domingo, 17 de marzo de 2024

Extendiendo el reino de los cielos

 

Extendiendo el reino de los cielos


“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18-19

“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hechos 1:8

Reflexionamos en el devocional de ayer acerca del propósito final y verdadero que tenemos los redimidos en Cristo en cada lugar, medio o persona con que nos encontremos. Porque más allá de buscar lo temporal y físico, realmente nuestra misión es buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, para que así, todo lo demás de lo cual tenemos necesidad, venga como añadidura.

Ahora bien, cuando nosotros hablamos de buscar con diligencia el reino de Dios y que este se extienda hacia la vida de personas que aún están bajo el dominio del maligno, por implicación estamos diciendo que todo lo que haya en sus vidas que las tenga atadas, arruinadas o esclavizadas, debe ser destruido y desatado; debe haber como dice el versículo de hoy, libertad para los oprimidos y cautivos, vista a los ciegos, restauración y sanidad para los quebrantados; y lo fundamental de todo, que las buenas noticias de Dios en Cristo Jesús sean anunciadas a todos por igual.

Ciertamente, estamos en la época de la gracia, en el año agradable del Señor, y se nos ha mandado a proclamar el evangelio de salvación hasta el último rincón de la tierra, sin hacer acepción de personas, pues realmente el Señor Jesús pagó por todo tipo de pecado. El único pecado que no tiene pago es justamente rechazar a Jesús como Señor y Salvador; la Escritura dice en Marcos 16:15-16 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado.”

Como vemos, es una misión realmente trascendental primeramente para nosotros, pero también para los otros, pues es el reino de Dios sobreponiéndose al reino de las tinieblas. Por lo que, es también fundamental que recordemos que no es posible realizarla en nuestras fuerzas o capacidad, sino que debemos reconocer y depender totalmente del poder, sabiduría y dirección del Santo Espíritu de Dios, porque para esto nos fue enviado.  Oración.

«Bendito Dios, qué gran propósito y misión me has encomendado. Te alabo y te bendigo porque realmente es por tu favor inmerecido que me has amado tanto. Gracias por mi ayudador, pues reconozco que es solo en el poder y dirección de tu Espíritu Santo que me es posible ser tu testigo y servidor, por Jesucristo, mi Señor, amén.