos Diez Mandamientos o la perfecta ley de Dios, sino que el problema siempre ha sido nuestra capacidad imperfecta de guardar la ley perfecta de Dios y obedecerla, pero venida la gracia, nuestro corazón es cambiado por uno nuevo que puede, debe y es lleno de deseo por glorificar a Dios y cumplir su ley (Romanos 5:5).

Podemos afirmar entonces que: “El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.” (Romanos 13:10), entonces, debemos reflexionar y hacernos la pregunta ¿hemos recibido la genuina gracia de Dios?   Oración.

«Tu gracia que he recibido por medio de la fe en Cristo, oh Padre, ha transformado mi corazón, que no tenía paz sin ti, ahora quiero vivir para agradarte siendo guiado por el amor que has colocado en mí por medio de tu Espíritu Santo. Tú Señor Jesucristo, viviendo en mi es una hermosa esperanza de gloria. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 17 de febrero de 2021

Jesucristo

 

Jesucristo


“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.” 1 Timoteo 1:15

Todo se trata de Él, todo es por Él y para Él (Juan 1:3). Nuestra vida y nuestro propósito encuentran sentido cuando tenemos un encuentro personal con Jesús.

Si trabajamos, trabajemos para Él, si cantamos que sea para Él, si vivimos o morimos, que sea para Él, como dice la escritura: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:8). Por esto, que todo lo que hagamos hoy, sea para Él, pues ya no vivimos para nosotros mismos, sino para aquel que murió y resucitó por nosotros (2 Corintios 5:15). Esto cambia radicalmente nuestro enfoque y coloca nuestra mirada en las cosas de arriba, en las cosas eternas y no en las de la tierra.

Cuando aceptamos a Cristo, entonces nos rendimos ante Él y realmente morimos a esta vida, y entendemos que nuestra verdadera vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3) y lo que ahora vivimos en nuestro cuerpo terrenal, lo hacemos por la fe en el hijo de Dios, el cual nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros (Gálatas 2:20).

¿Y tú para quién vives o para quién haces lo que haces? Tu respuesta determinará tu estado actual y tu futuro, pero lo más seguro, es tomar el único camino cierto, Jesucristo mismo.  Oración.

«Señor Jesucristo, mi vida está en ti, quiero vivir para ti, para ser reflejo de tu gracia y del amor del Padre, gracias por tu Palabra que me guía a seguir tus pasos y tener un propósito eterno para gloria y honra de tu nombre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 16 de febrero de 2021

Reinamos en vida

 

Reinamos en vida


“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.” Romanos 5:17

Cuando reinamos en vida, no se trata de un reinado como el de los reyes de la tierra, donde unos toman autoridad sobre otros, (Lucas 22:25) sino que se trata de un reino donde somos servidores de Cristo y donde reinamos sobre el pecado.

Reinar en vida en servicio a Cristo, en contraste de los reinos humanos, se trata de que el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve (Lucas 22:26-27), porque si Cristo siendo el más grande, el Rey de Reyes, se rebajó a lo sumo, tomando forma de siervo, siendo semejantes a los hombres (Filipenses 2:7), vino a servir y no a ser servido, como lo confirma su Palabra: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28).

Y debido a que recibimos por medio de la fe en Él, abundancia de la gracia y del don de la justicia, se trata de que reinamos ahora sobre el pecado, adicciones y todas las formas de mal.

Qué precioso don y qué regalo tan maravilloso podemos disfrutar ahora, para no ser esclavos del pecado, de adicciones, de cualquier mal; esta es la vida abundante que Cristo nos prometió para que el ladrón no nos robe, mate o destruya con sus mentiras (Juan 10:10).

Teniendo esta abundancia de gracia y este don de justicia, podemos disfrutar de este regalo, sirviendo a los demás y viviendo libres del pecado.  Oración.

