martes, 20 de febrero de 2024

UNO. Parte 2

 

               UNO. Parte


2                                                                                    

                      “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” Génesis 1:26

“Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me disté por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.” Génesis 3:11-13

Podemos analizar en el pasaje de hoy la Triunidad de amor en acción, creando al hombre; y la escritura usa la palabra hebrea “Elojím”, la cual es plural, por lo tanto, se proclama a un Dios que existe eternamente en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Dios existe en la comunión, en un amor y una comunicación ininterrumpida y recíproca entre la Triunidad.

Consecuencia de esto, Dios no nos creó como seres solos, sino que fuimos creados para las relaciones, pues somos hechos a semejanza de Dios.

La verdad bíblica nos enseña que las relaciones no se crean por simple elección, sino que están integradas en la esencia misma de la naturaleza humana. Somos hechos a semejanza de Dios, sobre todo en las relaciones.

Sin embargo, el diablo quiso dañar la creación, dañando la unidad de Dios con el hombre, pero inició atacando la unidad de Adán y Eva, pues si miramos, la serpiente tienta a Eva, no a Adán y Eva. ¿Qué pasaría si hubiesen estado juntos? Finalmente vemos que el ataque consigue dañar la unidad entre Adán y Eva, pues los vemos luego de la caída acusándose mutuamente y posteriormente echándole la culpa a Dios, rompiendo así con toda comunión y armonía presente (Génesis 3:11-13).

En los matrimonio, en nuestras relaciones, en la iglesia (el cuerpo de Cristo), el diablo va a intentar de todas las maneras posibles atacar nuestra unidad para dañar la relación, para fracturarla o para que se vuelva insípida; aislarnos uno del otro es la manera más fácil de lograr tentarnos y derrotarnos. Le hacemos el trabajo fácil si nosotros mismos nos disponemos a romper la unidad, pues la conexión entre comunión y relación es que la relación se alimenta y subsiste en la comunión; esta comunión se nutre del amor de Dios.

Así que, reflexionaremos en el devocional de mañana cómo Dios nos enseña a mantener la comunión para que nuestras relaciones se nutran de su amor y aprendamos a restaurar las relaciones dañadas.  Oración.

«Padre amado, ayúdame a ser instrumento de tu amor para restaurar las relaciones rotas o frías, que sean unidas nuevamente en el vínculo perfecto de tu amor, por la gracia de Jesús y la comunión de tu Espíritu, amén.