miércoles, 3 de agosto de 2022

El amor de Dios Hijo

 

El amor de Dios Hijo


“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Efesios 2:4-5

El amor de Dios Hijo se ve en su máxima expresión en la cruz, pues ahí, Él mismo estaba tomando el lugar que nos merecíamos por nuestros pecados y moría en lugar de nosotros. Una definición de misericordia dice que, misericordia, es no recibir lo que merecemos; y precisamente al ser Dios rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, no nos estaba dando nuestro merecido, al contrario, por su gracia Dios nos estaba salvando al entregar su vida por amor a nosotros.

Una definición de gracia dice que, la gracia, es recibir lo que no se merece; y precisamente la gracia de Dios es un regalo que no merecíamos y nos permite ver el carácter y el amor de Dios. El acto más sublime de amor se ve en la cruz, donde el Hijo de Dios, Jesucristo, entregó por amor su vida, para pagar el precio que demandaba la justicia de Dios por los pecados de la humanidad.

Ese acto de amor nos permite a nosotros, que estábamos muertos en pecados, ser salvados al arrepentirnos y recibir al Señor Jesús en nuestros corazones por fe, no lo merecíamos, no podíamos hacer nada para obtener esa salvación, pero aun así, Dios, cuando éramos pecadores, decidió morir por nosotros, dejándonos ver su esencia, su amor.

La cruz nos habla del amor más grande, de ese amor redentor, ese amor que tomó a un pecador que estaba sucio y muerto y lo limpió y le dio vida. Ahora que en Cristo tenemos vida, pidamos al Espíritu Santo que podamos comprender, con todos los santos, cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:18-19).   Oración.

«Gracias Señor por tu amor, ese amor que fue capaz de entregar su propia vida hasta derramar la última gota de sangre en la cruz, para pagar el precio que yo tenía que pagar por mis pecados; siempre estaré agradecido por ese amor inmerecido que me salvó. Te adoro mi Señor y Salvador Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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