«Señor, por tu don maravilloso de justicia y gracia en Cristo Jesús, quiero vivir ahora en la victoria y libertad que Cristo me dio, libre de pecados y vicios, solo dependiendo de tu amor y de la llenura de tu Espíritu. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 15 de febrero de 2021

Conforme a tu fe y a su voluntad

 

Conforme a tu fe y a su voluntad


“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.” Lucas 1:38

“Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.” Mateo 9:29

El ejemplo de María es digno de imitar, ante el anuncio de que en su vientre recibiría por gracia, al Salvador del mundo, su respuesta denota una total disposición a hacer las cosas conforme a la Palabra de Dios, y como consecuencia directa, conforme a su voluntad. Por esto, lo que debemos imitar de María es: confianza total en la Palabra de Dios para hacer su voluntad.

La fe bíblica que nos muestra María, es la fe en lo que Dios dice en su Palabra (Romanos 10:17) y el rendirse totalmente a hacer tal como nos anuncia el Señor en la Escritura.

Así que, la fe verdadera, no viene de una autoconvicción, tampoco de tener confianza en sí mismo, menos de autosugestionarse, sino de la confianza total en Jesús y en la Palabra Escrita, en el mensaje que nos llega por medio del evangelio para que experimentemos la voluntad buena, agradable y perfecta de Dios, mediante la renovación de nuestro entendimiento. (Romanos 12:2).

Cuando el Señor nos dice “conforme a tu fe sea hecho”, nos está llamando a confiar, a descansar en Él, en su voluntad. Cuando pedimos, por ejemplo, por sanidad frente a una enfermedad, debemos pedir conforme a su Palabra que dice: “El que sana todas tus dolencias;” (Salmos 103:3b). Pero descansar en Dios, confiando en que se haga o no la sanidad física en nuestra vida, es entender que Dios tiene el control y por eso descansamos en su soberanía y en su voluntad.

Cuando decimos luego de una oración, “hágase conforme a tu voluntad” no lo debemos hacer como si Dios no fuera capaz o no lo quisiera hacer, tampoco como una expresión de desconfianza, todo lo contrario, lo decimos porque descansamos en Dios. Por esto la escritura nos enseña: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14-15).

Por lo tanto, hoy, en oración, deléitate en el Señor, confía en Él y Él actuará, lo hará conforme a tu fe y conforme a su voluntad.  Oración.

«Padre nuestro, que reinas sobre todo y ahora vives en mí, por tu Santo Espíritu, hágase en mí como tú quieras, porque puedo confiar y estar seguro, de que lo que hagas en mi vida será bueno, agradable y perfecto. Solo tú sabes Señor lo que conviene a mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 14 de febrero de 2021

Sufrir por ser verdaderos cristianos

 

Sufrir por ser verdaderos cristianos


“pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.” 1 Pedro 4:16

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18

La primera vez que llamaron cristianos a los discípulos de Cristo fue en Antioquía (Hechos 11:26); y según la Palabra de Dios, en estos primeros años, después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, la iglesia fue perseguida, era considerada una secta y se hablaba en contra de ella en todas partes (Hechos 28:22).

El Señor Jesús había anticipado, que, así como Él fue perseguido, los creyentes también lo serían, (Juan 15: 20a), pero en contraste, también, así como lo escucharon a Él, también a nosotros nos escucharán (Juan 5:20b).

En muchas ocasiones, nuestras aflicciones son la forma de manifestación divina, que deriva en un testimonio de cuánto nos ama el Señor y de cómo se manifiesta incluso en las debilidades de sus hijos, para que toda la gloria se quede para Él, no para nosotros, así que no tenemos motivo para sentir vergüenza, si padecemos por causa de Cristo, sino que glorifiquemos a Dios, por ser tenidos como dignos de sufrir afrenta por su Nombre (Hechos 5:41).

Porque vemos cómo el mundo y las redes sociales están inundadas de ideas y pensamientos en contra del conocimiento y verdad que profesamos, somos atacados a diario por nuestra fe y llamados intolerantes por prevenir acerca de las consecuencias del pecado, y por hablar acerca de que recibir el amor de Dios, es lo único que puede liberar al hombre de la esclavitud del pecado.

Pero nosotros debemos predicar a Cristo con una conducta tan ejemplar que, aunque nos acusen de hacer el mal, los que no creen observen las buenas obras de nosotros y mediante el cambio de vida que mostramos, puedan tomar ejemplo y llegar también a la salvación por la fe en Jesús. (1 Pedro 2:12). Así que hermanos, sigamos adelante, perseverando en nuestra fe y con gozo aceptemos que, si hemos de sufrir, que sea por ser verdaderos cristianos.   Oración.

