domingo, 18 de julio de 2021

Jesús, nuestro buen pastor

 

Jesús, nuestro buen pastor


“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” Juan 10:10-11

No estamos solos, no dependemos de nosotros mismos, no caminamos sin rumbo fijo. Somos ovejas y Jesús es nuestro pastor; así como toda oveja necesita y depende de su pastor, nosotros también. Pero resulta que muchas veces queremos ser como decimos comúnmente, la oveja negra, aquella diferente y rebelde que no obedece, nos creemos capaces de sostenernos, dirigirnos y hasta defendernos por nuestros propios medios, sin tener en cuenta cuánto peligro corremos sin el cuidado, sustento y protección de nuestro pastor, se nos olvida que el ladrón solo quiere matar, robar y destruir.

Nada ni nadie en el mundo y fuera del redil, podrá encontrar quien lo cuide y lo ame tanto como lo hace nuestro Pastor, su Palabra dice que dio su vida por nosotros, que nos ha dado vida eterna y que no permitirá que nos perdamos jamás (Juan 10:28).

Permaneciendo en su redil, oyendo y siguiendo su voz, Él promete que nada nos faltará, en delicados pastos nos hará descansar, junto a aguas de reposo nos pastoreará; animará y confortará nuestra alma, nos dará paz y nos guiará por caminos de justicia (Salmo 23:1-3).

Podemos, a lo largo de nuestra vida, pasar por momentos difíciles, enfrentar situaciones que nos generen incertidumbre, recibir noticias inesperadas y poco alentadoras, pero pequeña oveja, permanece en el redil y no temas porque tu Pastor está contigo, su vara y su cayado te infundirán aliento, y ciertamente el bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu vida y en la casa del Señor habitarás por largos días (Salmo 23:4, 6).     Oración.

«Papito Dios, me escogiste y me colocaste en el mejor redil y bajo el cuidado del pastor mayor; qué amado me siento, pero tengo que reconocer que muchas veces no he escuchado tu voz y no te he seguido, me he dejado engañar, me he ido y me han herido, pero tú Señor Jesús, has venido a mi rescate y me has sanado, tu amor me ha restaurado y tu cuidado me ha levantado. Solo puedo decirte, gracias Dios. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.