viernes, 9 de agosto de 2013

La Oración de Jabes

La Oración de Jabes.


 

Muy poco es lo que sabemos acerca de Jabes, excepto que era más ilustre que sus hermanos, y que fue llamado Jabes porque su madre lo dio a luz con dolor. A veces sucede que cuando hay muchísimo dolor en los antecedentes, habrá sumo placer en las consecuencias. Así como la furiosa tormenta da lugar a la clara luz del sol, así la noche de llanto precede a la mañana de gozo. El dolor es el heraldo; la alegría es el príncipe anunciado. Cowper dice:

"La senda del dolor, y solamente esa senda,
Conduce al lugar donde el dolor es desconocido."

En gran medida descubrimos que debemos sembrar con lágrimas antes que podamos cosechar con gozo. Muchos de nuestros trabajos por Cristo nos han arrancado lágrimas. Las dificultades y los desengaños han envuelto nuestra alma en angustias. Sin embargo, aquellos proyectos que nos han costado un mayor dolor que el ordinario, han resultado ser a menudo nuestras empresas más honorables. 

Aunque nuestra pena llamó al vástago del deseo, "Benoni,": ('hijo de mi dolor'), nuestra fe ha sido capaz de darle posteriormente un nombre de deleite: "Benjamín," el hijo de mi mano derecha (es decir, 'afortunado'). Puedes esperar una bendición al servir a Dios si estás capacitado para perseverar bajo muchos desalientos. Con frecuencia el barco tarda bastante en regresar a puerto y es porque está detenido en el camino debido al exceso de carga. Puedes estar seguro que su mercancía será excelente cuando llegue al puerto.

Más ilustre que sus hermanos fue el niño que en dolor fue dado a luz por su madre. Este Jabes, cuya meta estaba muy bien trazada, su fama muy bien extendida, su nombre tan perdurablemente inmortalizado, era un hombre de oración. El honor que disfrutaba no hubiera valido de nada si no lo hubiera disputado vigorosamente y ganado equitativamente. Su devoción fue la clave de su promoción. Los honores que vienen de Dios son los mejores: el premio de la gracia conjuntamente con el reconocimiento del servicio.

Cuando Jacob fue llamado Israel recibió su principado después de una memorable noche de oración. Ciertamente esto fue mucho más honorable para él, que si lo hubiera recibido de algún emperador terrenal como una distinción aduladora. El mejor honor es aquel que el hombre recibe en comunión con el Altísimo. Se nos dice que Jabes era más ilustre que sus hermanos y su oración quedó registrada para indicarnos que él también era un hombre más lleno de oración que sus hermanos. 

Se nos dice en qué consistían las peticiones de su oración. Toda su oración fue muy significativa e instructiva. Sólo tenemos tiempo de tomar una frase de ella, y por cierto, se puede decir que esa única frase comprende al resto, "¡Oh, si en verdad me bendijeras!" La recomiendo como una oración para ustedes mismos, queridos hermanos y hermanas; es una oración que estará disponible en cualquier circunstancia; una oración para comenzar la vida cristiana; una oración al terminar nuestra vida; una oración que nunca estará fuera de lugar en nuestras alegrías o en nuestras tristezas.

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