«Señor, nada se compara con el gran amor que nos diste en Cristo, por eso, aunque en este mundo caído pueda haber aflicción, mi esperanza está puesta en tus promesas verdaderas y preciosas. Mientras llega el cumplimiento de tu venida, quiero mantenerme fiel, incluso si me rechazan por causa de tu nombre. Te alabo Señor y te pido me sostengas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 13 de febrero de 2021

Creados para publicar alabanzas a Dios

 

Creados para publicar alabanzas a Dios


“Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarán.” Isaías 43:21

“y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;” Apocalipsis 5:9

En los salmos, la alabanza al Dios todopoderoso, era una forma de mostrar su grandeza, soberanía y alabarle por la obra de sus manos. Se invitaba a toda la creación a alabar su majestad (Salmos 148-150), por su gran misericordia (Salmos 136-138), por su gran poder (Salmo 145, 150). También se muestra cómo luego de ser perdonado y limpiado de maldad, el salmista le dice: “Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.” (Salmo 51:15), en agradecimiento, por el perdón de Dios. La alabanza es la respuesta de un corazón agradecido.

Todos nosotros, los creyentes, que por la fe en Cristo hemos sido redimidos del poder del mal, estamos en especial, invitados a alabarlo (Salmo 107:1-2), como dice el Apóstol Pedro por el Espíritu Santo “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9). Cuando alabamos, anunciamos el amor, el poder, exaltamos el nombre que es sobre todo nombre, recordamos y enseñamos a otros lo que Dios hace, lo que Dios es y lo que hará en la vida de todo el que lo reciba.

Por esto, Dios, nos ha dejado una misión especial: publicar sus alabanzas, sólo Él es digno de alabanza y quiere que sus hijos lo alaben en todo tiempo (Salmo 34), es una forma de buscarlo (Salmo 34:1), de dirigir mi atención y mi confianza en la dirección correcta (Salmo 34:5), de recibir su ayuda y protección (Salmo 34:6-7) y de renovar diariamente mi confianza en Dios, dejando todo temor (Salmo 34:8-10). Recibimos mucho más de lo que esperamos, cuando le alabamos, pues esa es nuestra misión en esta tierra y nuestro oficio en el cielo, (Apocalipsis 7:9-17). Y tú, ¿Alabas al Señor en todo tiempo?   Oración.

«Grandes y poderosas son tus obras oh, mi Dios, exaltamos tu Santo nombre y nos deleitamos en tu presencia, en la magnitud de tu poder, te agradecemos por tu gran amor y misericordia con la que nos redimiste en la cruz por medio de la muerte de Jesús; nos alegramos por su resurrección que nos demuestra que venciste la muerte y nos diste vida eterna por medio de la fe en tu Hijo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 12 de febrero de 2021

Me niego a mí mismo

 

Me niego a mí mismo


“Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven. Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” Job 42:4-6

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24

Sin Cristo en nuestro corazón, todos estábamos infectados por el pecado y éramos impuros, aún cuando mostrábamos nuestros actos de justicia y bondad, estos no eran más que trapos sucios (Isaías 64:6), pero llegando la justicia de Dios en Cristo, fuimos revestidos de ella y limpiados; por lo tanto, se nos llama a colocarnos el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. (Efesios 4:24).

Como resultado de esta transformación interna, estamos llamados a mostrar las obras buenas que Dios preparó de antemano para nosotros (Efesios 2:10), las acciones justas de los santos (Apocalipsis 19:8).

Por esto, Job reconoce, que delante de Dios, de su majestad, santidad y grandeza, el hombre no tiene nada que hacer, ni hay ninguna bondad que lo salve o lo justifique ante el Altísimo, sino que Dios en su gracia nos salva, no es nuestro mérito, sino como regalo de su gran amor (Efesios 2:8).

Por eso se niega a sí mismo cuando dice “me aborrezco y me arrepiento”, lo cual no se trata de un problema de autoestima, ni de amor propio, sino de un reconocimiento de la grandeza y soberanía de Dios y por lo tanto, de su total dependencia a lo que Dios dice y a lo que en su amor es capaz de hacer, entonces se trata de darle a Él toda la gloria (Romanos 1:18-25).

