sábado, 4 de mayo de 2019

ALEGREMOS EL CORAZÓN DE DIOS


ALEGREMOS EL CORAZÓN DE DIOS
El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre”, Proverbios 10:1
Hijo mío, no te olvides de mí ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán”, Proverbios 3:1-2
Si echamos una mirada a los hogares de nuestro mundo podríamos encontrar en la mayoría padres con una profunda tristeza, y quizás en unos pocos hogares, padres alegres y felices. En ambos casos esto está relacionado con la vida y conducta de los hijos. Siempre hemos tenido la idea que los hijos no deben sufrir por la conducta equivocada de sus padres, pero en este caso Salomón nos dice que el consuelo, la satisfacción y la alegría de los padres dependen del comportamiento de los hijos. Lo que hagan bien o lo que hagan mal afecta el ambiente familiar.
También tenemos que decir que un hijo necio generalmente se ha forma cuando no cumplimos con nuestra responsabilidad de instruirlo por el buen camino. Si desde pequeños les enseñamos el temor de Dios, podremos tener hijos sabios que tomen decisiones correctas para su vida. Como dice Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Unos hijos justos son aquellos que son rectos, íntegros, que tienen una excelente relación con Dios y una inmejorable relación con sus semejantes.
Los hijos sabios buscan la sabiduría de Dios, ella los dirigirá por el camino correcto y no se desviarán. Tomemos en cuenta que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová; y el temor a Jehová es apartarse del mal.
Necio es aquel que es indiferente a la instrucción, irresponsable con sus deberes y orgulloso de sí mismo, que cree que no necesita la dirección de nadie, incluyendo a su familia. La necedad, insensatez, imprudencia de un hijo es lo que produce la tristeza de los padres.
Es importante notar que el rey Salomón no relaciona la satisfacción y felicidad de los padres con respecto al dinero, la fama, el nivel académico o el desenvolvimiento en la sociedad, sino por poseer esa virtud que puede ayudar a los hijos a conducirse de una forma racional, coherente, justa y equilibrada de acuerdo a los principios inculcados.
Cuando la Palabra de Dios habla de necedad no se refiere a una persona que carece de capacidad mental sino de una que desprecia y rechaza las pautas establecidas por Dios y por sus padres, maestros, jefes, gobernantes, etc.
Este versículo también podemos aplicarlo a nosotros como hijos de Dios, le daremos alegría a nuestro Padre celestial si andamos correctamente obedeciendo sus mandamientos. Apartémonos del pecado y la maldad que no producen ningún bien ni provecho en nuestra vida espiritual, mientras que la justicia y la rectitud nos librarán de muchas aflicciones.
Es sabio el que le cree a Dios, lo ama y lo obedece. El que escoge el temor de Dios, tendrá una felicidad duradera, largura de vida y muchas bendiciones.  Oración.
Amado Padre celestial, quiero alegrar tu corazón, no permitas que me aparte de tu Palabra, sino guardarla en
mí, para no pecar contra ti. Señor, en camíname a ser un hijo sabio y justo, para que consiga no sólo la sonrisa de los que me rodean sino la tuya. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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