martes, 21 de febrero de 2012

Los seis ayes del hombre


Los seis ayes del hombre
En el tercer capítulo de Génesis nos es dado profundamente los efectos del pecado. Después de la caída por su desobediencia a Dios somos introducidos
a los tristes efectos de esa desobediencia. Aunque el vivido como un agente libre en comunión con Dios y se le había dado la autoridad para regir
sobre en la tierra, ahora estaba en esclavitud. Satanás tenía dominio sobre él y desde aquel momento en a humana ha sido sometida a todo mal y
aflicción como resultado del pecado. Aquí el hombre vino a seis terribles ayes que desde aquel momento en adelante han sido la fuente de todo
dolor y aflicción alma y espíritu que la raza humana jamás haya experimentado.
(1) Culpabilidad y condenación
Tanto el hombre como la mujer, cuando fueron desafiados por Dios, intentaron evitar esta cu pasaron del uno al otro. Al final, ¡sólo la vieja serpiente
tenía la voluntad de aceptar la culpa! el fracaso de la humanidad desde entonces. Ha sido el factor que ha dividido al hombre del hombre de
Dios. Hasta que no aceptemos nuestra culpabilidad, no puede haber reconciliación. culpabilidad ante Dios es de tal naturaleza que nunca la podríamos
expiar nosotros mismos. ser nuestro portador de culpabilidad. Llevó nuestros pecados en su cuerpo en el árbol (la cruz).
(II) Opresión del diablo
Antes que el hombre cayera no estaba sometido al dominio de Satanás. Ahora que el hombre de Dios, está a la merced de Satanás. Sin embargo, la
cruz ha acabado con el poder indiscutido (Colosenses 2:13-15).
(III) Dolor y sufrimiento
En ningún sitio de la Biblia leemos que la enfermedad y el sufrimiento sean la voluntad de humanidad. Son la consecuencia del pecado y encuentran
su fuente en la obra de Satanás como resultado de la desobediencia del hombre. Esto no quiere decir que Dios no pueda usar el dolor y sufrí su
propio propósito de gracia en nuestra vida: claro que puede. Pero sabemos que esto no es Dios para sus hijos, y en el perfecto Reino de Dios,
todos estos elementos ajenos serán descartados "por cuya herida fuisteis sanados" (1 Pedro 2:24). III Dolor y sufrimiento
En ningún sitio de la Biblia leemos que la enfermedad y el sufrimiento sean la voluntad de humanidad. Son la consecuencia del pecado y encuentran
su fuente en la obra de Satanás como resultado de la desobediencia del hombre. Esto no quiere decir que Dios no pueda usar el dolor y sufrimiento
para su propio propósito de gracia en nuestra vida: claro que puede. Pero sabemos que esto no es Dios para sus hijos, y en el perfecto
Reino de Dios, todos estos elementos ajenos serán descartados “por cuya herida fuisteis sanados" (1 Pedro 2:24).
(IV) Ansiedad y preocupación
El hombre fue sentenciado a una vida de trabajo duro (Génesis 3: 17-19). Aunque había vivido en un jardín de la munificencia de Dios, rodeado
por todo lo que necesitaba para la vida y salud, ahora estaba condenado a dificultad y esfuerzo. Fueron espinas lo que usaron para hacer una
corona para Jesús, y la llevó por nosotros. Llevó en sí mismo toda la agonía de espíritu y ansiedad de corazón que pertenece al hombre,
mientras intenta encontrar su propio camino en el mundo sin Dios. ¡Qué contraste: el camino de Jesús y la maldición de espinas! Como la llevó
por nosotros, somos libres en el poder de la fe, para caminar el camino del Reino (Mateo 6: 33-34).
(V) Muerte
El hombre fue aislado de la fuente de su vida por el pecado. La muerte es el resultado de nuestro pecado y es la suerte común de todo hombre
(Romanos 5:12). Sin embargo, la Biblia nos dice-que la muerte física no es el fin, porque el hombre está destinado a morir una vez y después de
esto enfrentarse con el juicio de Dios (Hebreos 9:27-28). Pero por medio de la muerte de Jesús el juicio de muerte ha sido quitado. El ha llevado
el juicio por nosotros (Hebreos 2:14-15).
(VI) Rechazo y separación de Dios
El hombre fue echado del jardín y ha sido un náufrago espiritual desde entonces. El hombre en el fondo es un ser rechazado: su pecado ha
causado una separación entre él y Dios. El grito más profundo de la cruz fue un grito de abandono: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?" ¡Jesús vino a ser un abandonado por ti y por mí! No había nada más que pudiera suceder, porque al llevar nuestro pecado en
sí mismo, se puso fuera de los límites de la presencia del Padre.