Pero, ¿cómo podemos darle a Dios algo que desde el principio ya es de Él? Pues, se trata de que en mi quehacer diario, aplique lo que Jesús nos pide acerca de negarnos a nosotros mismos, de abandonar toda esperanza en mí, para arrojarme completamente en los brazos de un Dios soberano y amoroso a la vez, que sabe todo y conoce lo que es mejor para mí, y ha establecido por su gran amor, un propósito para mi vida: glorificar a Dios, por medio de mi obediencia a Cristo y a su Palabra (1 Samuel 15:22).

Cuando dejamos de vernos a nosotros mismos y ponemos nuestra mirada en Cristo, nuestra confianza en el iniciador y consumador de la fe, entonces somos capaces de verlo claramente, como le pasó a Job, “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. “(Mateo 23:12) y, Dios resiste a los orgullosos y da gracia a los humildes (Santiago 4:6b) Oración.

«Señor, que yo merme para que tu crezcas en mí, quiero depender absolutamente en todo de ti, por esta razón, te entrego el control de mi vida y mi corazón, para que guíes mis pasos, e ilumines mis decisiones. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 11 de febrero de 2021

Honra a tu padre y a tu madre

 


Honra a tu padre y a tu madre

«Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.» Efesios 6:2-4 .

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”

Gálatas 6:7

Honrar tanto a tu papá como a tu mamá, es dedicarles tiempo, escuchándolos atentamente, es respetarlos no ocultándoles nada, pues confiar en ellos es el grado más elevado de honra y respeto.

Honrarlos es orar con ellos, orar por ellos, pedirles perdón si ha habido rebeldía en nosotros y perdonarlos si nos hemos sentido ofendidos por ellos. (Colosenses 3:13)

Honrarlos, es no juzgarlos ni exigirles cosas, sino comprenderlos, siendo agradecidos por lo que nos han dado, pero ayudarles si ellos lo requieren, devolviendo al menos con un sustento, todo lo que han hecho por nosotros (1 Timoteo 5:3-4, 8). Sabemos que como jóvenes e hijos, buscamos que nos entiendan y nos amen, pero cuando entendemos y amamos a nuestros padres, encontramos aún más amor por parte de ellos, porque todo lo que sembramos eso recogeremos. Si sembramos honra a nuestros padres, recogeremos como dice esta maravillosa promesa de Dios, ‘larga vida y éxito en lo que emprendamos’.

Hijo, coloca hoy tu amor en acción, honrando a tu papá y a tu mamá, velando por su cuidado, y por su salud espiritual y física, esto traerá bendición sobreabundante a tu vida.  Oración.

«Gracias Señor, por mis padres, que tú dispusiste para mi aprendizaje, para cuidarme por medio de ellos, se que no son perfectos, pero es mi tarea amarlos y honrarlos, porque tú me amaste primero y ofreciste la vida de tu hijo Jesucristo, aun cuando yo estaba alejado de ti y vivía en pecado, me liberaste y me hiciste hijo tuyo, para ahora, colocar tu amor en acción a través de mi vida. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 10 de febrero de 2021

Pongámonos de acuerdo. Parte 2

 

Pongámonos de acuerdo. Parte 2


“para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:21

En un mundo dividido, ponernos de acuerdo es todo un reto, pero la Biblia nos habla que podemos ser uno a pesar de la diversidad, es decir, siendo todos diferentes, en la fe de Cristo, somos uno. Porque tenemos al Espíritu de Dios morando en nuestro corazón y Él nos une, nos hace un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-27).

Claro, Cristo nos aparta del mundo y sus enfoques de mentira, pero nos une en un solo cuerpo, la iglesia, conformada por todos los que creen en su nombre.

Somos uno, en la práctica, porque compartimos y estamos llamados a tener el mismo pensamiento, voluntad y sentir que hay en Cristo (Filipenses 2:5-8).

Pensamiento, porque tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), así que estamos llamados a un mismo entendimiento por el conocimiento de Cristo y a cambiar nuestra forma de pensar para conocer su voluntad (Romanos 12:2).

