lunes, 28 de septiembre de 2020

Reconocimiento de Dios en todos los tiempos

 


Reconocimiento de Dios en todos los tiempos

“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” Job 1:20-21

Job un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, había sido bendecido por Dios y era aquel hombre más grande que todos los orientales. Un hombre apreciado por Dios al punto que al hablarle de Él a satanás le dice: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8) Sin embargo a este varón perfecto Dios permitió que satanás le destruyera su familia y todas las riquezas que Dios le había dado. Ante una situación semejante cualquier hombre hubiera maldecido su suerte y hubiese renegado de Dios pero la actitud de Job es admirable porque su actitud fue de absoluta humildad y sometimiento a la voluntad de Dios: “Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” (Job 1:20-21)

La actitud de Job es de reconocimiento a la soberanía de Dios sobre todas las cosas y la aceptación explícita de que en su soberanía Dios puede dar y Dios puede quitar, es reconocer y aceptar de corazón que “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.” (Salmo 24:1) Y “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36)

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.” Y sobre todos y cada uno de estos tiempos Dios, nuestro Dios, ejerce su control soberano, de modo que cualquiera de estos tiempos que estemos viviendo vivámoslo en nuestra fe que es en Cristo Jesús, plenamente confiados en que “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:4) Amén.   Oración.

«Amado Dios, Padre santísimo, misericordioso y eterno; sabemos Señor por tu palabra revelada que todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora y, ese tiempo y esa hora, eres tú Señor el que los determina, por ello, Padre Dios, te alabamos, te bendecimos y reconocemos que tú eres el único Dios de todos los tiempos, momentos y circunstancias de nuestra vida y por tanto merecedor de toda gloria, honra, adoración y de toda alabanza. Amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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