jueves, 13 de junio de 2013

El justo enojo

El justo enojo     Airaos, pero no pequéis. (Efesios 4:26)


Pudiera sorprenderse de que hay tal cosa como el justo enojo, es decir, enojarse por lo que aflige a Dios y estorba sus principios. Pero no debemos enojarnos tanto que cometamos pecado.

No se enoje por sus propios principios. No se enoje cuando alguien lo ofenda. Y no permita que su enojo degenere en resentimiento, amargura o malhumor. Eso está prohibido. El único enojo justificable defiende el grande, glorioso y santo carácter de nuestro Dios.

El enojo egoísta, apasionado, indisciplinado y sin dominio es pecaminoso, inútil y dañino. Debe desterrarse de la vida cristiana. Pero el enojo disciplinado que busca la justicia de Dios es puro, desinteresado y dinámico. Debemos enojarnos por el pecado en el mundo y en la iglesia. Pero no podemos dejar que el enojo se convierta en pecado.