Voluntad, porque es el llamado que todos tenemos para colocar en acción su Palabra y hacer la obra que nos ha mandado a hacer, la obra del amor, la de amarnos unos a otros (Juan 15:12), y así decir y hacer como Cristo nos enseñó: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34b).

El sentir, como dice la escritura “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.”, (Filipenses 2:13), y es un sentir que nos lleva a la acción, pues es dirigido por la voluntad de Dios.

Esto nos llevará, sobre todo, a que no haya divisiones entre nosotros, porque como nos reafirma la escritura: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis toda una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1 Corintios 1:10)

Así que hermanos, somos uno en Cristo, y tenemos un llamado que hace que esta unión tenga un propósito eterno, que comienza desde el momento que recibimos a Cristo como Señor y Salvador, por esto ¿ya nos pusimos de acuerdo con nuestros hermanos? Vamos, entonces, a vivir en comunión unos con otros, por amor de aquel que nos hizo uno con el Padre, por medio de su Espíritu, y unir con su Palabra y amor, a un mundo dividido por la mentira y el pecado.   Oración.

«Padre, te pido, por amor a Cristo quien nos unió con sus brazos extendidos en la cruz, que con mis hermanos en la fe tengamos un mismo pensar y sentir, y que, por el puro afecto de tu voluntad, tengamos esa comunión llevándonos a que el mundo mire la grandeza de tu amor derramado en nuestro corazón. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 9 de febrero de 2021

Pongámonos de acuerdo. Parte 1

 

Pongámonos de acuerdo. Parte 1


“Otra vez os digo, que, si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.” Mateo 18:19

Nada ocurre sin oración, y la Palabra nos enseña que, si nos ponemos de acuerdo y oramos juntos, lo que pidamos nos será hecho por el Padre, pues el Espíritu nos guía a pedir conforme a su voluntad. (1 Juan 5:14-15).

Porque cuando oramos juntos y nos ponemos de acuerdo en algún asunto, no se trata solo de mí, de mis deseos egoístas, sino de pedir algo para nuestro bien común.

Pero para que esta oración tenga el contexto correcto, debemos tener en cuenta lo siguiente: cada uno de nosotros, debe estar en comunión con el Espíritu de Cristo; es decir, siendo guiados por el Espíritu y no por la carne (Romanos 8:9), si estamos en comunión con el Espíritu, estamos en comunión con el Hijo y con el Padre. El Señor Jesús pidió al Padre por este asunto diciendo “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Juan 17:21)

Así que, ponernos de acuerdo, se trata de entrar en comunión primero con su Espíritu y con nuestros hermanos, de una participación real en la fe en Cristo, lo que provocará que al difundir las buenas nuevas, apoyándonos los unos en los otros con amor, fraternidad y esperanza, el mundo sea impactado al ver el amor que desborda en nosotros, sus hijos amados.

La comunión unos con otros, produce que Dios nos use poderosamente, y que nuestro gozo sea completo (1 Juan 1:3-4, 7), por esto, ¿qué estás esperando para ir a orar en comunión con tus hermanos en la fe?    Oración.

«Padre, oro por mis hermanos para que en comunión anunciemos las buenas nuevas de salvación por medio de Cristo, para que tu amor nos una como un solo corazón y una sola voz que pida al mundo ¡por favor reconcíliense con Dios, por medio de Cristo! Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 8 de febrero de 2021

La gran bendición de congregarnos

 

La gran bendición de congregarnos


“Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros.

Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí.” Romanos 1:9-12

Pablo anhelaba ir a visitar a los hermanos que estaban en Roma, para comunicarles algún don espiritual, darles una palabra de ánimo, pero también a pesar de ser un apóstol, designado por el mismo Señor Jesucristo, sabía que iba a ser también él mismo edificado por sus hermanos en la fe, por eso escribió por revelación del Espíritu de Dios: “mutuamente confortados por la fe”.

La iglesia es un organismo vivo, el cuerpo de Cristo, animado por el Espíritu Santo y alimentado por la Palabra de su gracia, y cada uno de nosotros, somos miembros del cuerpo de Cristo, que al cumplir con nuestra función específica, ayudamos a que los demás crezcan y se desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y lleno de amor. (Efesios 4:15-16).

