viernes, 15 de marzo de 2024

Nuestro gozo en las aflicciones

 Nuestro gozo en las aflicciones


“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:3-5
Tiempos de aflicción, angustia o tribulación, ciertamente a todos los seres humanos nos toca vivir. Pero la diferencia entre el cristiano y el no creyente la podemos encontrar en la manera en que cada uno afronta la situación y principalmente en lo que ésta resulta.
La Escritura en Romanos 5:1-3 manifiesta que la persona que ha puesto su fe en Jesús y conoce que gracias a Cristo ha sido declarada justa, que asimismo tiene paz con Dios y que es participante de su gracia para siempre, debe ser una persona que se regocija en las tribulaciones. Además de esto, también es posible que nos regocijemos en medio de nuestras aflicciones, por el fruto o resultado que éstas producirán en nuestro ser, puesto que el versículo de hoy nos explica que la tribulación produce en nosotros paciencia, que es la capacidad de resistir y esperar en Dios, paciencia que además es manifestación del fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22); ahora bien, esta paciencia en nosotros producida aprueba nuestro carácter, porque lo que realmente estamos reflejando es el mismo carácter de Cristo, por nuestra comunión con su Espíritu.
Y entonces, afirmados en el carácter de Cristo, con gozo y convicción nos mantendremos expectantes del propósito que el Señor tiene con aquella situación, pues entendemos que esta no es para nuestra vergüenza o deshonra; porque ciertamente conocemos la grandeza del amor de Dios hacia nosotros, que no solamente nos lo demostró al enviar a su Hijo a morir por nuestros pecados para darnos vida, sino que ahora lo ha derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.
Por lo que, amados hermanos, no perdamos nuestro tiempo ni nuestra calidad de vida pensando lo que no es, sino que, aferrémonos y regocijémonos en la verdad de Dios que nos dice que cada tiempo de dificultad resultará para nosotros en bendición, puesto que creceremos en la fe, en el conocimiento vivencial de su amor, en nuestra comunión con su Espíritu y en el carácter de Cristo. Y a Dios sea la gloria por siempre. Oración.
«Padre Dios, gracias porque has derramado tu amor en mi corazón por medio de tu Espíritu Santo, y es Él quien me permite comprenderlo y experimentarlo en cada situación difícil de mi vida, por Jesucristo, señor nuestro, amén.