martes, 27 de julio de 2021

Es por gracia, parte 1

 


Es por gracia, parte 1

“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:11-24

El hijo pródigo es la parábola que relata acerca de un hijo que por sus deseos egoístas y su rebeldía le pidió la herencia a su padre y se fue lejos a malgastarla y a vivir su vida de la manera que él quería, en su propia inteligencia, autosuficiencia y voluntad, pero que después de un tiempo y dada sus circunstancias, vuelve a la casa de su padre, sucio, maltratado, dolorido y vacío.

Su padre en lugar de darle el justo pago que merecía por su pecado, decidió verlo con ojos de misericordia, gozarse por su regreso, salir corriendo a su encuentro, besarlo, vestirlo y hacer fiesta porque su hijo que estaba muerto, había revivido, estaba perdido y fue hallado. Si nosotros reflexionamos en la reacción que tuvo el padre, una vez miró que su hijo había vuelto, podemos decir sin ninguna duda, que eso es gracia, esa bondad inmerecida, ese favor del cual no se es digno; pues su hijo no era digno ni siquiera de llamarse su hijo, pero lo que hizo su padre es algo inexplicable de forma racional o lógica, se queda corto para el entendimiento humano y solo lo podemos relacionar con la divinidad y su gracia.

Pues, justamente así mismo, estábamos nosotros, muertos en nuestros delitos y pecados, cuando nuestro Padre Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, nos dio vida con Cristo; es decir, nos salvó, perdonó todas nuestras iniquidades y nos rescató de la esclavitud del pecado; por gracia hemos sido salvados, dice la Palabra de Dios “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9). No han sido nuestras obras las que nos han hecho aceptos ante nuestro Padre Dios, ha sido por recibir su gracia, poniendo nuestra fe en Cristo Jesús, quien fue la persona que recibió el castigo por nuestros pecados, cuando murió en aquella cruz.   Oración.

«Padre, conocerte y descubrir cuán grande, bueno, poderoso y misericordioso eres tú, es asombroso. Hemos perdido tanto tiempo tan lejos del verdadero amor que cuando lo encontramos parece increíble, pero nos has llenado tanto el corazón que no hay lugar para la duda. Yo te alabo Señor y reposo en tu seno, quiero más y más de tu gracia, esa bondad que no merezco, pero de la que tú me has inundado en Jesucristo, gracias Dios. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.