Para poder crecer en amor, en conocimiento, en comunión, afianzar los dones espirituales (1 Corintios 12:7-11), cumpliendo el propósito de llevar las buenas noticias del evangelio, nos necesitamos unos a otros para cumplir nuestra tarea (1 Corintios 12:12-20) y también para estimularnos al amor y a las buenas obras. Por esto no debemos dejar de congregarnos (hebreos 10:24-25), y clamar a Dios que, dadas las circunstancias actuales, podamos nuevamente reunirnos en su nombre, porque la virtualidad no reemplaza la congregación, es solo un complemento.

Hoy más que nunca, debemos clamar a Dios y pedirle que podamos congregarnos nuevamente, pedirle perdón por las veces que no valoramos la congregación y cambiábamos el asistir a la iglesia, por cualquier asunto menos prioritario. Hermanos, ¿valoramos ahora más que nunca el poder reunirnos para ser edificados mutuamente y confortados por la fe?   Oración.

«Oh Padre, cuan hermoso es que los hermanos estemos en armonía alabándote y exaltando juntos tu nombre. Que sea conocido y glorificado tu nombre por el amor que tenemos unos por otros. Llénanos de tu Espíritu y permite Señor que podamos congregarnos para seguir edificándonos, creciendo en el amor y el conocimiento de Cristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 7 de febrero de 2021

Espirituales. Parte 2

 

Espirituales. Parte 2


“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; ¡que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! Isaías 5:20-21

Las falsas noticias espirituales son la forma como el enemigo, usando el corazón de los que no creen (Efesios 5:6), infunde temor y confusión para llevarnos a tomar decisiones basadas en nuestras emociones, y no en la Palabra de Dios.

Todos los días enfrentamos estas noticias falsas espirituales, pero debemos llevar toda idea, a ser contrastada y verificada por la Palabra de Dios, como dice la escritura: “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” (2 Corintios 10:5).

Así como Satanás llevó a Adán y Eva a que dudaran de la Palabra de Dios (Genesis 3:1-6), así también las noticias falsas espirituales, nos llevan a que dudemos de su Palabra, y que el miedo se convierta en un lazo de esclavitud, como dice el proverbio “El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado.” (Proverbios 29:25).

Entonces, la clave ante las noticias espirituales falsas, está en mantener la confianza en lo que Dios dice y no en lo que nuestros sentidos perciben, pues pueden ser fácilmente engañados.

Amados, estamos llamados a cuidarnos de que nadie nos cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que está de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo (Colosenses 2:8) Permanezcamos vigilantes, meditando diariamente en la Palabra de Dios, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Corintios 2:11).   Oración.

«Padre, en tu Palabra encuentro la verdad y esta verdad me hace libre y guarda mi corazón; por esto, quiero meditar a diario en ella y permanecer en tu luz; quita de mi toda pereza espiritual que no permita que disfrute de tus principios y promesas que sostienen mi vida y me muestren el camino verdadero de tu amor en Cristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 6 de febrero de 2021

¿Cómo puedo ser justificado ante Dios?

 

¿Cómo puedo ser justificado ante Dios?


¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? Job 25:4

No hay manera en que un hombre alcance la justicia en sí mismo, no importa qué tanto intente cumplir la ley, el propósito de la ley no es salvar a quien la cumple sino mostrar el pecado y cuán lejos de Dios estamos (Gálatas 2:16). La ley es perfecta y demanda perfección, es pura, limpia y santa pero los hombres somos carnales con tendencia al pecado. (Romanos 7:12).

¿Entonces cuál es nuestra esperanza? Pues es, que en este tiempo, ahora, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. (Romanos 3:21-22a)

La respuesta a la pregunta, ¿cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? Es que el hombre es justificado, hecho inocente a los ojos de Dios, por medio de la fe en Cristo, por la fe en el justo que murió por los injustos (Romanos 1:17). Cristo cumplió el castigo que era para nosotros, porque no podíamos alcanzar la justicia por nosotros mismos, es dada por Dios, es un don divino y esta es la revelación del evangelio que anuncia este regalo de justicia para nosotros por medio de la fe en Cristo.

