lunes, 25 de enero de 2010

Mateo 10

Mateo 10 -

CAPÍTULO 10
Versículos 1-4. Llamado a los apóstoles. 5-15. Los apóstoles son instruidos y enviados. 16-42. Instrucciones para los apóstoles.

Vv. 1-4.La palabra “apóstol”significa mensajero; ellos eran los mensajeros de Cristo enviados a proclamar su reino. Cristo les dio poder para sanar toda clase de enfermedades. En la gracia del evangelio hay un bálsamo para cada llaga, un remedio para cada dolencia. No hay enfermedad espiritual si no hay poder en Cristo para curarla. Sus nombres están escritos y eso es su honra; pero ellos tenían más razón para regocijarse en que sus nombres estuvieran escritos en el cielo, mientras los nombres altos y poderosos de los grandes de la tierra están enterrados en el polvo.

Vv. 5-15.No se debe llevar el evangelio a los gentiles hasta que los judíos lo hayan rechazado. Esta limitación a los apóstoles fue sólo para su primera misión.
Doquiera fueran debían proclamar: El reino de los cielos se ha acercado. Ellos predicaron para establecer la fe; el reino para animar la esperanza; de los cielos para inspirar el amor a las cosas celestiales y el desprecio por las terrenales; que se ha acercado , para que los hombres se preparen sin tardanza.
Cristo dio poder para hacer milagros como confirmación de su doctrina. Esto no es necesario ahora que el reino de Dios vino. Muestra que la intención de la doctrina que predicaban era sanar almas enfermas y resucitar a los que estaban muertos en pecado.
Al proclamar el evangelio de la gracia gratuita para sanidad y salvación de las almas de los hombres, debemos por sobre todo evitar la aparición del espíritu del asalariado.
Se les dice qué hacer en las ciudades y pueblos desconocidos. El siervo de Cristo es embajador de la paz en cualquier parte donde sea enviado. Su mensaje es hasta para los pecadores más viles, aunque les corresponde buscar a las mejores personas de cada lugar. Nos conviene orar de todo corazón por todos y conducirnos cortésmente con todos.
Se les da instrucciones sobre cómo actuar con los que les rechacen. Todo el consejo de Dios debe ser declarado y a los que no escuchen el mensaje de gracia, se les debe mostrar que su estado es peligroso. Esto debe ser tomado muy en serio por todos los que oyen el evangelio, no sea que sus privilegios les sirvan sólo para aumentar su condena.

Vv. 16-42.Nuestro Señor advierte a sus discípulos que se preparen para la persecución. Ellos tenían que evitar todas las cosas que den ventaja a sus enemigos, toda intromisión en los afanes políticos o mundanos, toda apariencia de mal o egoísmo, y todas las medidas clandestinas. Cristo predice dificultades no sólo para que los trastornos no sean sorpresa sino para que ellos puedan confirmar su fe. Les dice que deben sufrir y de quiénes. Así, Cristo nos ha tratado fiel y equitativamente, diciéndonos lo peor que podemos hallar en su servicio; y quiere que así nos tratemos a nosotros mismos, al sentarnos a calcular el costo.
Los perseguidores son peores que las bestias, porque hacen presa de los mismos de su especie. Los lazos de amor y deber más sólidos a menudo se han roto por enemistad contra Cristo. Los sufrimientos de parte de amistades y parientes son muy dolorosos; nada hiere más. Simplemente parece que todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; y debemos esperar que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
En esta predicción de problemas, hay consejos y consuelo para los momentos de prueba. Los discípulos de Cristo son odiados y perseguidos como serpientes, y se procura su ruina, y necesitan la sabiduría de la serpiente, pero la sencillez de las palomas. No sólo no dañen a nadie sino que no le tengan mala voluntad a nadie. Debe haber cuidado prudente, pero no deben dejarse dominar por pensamientos de angustia y confusión; que esta preocupación sea echada sobre Dios. Los discípulos de Cristo deben pensar más en hacer el bien que en hablar bien. En el caso de gran peligro, los discípulos de Cristo pueden salirse del camino peligroso, aunque no deben salirse del camino del deber. No se deben usar medios pecaminosos e ilícitos para escapar; porque entonces, no es una puerta que Dios ha abierto. El temor al hombre le pone una trampa, una trampa de confusión que perturba nuestra paz; una trampa que enreda, por la cual somos atraídos al pecado; y, por tanto, se debe luchar y orar en su contra. La tribulación, la angustia y la persecución no pueden quitarles el amor de Dios por ellos o el de ellos por Él. Temed a aquel que puede destruir cuerpo y alma en el infierno.
Ellos deben dar su mensaje públicamente, porque todos están profundamente preocupados de la doctrina del evangelio. Hay que dar a conocer todo el consejo de Dios, Hechos xx, 27. Cristo les muestra por qué deben estar de buen ánimo. Sus sufrimientos testifican contra los que se oponen a su evangelio. Cuando Dios nos llama a hablar por Él, podemos depender de Él para que nos enseñe qué decir. Una perspectiva fiel del final de nuestras aflicciones será muy útil para sostenernos cuando estemos sometidos a ellas. El poder será conforme al día. De gran aliento para los que están haciendo la obra de Dios es que sea una obra que ciertamente será hecha.
Véase cómo el cuidado de la providencia se extiende a todas las criaturas, aun a los gorriones. Esto debe acallar todos los temores del pueblo de Dios: Vosotros valéis más que muchos gorriones. Los mismos cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Esto denota la cuenta que Dios hace y mantiene de su pueblo. Nuestro deber es no sólo creer en Cristo, sino profesar esa fe, sufriendo por Él, cuando somos llamados a ello, como asimismo a servirlo. Aquí sólo se alude a la negación de Cristo que es persistente, y esa confesión sólo puede tener la bendita recompensa aquí prometida, que es el lenguaje verdadero y constante del amor y la fe. La religión vale todo; todos los que creen su verdad, llegarán al premio y harán que todo lo demás se rinda a ello. Cristo nos guiará a través de los sufrimientos para gloriarnos con Él. Los mejores preparados para la vida venidera son los que están más libres de esta vida presente.
Aunque la bondad hecha a los discípulos de Cristo sea sumamente pequeña, será aceptada cuando haya ocasión para ella y no haya capacidad de hacer más. Cristo no dice que merezcan recompensa, porque no podemos merecer nada de la mano de Dios; pero recibirán un premio de la dádiva gratuita de Dios. Confesemos osadamente a Cristo y mostremos nuestro amor por Él en todas las cosas.