Hermanos, somos hallados en Él, en Cristo, no teniendo nuestra propia justicia por medio de obedecer la ley; más bien, llegamos a ser justos por medio de la fe en Cristo (Filipenses 3:9). Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de Él procede o se basa en la fe. Y Dios coloca como garantía de esta justicia dada, su Santo Espíritu en el creyente, para derramar de su amor y al tener el amor de Dios en nuestro corazón (Romanos 5:5), podemos cumplir la ley de amor, pues el amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley. (Romanos 13:10).  Oración.

«Padre, gracias a Cristo me has limpiado, me has justificado, me has colocado en tu presencia, ya no estoy lejos de ti, tengo un futuro y una esperanza, tengo seguridad no en mí mismo, sino en ti. Dios incomparable lleno de justicia y bondad, te alabo porque tú mismo nos viniste a buscar por medio de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 5 de febrero de 2021

 


El ciego. Parte 2

“Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.” Hechos 9:18

Pablo andaba enceguecido por sus prejuicios religiosos, que no le permitían ver la verdad de la luz de Cristo, pero tuvo un encuentro personal con el Señor Jesús ya resucitado cuando camino a Damasco una luz le quitó la vista física, pero en contraste, esa misma luz resplandeciente de Cristo le dio la verdadera vista, por esto, luego Pablo, lleno del Espíritu de Dios, predicaba las palabras que Cristo le enseñó de manera personal: “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.” (Hechos 26:18).

Por lo tanto, es la fe en Cristo la que nos lleva de las tinieblas a la luz verdadera y nos quita la ceguera espiritual, pero muchos han sido cegados por el enemigo, por el maligno, porque siguiendo la corriente del mundo, no resplandece sobre ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios (2 Corintios 4:4) y solo en Cristo es quitado el velo (2 Corintios 3:14), es recuperada nuestra vista esencial, que es la espiritual, porque el mismo Dios, quien dijo: “Sea la luz; y fue la luz.” (Génesis 1:3), hace que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos tener el conocimiento de la gloria de Dios que se ve en la persona de Jesucristo (2 Corintios 4:6) y también, de la misma manera, sigue iluminando cualquier circunstancia de nuestra vida en la cual necesitemos tener una visión clara.

Por lo tanto, pidamos a Dios con toda confianza, que la luz de Cristo ilumine nuestra vida para ver claramente lo que debemos hacer y el camino que debemos seguir. Cuando la oscuridad del mundo actual quiera prevalecer, más resplandeciente debe ser la luz que brilla en nuestro corazón.  Oración.

«Señor, que la luz de Cristo, que me sacó de la oscuridad, quite de mí la ceguera espiritual y me permita ver con claridad el camino que debo seguir, que en mi corazón resplandezca la luz de tu Palabra y que tu Espíritu me guíe en medio de la oscuridad del mundo, para no ser ciego espiritual. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 4 de febrero de 2021

El ciego. Parte 1

 


El ciego. Parte 1

“Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.” Juan 9:25

Este hombre fue sanado de la ceguera física, pero muchos en el mundo, sin Cristo, tienen una ceguera espiritual, que al final de cuentas, les impide ver la vida con una visión verdadera, la visión de la eternidad y del reino de Dios que es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

Si Cristo no está en nuestra vida, si no habita en nuestro corazón, estamos ciegos, y para que recobremos la vista, la verdadera vista, debemos mirar con los ojos de la fe en el hijo de Dios. Ella, nos permite ver y tener una perspectiva correcta y real de la vida, esto es, el reino de Dios, y para ver este reino debemos nacer de nuevo, como dice el Señor Jesús “…De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3b).

Así que, como el hombre que fue ciego, podemos afirmar, con toda certeza, los que hemos puesto nuestra mirada en Cristo, que antes éramos ciegos pero ahora podemos ver (Hebreos 12:2), pero ¿tú que lees este devocional, has aceptado a Cristo como Señor de tu vida, para que ahora puedas ver claramente el reino de Dios?  Oración.

«Señor, quita mi ceguera espiritual, permíteme ver y disfrutar de tu reino y justicia, sáname de mi ceguera espiritual y llévame ahora a ver todo tu amor, tu gloria y tu paz. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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